viernes, 19 de abril de 2024

Hermanarme

Hermoso panorama de Chiquian.

Hermanarme



Con el corazón desierto,
con indiferencia inaudita,
luego de haber culminando
los estudios de secundaria,
sin apreciar lo inconfundible
que era la villa dorada, lejano
y sin darme cuenta, desfilaron
veloces treinta años de mi vida. 
 
Para volver a hermanarme
con las sosegadas calles,
con los solariegos caminos,
con los verdes campos
hollados
en mi infancia,
en la adolescencia después.
Reencontrarme
con los entrañables amigos,
con lo más íntimo y sagrado
de la añorada dorada villa,
resignado, he esperado
con la llama latiendo en mi pecho
treinta y un años de mi vida.
 
Revivido y dichoso, ando
por decorosas plazuelas,
por mesuradas calzadas,
por encantadas periferias
de la patria chica amada.
Y al contemplar emocionado
el hechizo del panorama atípico
con las ventanas de mi alma otoñal,
humedecido por el frio rocio,
es como si lo viera... ¡por vez primera!

El Pichuychanca.
Chiquian, Caminando por las calles, la plaza sus periferias y caminos, octubre 2021



viernes, 12 de abril de 2024

El Torreón de Torre Pata

 

Cuando en nuestro extenso periplo, a paso de tortuga, por el inclinado y húmedo camino, contemplando, arrobados, el hermoso marco del amanecer abordado y matizado de cálidas nubes que se  apagaria tan pronto como apareció, llegábamos a las periferias de nuestra meta con el objetivo de explorar  el inhóspito declive del cerro de Torre Pata. 

A una corta distancia, aún sin verlo, oímos amenazantes ladridos de un perro. Al avanzar unos cuantos pasos más y advirtiendo nuestra presencia, el canino ladró con más ímpetu. Ya, frente de nosotos, a fin de calmar su agresividad  y a la vez conquistar su confianza, Juan, desprendió la mochila que pendia de sus anchos hombros,  de esta prenda. extrajo una parte del fiambre que traía, entonces le invitó arrojándole por pedazos el pan untado con el queso fresco.

Al mostrarle nuestra amistad y llamar su atención con cariño, el simpático chucho, moviendo la cola peluda, se acercó a mi lado con familiaridad, oportunidad para acariciarlo y percibir que le  producia una sensacion de calma y placidez.

Momentos después, en plena ladera, nos refugiamos debajo de las frondosas y suculentas hojas de la planta silvestre, conocido como la achupalla. Debajo de esta planta medicinal nos pusimos a  honrar los benévolos atributos de la Pachamama ---la diosa de la tierra, la que concibe la vida, la madre protectora que protege, nutre y sustenta a los seres humanos y a toda entidad viviente---  con la sagrada hoja verde, la coca, el cigarro sin filtro y una copa de pisco, a manera de  cómo le ofrecían los hombres, originarios y sabios, de estos historicos y misteriosos lares.

Mientras tanto, así, como desde la casa, cuando abrimos poco a poco la cortina del cuarto con el propósito de ver el alba y el jardin florido, de manera similar, la niebla blanquecina se dispersaba con lentitud a fin de que nos permitiera contemplar con asombro, desde más o menos 4000 msnm, el hermoso terruño enclavado, ¡ahí!, en la profundidad de entre los cerros y nevados insondables.

En la lejania, logramos observar, detras de una casa, solitaria y rural, rodeado de corrales, una edificación en la forma de una torre hecho a base de piedras labradas. Acordando ir, luego de haber conocido el mudo y misterioso cerro.  

Cuando nos disponiamos a explorar las cumbres, desde lo alto, vimos salir de la vivienda a una mujer de una indeterminada edad, abrigada de un pañalon color negro y  sobre su cabeza tenia puesto el sombrero típico de la zona.  Parecía venir directo a nuestro encuentro, sin embargo, tomó una de las tantas  bífurcaciones del camino principal y se marchó  por la ceja del cerro, debajo de nosotros, desapareciendo de nuestra vista.  Luego de la  gratitud y ofrenda a la Madre-tierra, escalamos la tortuosa falda con paso pausado llegando a la cima del cerro. Nuestra sorpresa fue toparnos con una profunda quebrada. Las nubes cubrían a la Cordillera de Huayhuash. De pronto, en la profundidad del barranco, avistamos de nuevo a la mujer, dirigiéndose a paso ligero, por un camino angosto, quien sabe adonde.

Torre Pata además de ser un cerro mítico, guarda interesantes vestigios arqueológicos. Los maestros,  especializados en el curso de historia, deberian de venir, obligados, a este lugar junto con sus alumnos con el objetivo de conocer y estudiar su propia realidad, su identidad. Este hermoso lugar es un balcón sin par desde donde se puede apreciar con admiración y en casi su totalidad a la sensacional Cordillera de Huayhuash. Todo el atractivo e impresionante valle de Aynin. Los sobresalientes nevados de Tucu y de la Pampa de Lampas. Distinguir la cima circular de Capilla Punta con los dos recintos sagrados, del sol y el de la luna. Y por último, contemplar suavemente y sin prisa lo bello que es la patria chica. Visitar esta apartada y sugestiva demarcación es una maravilla. 

Descendiendo del pico del hasta ahora indescifrable cerro, nuestra inquietud, como el de un niño retozón deseando conocer, a cómo de lugar, lo desconocido, con paso circunspecto y sin perder el tiempo, tomando fotos, nos íbamos acercando al Torreón. Llegamos a la casa, de donde le vimos salir, hace unos instantes, a la señora. Dante, llamó a todo pulmón si había alguien más:

---¡Señora-a-a! ---Al no obtener respuesta, volvio a llamar con voz aún más potente:

---¡Amigo-o-o! ¡amigo-o-o!  ---Alrededor nuestro y de la vivienda, oímos tan solo al eco respondón, luego un absoluto silencio.

Por un instante perdimos la esperanza de conocer de cerca el remoto Torreón que estaba al otro extremo de la impenetrable vivienda de este lejano y despoblado paraje. Dante, desanimado, habló:

---¡Vámonos! Los dueños no están. 


Meditando por un instante y viendo con detenimiento los declives del cerro, descubrimos antiguos muros de piedra que nos llamó la atención, y a los tres, nos animó a continuar con nuestro viaje de errantes turistas por los rededores de los corrales inaccesibles y de la silenciosa casa. Trepando las ásperas faldas del cerro, de entre sus cumbres, de pronto,  se presentó el condor ---en la mitología incaica esta ave representa el mundo visible de arriba, el Hanan Pacha--- con su majestuoso vuelo. Dando vueltas y vueltas sobre nosotros se iba alejando poco a poco hasta perderse de nuestra  antenta mirada. 

Andando por estos lugares incógnitos, de repente, ante nuestros ojos ávidos de curiosidad se erguia, a través del inexorable tiempo, el hermoso Torreón de piedra. Aún estando algo alejados, a cada paso, nos deteniamos para observarlo con detenimiento y asombro. Al no hallar el sendero correcto que nos conduciría a conocerlo más de cerca, nuestra frustración fue mayor cuando nos dimos cuenta que nos habíamos distanciado del legado histórico de nuestros antepasados y al que siempre deberíamos rendirle nuestro homenaje,  preservando sus obras que perduran hasta hoy en dia gracias a su envidiable sabiduría en la especialidad de ingeniería y la arquitectura. 

Desanimados, en medio de un sepulcral silencio, ya nos hallábamos, en el otro extremo de la ceja del cerro por donde habiamos llegado. A pesar de ello, desde este lugar, para desahogar nuestra pena, encandilados, disfrutábamos del bello panorama del terruño, olvidando por un instante nuestra meta, el sueño de conocer el torreón. Este encanto que posee nuestro distrito, quizas sea el único que se mantiene de pié, intacto y resistiendo a los embates del feroz tiempo. Sin embargo, por la indolencia, el escaso  interés de las autoridades así como también de parte de la poblacion en general por preservar estos vestigios arqueológicos, está expuesto a su destrucción total por la naturaleza y las mismas personas, a su pronta desaparición.

Descendiendo por las abruptas faldas del cerro, Dante, que iba adelante, con prisa, habitual en él, encontró el camino principal. Deteniendo sus pasos en seco, y con suma atención, observa a su alrededor para decidir, entre los tres, nuestro infeliz retorno.

Por ventura, instantes despues, un muchacho se acercaba a paso ligero, llevando un par de porongos vacíos de leche. Para nuestra sorpresa,  era el joven que hace unas horas atras, a la 6 de la mañana,  nos había alcanzado en nuesto pausado paseo por el tortuoso e inclinado camino, también, venía de Chiquian. Nos saludó con un buenos días y pasó raudo llevando sobre sus lozanos hombros las planchas de calamina. Calamina para proteger la casa de la aún persistente lluvia.

Yo, mientras captaba, desde las laderas del cerro, algunas imágenes del hermoso paisaje del terruño y más allá, Juan, sentado, meditando quien sabe que,  y ubicados a una distancia poco más o menos a unos 70, 80  metros de Dante que platicaba con suma amistad con el  muchacho como si se conocieran de antes, de pronto oigo su voz estentorea:

---¡Bajen, rápido, nos va a llevar al torreón! ---al escuchar la buena noticia, de inmediato, guardé el celular, Juan dejo de meditar y nos encaminamos, casi corriendo, tras de ellos por el angosto y húmedo camino, al pie de las faldas del cerro, colmado de aromas de bosta y huellas de pezuñas de vaca.

Llegamos por fin a la entrada principal ubicado entre una pendiente abrupta, por el lado izquietdo, y una columna de piedras, al lado derecho. Al fondo, sobre la extendida planicie, se hallaba la casa campestre rodeado de varios corrales divididos por pircas bien conservadas.  Al caminar más adelante, sobre la grama cubierto de rocio y percibiendo la fragancia de las plantas silvestres, al girar la mirada por la diestra, al extremo de una circular y madiana explanada, al cabo de ciertas horas de caminata de chiquian a este desconocido pero importante lugar, por fin,  nos topamos con la obra de nuestra civilización pre inca, inca, casi  incólume, el torreón. Nuestra alegria fue mayor al estar junto a esta estupenda construcción, hecho por nuestros loables  antepasados.

Luego de haber fisgoneado, con minuciosisad, todo el interior y exterior del torreón, meditaba con pena e impotencia por la ausencia del interés de salvaguardar esta reliquia histórica, hoy, copado de yerba agreste. 

Al retornar, caminaba con pasos pausados. Me despedí del joven  en el momento que estaba, en uno de los corrales, apartando el becerro de la vaca, y aproveché para preguntarle con voz de agradecimiento:
---¿Cómo te llamas?

---Yonel, me llamo Yonel

---Muchas gracias Yonel, por tu amable hospitalidad, ahh, tienes trabajo en el torreón, si puedes, date un tiempo para limpiarlo de las malas yerbas. ---le dije en broma.

---Si, si, eso estaba pensando, lo voy a limpiar. 

---Urgente nececita una limpieza total. ---le respondí y de nuevo me despedí.

Ya cerca de la salida y detrás de mí, escuché su voz aguda, empujado por el suave viento.

---¡Amigo-o-o!  ---al tornar la mirada ya estaba de frente a mí, ofreciendome su producto:

---¿No desea un molde de queso?  ---Sorprendido de tanta amabilidad, no supe que decir.

---Mmm, no te molestes, venimos de paseo... ---sin dejarme de terminar de hablar, dijo:

---No, no se preocupe, ahora mismo voy.  ---Mientras el bondadoso muchacho iba por el alimento ofrecido, yo, llamaba con voz palpitante a Dante y a Juan que se habian adelantado. Juan se presento, Dante se quedó esperándonos. 

Del fondo de la casa, el muchacho volvia a toda prisa trayendo entre sus manos el molde de queso. 

---¿Por favor ---le dije ---puedes partirlo en tres partes? ---fue por el cuchillo, momentos después lo partió. Y en recompensa a su generosidad, como en los tiempos del trueque, le ofrecimos nuestro fiambre. 
 
El Pichuychanca.
Chiquian, Torre Pata, 3 de febrero 2022

Aqui algunas fotos más de nuestro periplo por el inhospitalario cerro de Torre Pata. No obstante, guarda muchas reliquias de nuestros antepasados.


Encuentro con el noble chucho, guardian del cerro de Torre Pata. Foto cortesía de Dante Aldave.


Dante, Contemplando el panorama del terruño


Desde el fascinante cerro de Torre Pata se puede observar el perfil del cerro circular de Capilla Punta y en su cumbre los dos recintos sagrados, del sol y el de la luna.

Chiquian, incrustado entre cerros y nevados enigmáticos, y el hermoso valle de Aynin.

Contemplando el hermoso paisaje del Terruño. Foto cortesía de Dante Aldave.




Nuestra primera vista del Torreón, aproximadamente a 300 metros de distancia.







Por fin, junto al hermoso Torreón que indemne se yergue a través del inexorable tiempo.








Vista panorámica desde la entrada al Torreón

Despidiendonos del Torreón, retorno al terruño.

El Pichuychanca.

Chiquian, Torre Pata, 3 de febrero 2022

Aquí mas fotos de nuestra segunda visita, en el mes de noviembre 2022, al Torreón de Torre Pata.

Cordillera de Huayhuash, visto desde la cumbre de Torre Pata

El terruño, enclavado entre nevados, cerros y el Valle de Aynin. Visto desde la cumbre de Torre Pata


Caminando, caminando y contemplando los sobrecogedores paisajes del terruño. 


Ya descendiendo de una de las cumbres, mi espíritu se regodea de emocion al contemplar el 2do nevado más alto del Perú

El Torreón. Visto desde las faldas muy inclinadas del cerro de Torre Pata.







en nuestro regreso, esta vez con direccion a Capilla Punta, en el camino nos topamos con este antiguo muro abandonado

Chiquian, foto captada antes de llegar mas arriba de la Cascada de Putu. 





Hombre místico, haber si lo notan.

Hombre de pié, en la entrada de una caverna, parece estar meditando al costado de la cascada y observado por atenta mirada de su discípulo.

El Pichuychanca
Chiquian, Torre Pata, 22 de noviembre 2022


viernes, 22 de marzo de 2024

Mágico atardecer.


En horas de la tarde, desde el prolijo balcón de la casa de mi hermana, al contemplar el intenso y limpido cielo garzo, me animé a salir de paseo por el angosto y asfaltado corredor que conduce al mirador del atractivo pueblo de Marcará, (Markajara, pueblo donde produce abundante maiz)

Cuando con pasos circunspectos me aproximaba a mi sino y numerosas personas de  heterogénea edad, todas muy respetuosas,  se cruzaban en mi pausado andar, en ese instante, el sol marcarino, en su lento ocaso, con sus postreros e infinitos dedos amarillos, matizaba a los suaves algodones del aún cielo claro  de cálidos y llamativos colores. Halla, en  el horizonte.

Ya, de pié, en el mirador, ubicado sobre una colina, al borde del Centro Poblado de Shumay, (tierra de mujeres guapas) con el cuerpo tiritante de frio,  con la piel escarapelada de emoción, con mis  otoñales luceros, con la boca abierta de manera desmesurada y con los labios ateridos en la forma de O, me deleitaba, me maravillaba de ver tan singular y mágico atardecer. 

El Pichuychanca.
Marcará, 29 de junio 2022

Gracias a la cámara del celular, les comparto algunas fotos y videos. Espero que sea se su agrado.

Son las 6.15 p.m. Desde Marcará, silueta de la cima del Huascaran.


Son las 6.35 p.m Desde el corredor y mirador, el nevado de Copa.
K
En pleno ocaso del sol, el lindo atardecer mostrando los multiples y variados colores.

Simplemente, hermoso



El nevado de Copa. Vista desde el mismo pueblo.




El Pichuychanca

Marcará, 29 de junio 2022


P/d. Mi gratitud eterna a ustedes amables amigos y por lo tanto lectores ávidos de recibir, de hace 6 años,  información, ensayos, relatos, poemas, fotografías, costumbres y tradiciones de nuestra patria chica, "La Incontrastable y generosa villa ciudad de Chiquian" a través de este blogger denominado o conocido como: "El territorio del Pichuychanca" o "contracorriente del pichuychanca". del cual les invito a seguirme directamente por este medio.

Agradecer de todo corazón por sus apreciaciones, comentarios y felicitaciones que animan a continuar con esta labor desinteresada pero con el espiritu enorme de colaborar con un granito de arena y con el ferviente  entusiasmo  de revalorar la CULTURA de nuestra provincia.