La lluvia, descendiendo como gotitas de cristal desde oscuros nubarrones, sonaba cual suave pandereta en el alféizar de la ventana, en el tejado rojo y en el vergel de la casa idílica. En la lejanía, en la calle desierta, en el mudo sendero y en la alfombra verde del prado.
La lluvia, hizo una pausa. Es como si nos hubiera dicho: muchachos, perdón, señores voy a descansar y el pandero por estos días dejara de tintinear, así que aprovechen para ir de paseo a los atractivos parajes de chiquian, que no han tenido la oportunidad de conocerlo hasta el día de hoy, es el momento.
Con Rody y Dante, luego de almorzar, somnolientos, nos provocó hacer una breve siesta frente a la pileta de la Plaza Mayor. Al ver con detenimiento la estructura de la alberca, advertí que la pata izquierda del caballo de Luis Pardo, lo tiene mutilado, da un mal aspecto al ornato. Urgente: la pileta anterior por ser centenaria y patrimonio histórico del pueblo debe ser restituido de inmediato.
Y en efecto, al notar la ausencia de negras nubes cargada de amenazante lluvia, nos animamos a ir de aventura por el reverdecido y llano camino que conduce al paradisiaco paraje de Pacra.
El campo de nuevo empieza a recobrar su lozanía. El manso viento agita con blandura las hojas y arranca fragancias de yerbas silvestres de esos que nos agrada tomarlo en una infusión caliente o de los que le da un sabor especial a la comida, arbustos como la muña y el chinchu. Así mismo de la joven arboleda de eucalipto que encontramos en nuestro lento y relajante andar por este apacible paraje.
Las nacientes frutas silvestres, gracias a la bendita lluvia, crecen y crecen orondas que provoca disfrutar de su dulzura, de su acidez. En el trayecto nos topamos con un solitario manantial, el suave y dulce sonido de su pandereta me transporta a etéreos lugares del universo.
Instantes después, me parece volver a épocas remotas cuando de repente veo, para mi grata sorpresa, un muro antiguo y mudo, quieto y abandonado en medio de hoscas plantas que año a año en tiempos de lluvia, sin compasión, lo cubre con sus hojas reverdecidas y el recio tallo. Muro, que perdura hasta el día de hoy, construido por nuestros antepasados, los sabios Incas.
El agradable paseo, hasta ese momento, se trastocó. Pues tuvimos que atravesar pircas de todo tamaño, abordado de hualanca y chamisa, húmedas chacras sembrado de alfalfa y papa. Cruzamos el camino angosto para ir a toparnos con el ralo bosque de eucalipto. Dante, nuestro guía, nos conducía por el borde del hondo acantilado de la cascada de Usgor que al acercarnos un poco más nos embargaba cierto temor. Nos tropezamos con el profundo precipicio.
Ya en el llano y de regreso por la carretera, nos sorprendió una ligera y silenciosa llovizna, pero el paraguas, que llevamos por precaución, nos protegía de sus panderos cristalinos.
El Pichuychanca
Chiquian, Pacra, 2 de febrero 2023
Aquí algunas fotos
Chiquian. Huamgan. Desde el camino que conduce a Pacra.
La porogsha. Fruta silvestre.
El muchiky
Andando y andando por las faldas de Pacra
Rody, Dante
Platicando con el manantial hallado
Flores en el camino
Hongos
Paisaje
Pampan,
Muro antiguo.
Fruta silvestre la pitajalla. Muy agradable.
Profundo acantilado. Viendo de lejitos
Cascada de Usgor, no importa que este ausente de su estruendosa y hechicera caida del agua. Siempre es visitado por la familia, niños, jóvenes, adultos y los flamantes enamorados o tal vez por los recuerdos, hoy casados, de los viejos recuerdos de enamoramiento.
Estivimos en su cima pero mas lejitos. Causa cierto temor
Agradable rumor del manantial.
El caballo de Luis Pardo está con la pata mutilada. Da un mal aspecto a nuestro Zócalo.
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