miércoles, 27 de septiembre de 2023

Hermano Perching


Hermano Perching


Hermano Perching, 
recuerdo cuando era todavía un indefenso niño,
por el patio secular de la casa materna,
en verano alegre, en invierno triste
en hora matinal o en el ocaso del sol,
corriendo, corriendo detrás de ti iba,
en busca de seguridad y de amor fraternal.

Hermano Perching,
fue un domingo en un momento de descanso,
cuando muestra madre 
de negra cabellera y ojos como granos de café,
desde el flanco del jardín de florido rosal
y debajo del manzano, planta y árbol
plantado por ella y la tia Lidia,
por el viejo y misericordioso portón
desmelenado te vio ingresar,
todo impetuoso, todo bullicioso, todo jubiloso,
y el religioso silencio del idílico patio rompiste.

Alta la cabeza, erguido el delgado cuerpo,
hermano Perching, sin advertir,
delante de nuestra madre de corazón enorme,
pasabas con pasos pausados,
y con anchurosa sonrisa en tus ojasos.
En los inflados bolsillos del pantalón magullado,
traias frijoles por el premio ganado, hallá,
en las calles empedradas
en la dura contienda del juego de las canicas.

Hermano Perching, adolescente tú,
entre todos tus camaradas
siempre erguido, con aire osado andabas.
La flamante ropa delineaba tu cuerpo
apuesto y airoso, flexible y esbelto.
Por aquel entonces
el embrujo de tu mocedad era la causa
de miradas fijas,
de miradas intensas, 
de miradas sugestivas
de ruborizadas mozas de negros ojos
cuando alborotadas te veian caminar
por la centenaria plaza, 
por las angostas aceras,
por debajo de las ventanas de sus bucolicas casas.

Hermano Perching, monótono y lento 
a pasado el rudo tiempo, 
con sus llamativas primaveras 
con sus melancólicos otoños luego,
con sus negras tardes de invierno después.
Estando yo en el secular patio de la casa materna,
solo y nostálgico, 
meditando y recordando
de tus infantiles travesuras,
de tu adolescencia ardiente
se asoma tu rostro infantil en mi memoria otoñal,
y de mis ojos tristes saltan silenciosas lágrimas de hielo.

Hermano Perching,
hoy, es una mañana de estío primaveral.
Han corrido los años, ha pasado mucho tiempo.
De cabello cenizo a sembrado mi sien el feroz tiempo.
Solo y nostálgico todavía guardo el recuerdo
de nuestra feliz infancia de ayer.


El Pichuychanca.

Marcará, 27 de setiembre 2023.

En Chicuito Callao: Norma, Charo, mi Madre, yo, Hugo y Perching. Foto de la derecha: Perching, Hugo, Erich, mi madre y Norma. Calle Tarapacá, Chiquian.

Erich, Hugo y Perching.

Norma, mi tia Lidia, Vicky, Erich, Perching, Hugo y mi prima Charo. Foto del lado derecho Hugo y seisito.

Perching.

Hugo, Perching

Con mi hermana Vicky.


P.D.- Hoy 28 de de setiembre dedico este poema a mi hermano Perching por un año más de vida. 
Feliz natal querido hermano. 


sábado, 23 de septiembre de 2023

Pavarotti y sus amigos

El vuelo de los pajaros no tiene fronteras, vuelan sin pedir permiso ni preguntar a nadie y sin pasaporte. Aves migratorias se trasladan cientos, miles de kilómetros, de un pais a otro sin necesidad de pasar por las oficinas de migraciones. Del mismo modo, la música viaja con sus cadencias y sonidos particulares por todo el planeta. 

En esta oportunidad recordamos al tenor Pavarotti y sus amigos en uno de sus apoteósicos conciertos. 

Pavarotti & Barry White. My first, my ladt...
Excelente canción. 


Pavarotti U2 Bono 
Mis Sarajevo
Cuando la OTAN destruyo la gran nación de Yugoslavia. En plena guerra organizaron el certamen de mis universo.




El Pichuychanca.

Chiquian, 22 de marzo 2022

sábado, 16 de septiembre de 2023

Yo no canto por cantar

 


Yo no canto por cantar


"Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón.
Tiene corazón de tierra
y alas de palomita,
es como el agua bendita
santigua glorias y penas.
Aquí se encajó mi canto
como dijera Violeta
guitarra trabajadora
con olor a primavera.
Que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas,
que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas,
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una lonja
hasta el fondo de la tierra.
Ahí donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente 
siempre será canción nueva" 

Victor Jara

El Pichuychanca.

Marcará, 22 de setiembre 2022



Cuando voy al trabajo


"Cuando voy al trabajo
pienso en ti,
por las calles del barrio
pienso en ti,
cuando miro los rostros
tras el vidrio empañado
sin saber quienes son, donde van.
Pienso en ti,
mi vida, pienso en ti.
En ti, compañera de mis días
y del porvenir
de las horas amargas
y la dicha de poder vivir,
laborando el comienzo de una historia
sin saber el fin.
Cuando el turno termina
y la tarde va
estirando su sombra
por el tijeral
y al volver de la obra
discutiendo entre amigos
razonando cuestiones
de este tiempo y destino,
pienso en ti
mi vida, pienso en ti.
En ti, compañera de mis días
y del porvenir
de las horas amargas
y la dicha de poder vivir,
laborando el comienzo de una historia
sin saber el fin".

"Cuando voy al trabajo", Víctor Jara.


El Pichuychanca.
Chiquian setiembre 2022

viernes, 8 de septiembre de 2023

Dos genios rebeldes se saludan

 

Reseña de No se parece usted a nadie. La correspondencia entre Flaubert & Baudelaire (Ed. de Ignacio Echevarría, Alpha Decay, 2023)

Dos genios rebeldes se saludan

Por Jesús Aller | 07/09/2023 | Cultura

Fuentes: Rebelión

Si nos fuera dado pasear por aquel París de 1860, vallado y enfangado con los proyectos de Haussmann, el destino podría depararnos un encuentro con dos hombres que conversan apacibles en un bulevar y reconocer, por los retratos que de ellos nos quedaron, a los dos promotores más significados de la modernidad literaria.

Son burgueses por su vestimenta, y jóvenes, aunque ya a las puertas de la madurez. Uno, de estatura mediana, muestra abandono y un gesto enfurruñado, mientras asoman a sus ojos de acero las turbulencias de una gran frente despejada. Corpulento el otro, luce melena de calvo y bigote de morsa, y contempla todo sagaz con sus ojos azules y saltones. No hay confusión posible, son Charles Baudelaire y Gustave Flaubert.

Los dos han nacido en 1821 y presentan otros paralelismos en su biografía, escudriñados por Ignacio Echevarría en el revelador prólogo de su edición de la correspondencia entre ambos (Alpha Decay, 2023). Fueron las suyas vidas marcadas por amor materno y un trasfondo de misoginia, con relaciones difíciles con cualquier mujer que no fuera la progenitora. Sin embargo, Gustave consiguió ceñirse a una rutina férrea de trabajo en su Ruan natal, aunque con escapadas cada poco Sena arriba, mientras que Charles sucumbió sin remisión al embrujo de París.

A fin de cuentas, el paralelismo entre ellos es sobre todo porque los dos fueron capaces de poner, uno la narración y otro la poesía, en la encrucijada de su tiempo. Justo cuando un nuevo orden social había consagrado el culto al dinero y la literatura acababa de poner a punto un realismo que diseccionaba el mundo, ellos aportaron su genio para que brillaran en su más alta proyección artística los sentimientos dominantes de la nueva era: el asco y el aburrimiento. Sin embargo, en aquella crisis de valores ninguno de los dos, aparte de algaradas juveniles en el 48, articuló su repugnancia al orden burgués en una crítica social. Su alternativa fue más bien una torre de marfil de aristocracia espiritual; un pozo de alienación, en resumidas cuentas.

Charles Baudelaire, minado por los excesos, falleció en 1867, el mismo año en el que nacía en Nicaragua Rubén Darío, porque siempre ha de haber un poeta excelso sobre la tierra. Gustave Flaubert sobrevivió a su amigo doce años no demasiado felices, marcados por dificultades pecuniarias y el rechazo de público y crítica a sus últimas obras. Póstumamente aparecerá la inconclusa Bouvard y Pécuchet, en la que según el certero juicio de Echevarría, el de Ruan “destiló todo su odio a la sociedad y la cultura burguesas”.

Las cartas

La edición recoge las catorce cartas conservadas de las que se cruzaron Flaubert y Baudelaire, nueve escritas por el primero y cinco por el segundo. Son misivas no demasiado extensas, pero con reflexiones muy reveladoras y muestras continuas de la alta estima que se profesaban los dos escritores. Las comunicaciones son muchas veces la respuesta del novelista a una petición o al envío de alguna obra propia por parte del poeta, con lo que afloran en ellas aspectos biográficos clave de la trayectoria del último.

Así, tras recibir Las flores del mal en 1851, Flaubert comenta la impresión favorable que le ha producido su originalidad: “No se parece usted a nadie” llega a decirincluso su “aspereza”, y que el autor haya sido capaz de rejuvenecer el romanticismo haciéndolo clásico. Cuando Baudelaire es denunciado por la supuesta inmoralidad de su poemario, Flaubert, que había logrado hacía poco salir absuelto de un proceso similar contra su Madame Bovary, expresa sincera solidaridad a su amigo. En este caso, sin embargo, el tribunal condena lo que cree encontrar en el libro de “realismo grosero y ofensivo para el pudor”. En esta época, Baudelaire se siente muy próximo a Flaubert y se complace cuando desde la prensa los enlazan en sus insultos, como si algo de la gloria que el novelista acaba de conquistar alcanzara con ello a un poeta aún no demasiado conocido.

Cuando Gustave recibe en 1860 el envío de Los paraísos artificiales, alaba el libro en la carta más larga conservada, aunque reprocha a su amigo que se refiera en su texto a la intervención de un “Espíritu del Mal”, reveladora a su juicio de influencias católicas. Charles replica defendiendo su fe en la existencia del Diablo, de la que añade: “todo el siglo XIX conjurado no conseguirá que me ruborice”. No son raros, entre los que trataron a nuestro poeta, los que aluden a un cierto “aire clerical” en él. El escritor y fotógrafo Maxime Du Camp llegó a verlo como “un joven diablo que se hubiera hecho ermitaño”.

El último bloque de cartas corresponde a 1862, cuando Baudelaire solicitó a Flaubert ayuda en su alocado proyecto de presentar su candidatura a la Academia, comentado con escándalo y rechifla en el París literario. Gustave no intenta disuadirlo, pero hace patente su estupor: “¡Insensato! ¡Pretende usted que la cúpula del Instituto se derrumbe!” El poeta responde que el suyo es un gesto de desafío que considera legítimo, una reivindicación de “la literatura pura” que él cree encarnar. Se revela aquí la distancia entre los dos amigos a pesar de compartir credo estético; Gustave ya reconocido e incluso aclamado, con la vida materialmente resuelta, se dedica a construir su obra en su retiro normando, mientras Charles, lidiando con pobreza, mala salud y adicciones, y valorado sólo por unos pocos, se empeña en una cruzada por el nuevo arte que sólo le trae desdichas.

La herencia del genio

Esta preciosa edición de la correspondencia entre Charles Baudelaire y Gustave Flaubert, enriquecida con abundantes anotaciones y una cronología de ambos, nos aproxima a aquel ambiente del II Imperio en que dos “trabajadores de la pluma” se apoyaban mutuamente en sus desvelos con frases amistosas. Resulta sugestivo comprobar cómo el espíritu de los dos aflora en las cartas a través de los asuntos formales que las motivan, y la cortesía parisina que preside todo nos anima incluso a imaginar un encuentro con ellos en un bulevar. La raíz de esta atracción que ejercen sobre nosotros sólo la hallaremos en el significado profundo que hoy atribuimos a sus libros.

Mientras el tiempo pasa y quiere enterrarlo todo, los dos lejanos personajes nos resultan fascinantes porque, más allá de los afanes de sus días, enfrentaron un reto de sumisión y conformismo, y consiguieron dejar palabras vivas que transcriben como nadie había sabido hacerlo el maleficio de su época.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

El Pichuychanca

Chiquian 8 de setiembre 2023

martes, 5 de septiembre de 2023

Es un pedazo del alma

 El arte de la música no tiene frontera ni bandera. Oír estas canciones en la voz inconfundible e incomparable de Omara Portuondo, acompañada de extraordinarios músicos, estoy seguro que rompe el corazón a más de uno. 

"Veinte años"

Es un pedazo del alma que se arranca sin piedad. 

Maravillosa canción


"Dos gardenias" y "besame mucho"


El Pichuychanca

Chiquian, 5 de setiembre 2023