miércoles, 20 de septiembre de 2017

Balada para una madre



Mis hermanas  Norma y Vicky


Balada para una madre


Se halla la morada en silencio,
se asoma la risueña alborada.
Se halla En medio del patio 
la madre en vela.  
Y susurra la serena brisa 
y el fecundo manzano 
y la frondosa rosaleda 
se acunan en sus blandas manos. 
 
Su matutino andar suave 
como la danza del cisne blanco,
dobla sobre álgida acera asfaltada.
En medio de la soledad y la calma, 
emprende a laborar como abeja obrera.  
Poda las plantas de perlas frescas bañada.  
 
La nacarada luna, de luz mortecina,
entre enmarañadas nubes se agazapa. 
El altivo gallo, con la cresta roja agitada,  
con su canto vigoroso por vez primera  
hace zumbar los oídos de la madre en vela. 
Del suave cielo, un lucero titilante se apaga.      
    
Con dulce voz, meciendo entre cálidos
brazos, detiene el hondo y feliz letargo 
de los queridos hijos. Acicalados, junto 
a ella, comen sobre una mesa redonda.
 
Presurosa, va de la cocina al comedor,
de los cuartos al patio bordeado de flores 
balsámicas. La luz madrugadora del sol, 
agazapado  detrás de la niebla encarnada, 
proyecta una prolongada y débil silueta 
de la madre en vela.

De la alborada al crepúsculo, labora 
sin desfallecer. Apremiada, de la casa,  
al campo y al mercado va. El inexorable 
tiempo corre; plancha, lava y ordena 
los trastes, no hay descanso. Se engalana,
y rauda, acude a su digno trabajo.

En el ocaso del sol; gime la ventisca.
Los hijos trepidan por el severo frio otoñal.
Llega la madre atareada y a los hijos ve 
con los parvos bracitos cruzado 
con los trémulos hombritos arrugado 
de inmediato, con ternura intachable,  
los acuna en su dulce y caluroso regazo.

El Pichuychanca,
Chiquian, 13 de es etiembre 2017


sábado, 9 de septiembre de 2017

Peregrinando por Capilla Punta.



Maravillosos restos arqueológicos se hallan devastados por la indolencia de la naturaleza, la negligencia  de las autoridades y la apatía e ignorancia de  la población en general.

Llegando el día  26 de agosto a la tierra natal, nos recibió con  la habitual temporada del violento frio, acompañado de ligeras y  fortuitas lluvias. Con el cielo, las cumbres de los cerros y de los nevados, cubiertos por densas y sombrías nubes. Nos echamos a caminar de la agencia a nuestro domicilio, ubicado en el barrio de Jircán, por la angosta calle Dos de Mayo. Aproximándonos al mercado de abastos, observamos a varias personas, sentados sobre unas sillas, en la ancha vereda y cobijados bajo el techo, degustaban de la exquisita mazamorra de tocosh. Nos animamos a tomar la provocativa y caliente mazamorra, percibiendo el  calor y la energía  en nuestros ateridos cuerpos. 

A partir de nuestro arribo, ya pensábamos en peregrinar  por Capilla Punta. Luego de asistir a las elecciones de los nuevos funcionarios para el próximo año, 2018,  de la fiesta patronal Santa Rosa de Lima de Chiquian y, haber bailado con arrebato al ritmo de las sonoras melodías de la banda, decidimos partir al siguiente día, cinco de setiembre. A esta aventura se acopló, con entusiasmo, Techi y Chechi. Proveídos de un ligero fiambre que consistía, de frutas, queso, cancha, panes, conservas enlatadas y para hidratarnos en el largo trecho y encaramado camino de varios litros de agua. Indispensable en toda excursión. 

Sin conocer el camino que nos conduciría a nuestro destino, nos aventuramos por  elegir el sendero por donde estaba ubicada la antigua planta de energía eléctrica. Pasamos nuestro primer escollo, el muro de piedras. Luego de caminar  un tramo de la chacra atiborrado de grama seca, cruzamos el rumoreante pequeño riachuelo que viene de la cascada de Umpay Cuta. Cuando íbamos avanzando cuesta arriba por el angosto camino cascajo cada vez más encumbrado y agreste, nos topamos con varias bifurcaciones. Desorientados, al azar, optamos el trayecto del lado izquierdo. En nuestra aventura, por aquellos senderos inclinados, los matutinos y oblicuos rayos del sol, punzando nuestras espaldas cada vez más fuerte, nos sentíamos agotado. 

 Cada cierto tramo deteníamos nuestros pasos. Oteando la cresta de Capilla Punta y en el borde la cruz estancada como si estuviera ejerciendo, desde tiempos remotos, una vigilancia severa sobre el pueblo. Nos parecía imposible llegar a la meta. Nadie de los cuatro, conocía la ruta. Sin darnos cuenta, llegamos a una pequeña ladera donde encontramos un  bosque de elevadas  vizcaínas sobrepasando  nuestros tamaños; alcanzando este lugar, para sorpresa de todos nosotros, en la mochila de Techi que Perching  lo llevaba sobre su delgada pero férrea espalda, ya estaban trepadas dos porciones de éstas, sus  punzantes  púas  habían traspasado hasta encontrar las jugosas mandarinas y naranjas, tuvimos que arrancarlo con mucho cuidado. Para evitar los pinchazos de sus agudas espinas, teníamos que pasar con prudencia encogiendo los hombros y  las piernas para buscar alguna salida, ¡no encontramos, nos habíamos extraviado!

Retornamos para ubicar el supuesto  camino correcto para nosotros, de este lugar, se podía observar, en su esplendor, todo el hermoso panorama de nuestra tierra natal, Chiquian. Surcamos pircas, ligeros senderos con sus  abismos y algunos campos sembrados de alfalfa, una vez más encontramos caminos que se cruzaban unos con otros sin saber cuál elegir. En ese ínterin me doy cuenta que había extraviado mis lentes. Resolví  regresar para indagar por aquellos territorios ignotos sin resultado alguno. Regresando,  me doy cuenta  que Perching venía tras mis pasos  y en ese instante,  del otro lado de la pequeña quebrada, un señor nos estaba observando, probablemente desde hace un buen tiempo, nuesto extravío por el empinado cerro de Capilla Punta. Gritó con contundencia que surgió, de la quebrada,  el eco prolongado de  su voz:

---¡Adonde  se dirigen! 

Perching colocando la palma de sus escuetas  manos  entre sus mejillas y su boca, respondió:

---¡Estamos yendo a Capilla Punta! 

Aquel hombre que por circunstancias desconocidas para nosotros, estaba ahí, meneando su cabeza, como diciéndonos que nos habíamos perdido, empezó  hablar y señalando con su mano el  camino apropiado:

---Crucen ese riachuelo, sigan por aquel camino que les conducirá  hasta encontrar con una ligera llanura. 

Al unísono respondimos:

---¡Gracias señor!

Nos dirigimos por el camino señalado hasta llegar a la pradera, de donde logramos  observar la cumbre de Capilla Punta y dos pequeñas lomas detrás de ella. Aun lo veíamos lejano, Luego de un  leve reposo, sin la menor atención y seguros de nosotros mismos, de nuevo emprendimos nuestra correería por las laderas arrebujados de hierbas y plantas secas, humillado por el tiempo y el calor del sol. Llegamos a la ansiada cumbre, pero, para nuestro desconcierto, estábamos  parados en la tercera loma sin una posible salida, tan solo viendo la parte alta de la cruz, señal que una vez más nos habíamos extraviado y al frente de nosotros estaba la segunda loma en donde se hallaba oculto y en silencio, entre las tupidas plantas silvestres y espinosas, como si estuvieran pidiendo auxilio con urgencia, las exiguas murallas de piedra, restos arqueológicos, herencia de nuestros antepasados. Cavilaba  “¿Qué hemos hecho para abandonado?”  

Al ver frustrados nuestra exploración de la segunda loma, cubierto por plantas ásperas y escabrosas difíciles de rebasar, bandeamos las impenetrables  laderas rodeado de vizcaínas hasta encontrar el camino que conducía a la cresta de Capilla Punta. Pasando la pequeña hendedura que separa entre la primera y segunda loma, a unos metros, para nuestra sorpresa y colmados de emoción nos topamos con las altas murallas  de piedra construidas y erguidas en dirección y en busca de la luna y el sol, así pensaban nuestros antepasados.  La emoción nos duró pocos segundos al ver el descuido y la destrucción por la naturaleza y la mano ignorante del hombre que va arrasando nuestro pasado histórico y nuestra cultura. Luego, encontramos entre las plantas rusticas y en proceso de una destrucción total, una muralla semicircular, posiblemente para alguna ceremonia importante de aquellas épocas.

LLegando a la plataforma principal de estos importantes e históricos restos arqueológicos, encontramos los celestiales cuatro monolitos con distancias, una de otra, en casi en una perfecta distancia y señalando, posiblemente, las cuatro direcciones y en la orilla de esta plataforma, que da frente al poblado de Chiquian, otra muralla  semicircular construido con piedras rectangulares que da la impresión  que lo usaban para los ritos más trascendentales. 

Y por último, como nos habíamos extraviado del camino principal, llegando por el lado opuesto, de la entrada principal. Al momento de despedirnos de este remoto monumento, para nuestro asombro, nos topamos con la entrada de este recinto, por donde deberíamos haber llegado, con una etupenda obra de escaleras de piedra orillado por atractivos y decenas de monolitos y pequeñas murallas, que perduran hasta hoy en día, gracias a la sabiduría y las manos laboriosas de nuestros antepasados. 

Una vez más observando con minuciosidad la plataforma, los monolitos y la muralla semicircular, construidos en la misma cima de Capilla Punta y de donde se puede apreciar, en su totalidad, el hermoso panorama de Chiquian,  me genera sentimientos  y sensaciones  encontradas, por un lado de un profundo abatimiento y dolor, como son devastados estos vestigios arqueológicos por la indolencia de la naturaleza, la negligencia  de las autoridades, la apatía e ignorancia de  la población en general y, por otro lado, la ira e impotencia interna del que ama a su tierra natal, que las autoridades y la gente común y corriente,  por no tener una estima y memoria histórica  de hacer prevalecer nuestra cultura, esencia de nuestra vida cotidiana que se va perdiendo de generación en generación.

Una utopía mía, corredor turístico de Chiquian a Capilla Punta.

He tenido la buena fortuna de viajar a otro país, da cierta envidia, en el buen sentido de la palabra, y bien por ellos, ¡como protegen  sus restos arqueológicos!  Tepoztlán, Morelos -  México,  es uno de ellos y sus restos arqueológicos llamado el Tepozteco,   se encuentran en lo más alto de sus cerros, que belleza y que resguardado se encuentra.  

Hacer un proyecto y estudio de factibilidad, financiamiento y ejecución de un corredor turístico Chiquian-Capilla Punta. 

Reconstrucción y mantenimiento de los restos arqueológicos de Capilla Punta.

Remodelar los caminos y hacerlos seguros e iluminarlos, crear estaciones cada cierta distancia  donde se pueden expedir productos de la zona, viandas típicas, recuerdos de todo tipo

Arborizar  Capilla Punta,

El Pichuychanca.

Chiquian, Capilla Punta 5 de setiembre 2017


Aquí algunas fotos mas.
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El Pichuychanca.