sábado, 9 de septiembre de 2017

Peregrinando por Capilla Punta.


Maravillosos restos arqueológicos se hallan devastados por la indolencia de la naturaleza, la apatía y la incultura tanto de las autoridades como de  la población en general.

Con mi hermano Perching, llegamos el día 26 de agosto a la tierra natal. Al bajar del ómnibus, el violento frio sacudió nuestro cuerpo todavía rebosante de salud. La nube gris soltaba una suave garua como brillantes gotitas de cristal. Bajo la llovizna que rociaba el desordenado cabello, nos echamos a caminar por la angosta calle 2 de Mayo, derrotero a la casa materna ubicado en el barrio de Jircán. Cerca al mercado de abastos, vimos a la gente, en la ancha vereda, cobijados bajo el techo y sentado sobre la silla, degustaban la exquisita mazamorra de tocosh, que nos estimuló tomar el provocativo y caliente plato, favorito en la infancia y la adolescencia, al instante, percibimos el  calor y la energía en el aterido cuerpo. 

A partir de nuestro arribo, muestra mira era peregrinar por Capilla Punta, cerro de historia desdeñada por la ciudadanía, todavía no era conocido por nosotros. Luego de asistir a las elecciones de los nuevos funcionarios para el próximo año, 2018,  de la fiesta patronal Santa Rosa de Lima, patrona de Chiquian, y de haber bailado con arrebato al ritmo de las sonoras melodías de la banda, decidimos partir al siguiente día, 5 de setiembre. A esta aventura se acopló, con entusiasmo, Techi y Chechi. Nos proveímos de un ligero fiambre que consistía, de frutas, queso, cancha, pan, conservas enlatadas y para hidratarnos, en el largo trecho y encaramado camino, de varios litros de agua. Indispensable en toda excursión. 

Sin conocer el camino principal que nos conduciría a nuestro destino, elegimos el sendero por donde se nota aún los tubos de agua de la antigua planta de energía eléctrica. Pasamos el primer escollo, el muro de piedras. Luego de caminar  un tramo de la chacra atiborrado de grama seca, cruzamos el rumoroso riachuelo que viene de la cascada de Umpay Cuta. En nuestro cansino andar por el camino cascajo, cada vez más encumbrado y agreste, de repente, nos topamos con varias bifurcaciones. ¿Qué hacer? Desorientados, al azar, optamos el trayecto del lado izquierdo. Los matutinos y oblicuos rayos del sol punzan cada vez más fuerte sobre la espalda, nos sentíamos agotados. 

Cada cierto tramo deteníamos el paso con el fin de ver la cresta de Capilla Punta, y en el borde, la cruz estancada, parecía como si nos vigilara del extravió en el que nos encontrábamos. En estas condiciones, imposible llegar a la meta. Nadie de los cuatro, conocía la ruta. Extraviados, llegamos a una pequeña ladera colmado de elevadas vizcaínas que nos sobrepasaba de tamaño. El camino inclinado terminaba en este jugar inhóspito. Con miradas del uno al otro, decidimos atravesar el bosque espinoso.  


Al llegar al otro extremo, para sorpresa de Chechi, Techi y el mío, en la mochila de Techi, que Perching lo llevaba sobre la delgada pero férrea espalda, ya estaba trepada 2 porciones de éstas. Las agudas púas traspasaron hasta las jugosas mandarinas y naranjas. Chechi, con sumo cuidado, lo arrancó. Exploramos el paraje con el objetivo de continuar con nuestra aventura, pero todo estaba cercado de plantas desnudas provocado por el sofocante calor del sol, Entonces, decidimos volver por donde habíamos ingresado. Esta vez con prudencia, encogiendo la espalda y las piernas, con el fin de evitar los pinchazos de las finas espinas, El cerro  y el viento, eran los 2 únicos testigos de nuestro extravío. 

De este paraje, se puede ver, en su esplendor, el hermoso panorama que adorna a la querencia, Chiquian. Surcamos pircas, ligeros senderos con sus  abismos y algunos campos sembrados de alfalfa. Una vez más encontramos sendas que se cruzan unos con otros, sin saber cuál elegir. En ese ínterin me doy cuenta que había extraviado mis lentes. Resolví  regresar para buscar por aquellos territorios ignotos sin resultado alguno. A mi regreso, Perching, venía tras mis pasos .De pronto, del otro lado de la pequeña quebrada, un señor que nos observa, probablemente desde hace un buen tiempo de lo perdido que estábamos, pegó un gritó contundente que de la quebrada  surgió el eco prolongado de  su voz: 

—¡Adonde  se dirigen! 

Perching colocó la palma de las escuetas  manos  entre las mejillas y la boca, respondió:

—¡Estamos yendo a Capilla Punta! 

Aquel hombre que por circunstancias desconocidas para nosotros, estaba ahí, meneo la cabeza, como diciéndonos que nos habíamos perdido, empezó  hablar y señaló con su mano el  camino apropiado:

—Crucen el riachuelo, sigan por aquel camino que les conducirá  hasta encontrar una ligera llanura. 

Al unísono respondimos:

—¡Gracias señor!

Marchamos por el camino señalado hasta llegar a la pradera, de donde logramos ver la cumbre de Capilla Punta y dos pequeñas lomas detrás de ella. Aún lo veíamos lejano, Luego de un leve reposo, sin la menor atención y seguros de nosotros mismos, de nuevo iniciamos la correería por las laderas arrebujados de hierbas y plantas secas y amarillas, humillado por el tiempo y el estío. Llegamos a la ansiada cima, pero, para nuestro desconcierto, estábamos  parados en la tercera loma sin una posible salida, tan solo se veía el vértice de la cruz, señal que una vez más nos habíamos extraviado, Al frente estaba la segunda loma en donde se hallaba oculto y en silencio, entre la tupida planta silvestre y espinosa, como si estuvieran pidiendo auxilio con urgencia, las exiguas murallas de piedra, herencia de nuestros antepasados. Cavilaba “¿Qué hemos hecho para abandonado?”  


Frustrados de la exploración, de la segunda loma, cubierto por la planta áspera y escabrosa difícil de rebasar, bandeamos la impenetrable ladera rodeada de vizcaínas hasta encontrar el camino que conducía a la cresta de Capilla Punta. Pasando la pequeña hendedura que separa entre la primera y segunda loma, a unos metros, para nuestra sorpresa y colmados de emoción, nos topamos con altas murallas de piedra erguidas en dirección y en busca de la luna y el sol, así pensaban nuestros antepasados. El júbilo nos duró pocos segundos al ver el descuido y la destrucción por la naturaleza y la mano ignorante del hombre que va arrasando nuestro pasado histórico y nuestra cultura. Luego, encontramos entre las plantas rusticas y en proceso de una destrucción total, una muralla semicircular, posiblemente para alguna ceremonia importante de aquella época.

Al arribar a la plataforma principal de este importante e histórico resto arqueológico, encontramos 4 celestiales monolitos con la distancia, una de otra, casi la perfección que posiblemente señala los 4 puntos cardinales. En la orilla de esta plataforma, frente al poblado de Chiquian, otra muralla  semicircular construido con piedras rectangulares que da la impresión  que lo usaban para los ritos más trascendentales. 

Y por último, como nos habíamos extraviado, llegamos por el lado opuesto de la entrada. Al momento de despedirnos de este remoto monumento, para nuestro asombro, nos topamos con el pórtico principal que da acceso a este recinto, por donde deberíamos haber llegado, con una estupenda obra de escaleras de piedra orillado por atractivos monolitos y murallas, que perduran hasta hoy en día, gracias a la sabiduría y las manos laboriosas de nuestros antepasados. 

Al ver, con minuciosidad la plataforma, los monolitos y la muralla semicircular, construidos en la cima de Capilla Punta y de donde se puede apreciar, en su totalidad, el hermoso panorama de Chiquian, me genera sentimientos y sensaciones  encontradas. Por un lado de un profundo dolor, de cómo son devastados estos vestigios arqueológicos por la indolencia de la naturaleza, la apatía y la incultura tanto de las autoridades como de  la población en general. Por otro, me colmo de ira e impotencia interna del que ama a su tierra natal, los pobladores en su conjunto, carentes de memoria e historia no se preocupa de prevalecer nuestra cultura milenaria, esencia de nuestra vida cotidiana que se va perdiendo de generación en generación.


Una utopía mía, corredor turístico de Chiquian a Capilla Punta.

He tenido la fortuna de viajar a otro país, da cierta envidia, en el buen sentido de la palabra, y bien por ellos, ¡como protegen sus restos arqueológicos!  Tepoztlán, Morelos -  México,  es uno de ellos, sus restos arqueológicos llamado el Tepozteco, semejante a Capilla punta  se encuentra en lo más alto del cerro, que belleza y que resguardado se encuentra.  

Hacer un proyecto y estudio de factibilidad, financiamiento y ejecución de un corredor turístico Chiquian-Capilla Punta. 

Reconstrucción y mantenimiento de los restos arqueológicos de Capilla Punta.

Remodelar los caminos y hacerlos seguros e iluminarlos, crear estaciones cada cierta distancia  donde se pueden expedir productos de la zona, viandas típicas, recuerdos de todo tipo

Arborizar  Capilla Punta,

El Pichuychanca.

Chiquian, Capilla Punta 5 de setiembre 2017

Aquí algunas fotos mas


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El Pichuychanca.

2 comentarios:

  1. FELICITACIONES POR ESTE GRAN TRABAJO, BONITA ZONA ARQUEOLÓGICA EN CAPILLAPUNTA, DE DONDE SE DIVISA NUESTRA TIERRA CHIQUIANA.

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    1. Gracias, contrubuimos con un granito de arena para concientizar a los pobladores que tenemos la responsabilidad de preservar nuestro Patrimonio Cultural. Gracias un abrazo

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