viernes, 23 de febrero de 2024

El juego del amor




 El juego del amor



El amor es peor que la ansiedad:
te abrasa y devora sin piedad.

Del fuego, uno se salva si se aleja,
pero este fuego interno no te deja.

Pues es eterno y conocido lema
que cuanto más te alejas, ¡más te quema!

Munín Kanoátov
Poeta de la Unión Soviética.

El Pichuychanca.
Chiquian, 15 de febrero 2022




viernes, 9 de febrero de 2024

Tulpusidas en el añorado canal

Jupash, oleo de Ecush
¿Cuándo y quienes lo construyeron? ¿Existe una fecha de su registro inaugural de cuando se echó a correr el agua cristalina, rumorosa y alegre, por el inclinado y divino canal?

Agua, sustancia de vida, que procedía de dos lugares históricos: uno, del remoto y munífico puquial de Parientana, y el otro, venia como una cinta blanca serpenteada, de la acequia de Chicchog, culminando su fogoso recorrido en el lugar denominado fragua. Los dos conductos, al unirse en matrimonio, generaban el otrora y añorado canal de Jupash.

Mi tributo a los hombres de envidiable paciencia y de campesina sabiduría que construyeron, en exhausto y arduo trabajo, el extendido y espléndido canal. Canal hecho, tal vez en tiempos de estio primaveral o bajo la llovizna invernal, con manos ateridas, encallecidas y con un alto grado de conocimiento en arquitectura y diseño. Cauce situado en el corazón de la jubilosa calle Figueredo del cálido barrio de Jupash. Una obra maestra.

Las piedras, en la forma de losa, acarreados de lugares ignotos, acaramelados como flamantes novios, en perfecta armonía y exactitud, se hallaban adheridas una tras otra tanto al ras del piso oblicuo como en los muros de contención que a través del severo tiempo resistieron por decenas o quizás por centenas de años. En las orillas del viejo canal, yacían mudas piedras de regular tamaño, labradas con un alto nivel de habilidad en la figura impecable de un cuadrado y de un rectángulo.

En las frías mañanas, arrulladas por el diagonal y la incipiente luz amarilla del sol, las resueltas lavanderas del pueblo, presurosas, se acercaban al apacible canal cargando sobre su vigorosa espalda el morral atestado de ropa. La concurrida orilla, en presencia de estas mujeres de un dialogo ilimitado, fluido, apasionado e inconfundible se transformaba en una fiesta matinal.

Todo comenzaba con el murmullo risueño del agua reflejado por la tibia lumbre de la estrella del dia y la persistente e intensa habladuría de las mujeres, aplicadas en su ardua tarea en el inclinado borde del canal. Mientras propalan como un reguero de polvora, de boca en boca, desde la primera hasta la ultima mujer lavandera, los ultimos acontecimientos y novedades del pueblo, con ánimo, agitan con sus manos ateridas, a menudo y veloz, las prendas húmedas colmado de blancos borbollones.

Llega el mes de febrero. En los alegres dias de carnaval, al atardecer, cuando en el lento declinar del sol sus bermejas luces titilaban sin fuerza sobre el agua del manso canal, era el momento en que los mozos y las mozas, delante de los chuichis* de sonrisas ingenuas, de los padres y abuelos con gesto alegre y aveces de pocos amigos, apresurados cogían con los recipientes el valioso elemento líquido y lanzándose mutuamente el agua fría, quedaban empapados por completo, quedando con los cuerpos yertos tanto de uno como del otro contendiente. Si por a o b, desaparecía el recipiente, osados jóvenes atrapan a las distraidas muchachas, la hualpaban** y en vilo la llevan al canal con el proposito de tulpusirlas*** en el agua que sin inmutarse dichosa seguía corriendo por su cauce. Luego de esta barahúnda juvenil, la ropa húmeda abrazaba el pecho de las mozas y el sol, escondido entre nubes lisas, jovial, contemplaba las torneadas y bronceadas piernas.

El susurro del agua de aquel canal añorado, hasta hoy en día, a quedado grabado con tinta indeleble en mi otoñal imaginación. Sin reparo y con garrafal oscurantismo sobre el símbolo heredado de nuestros ancestros, valorado hasta entonces, por orden de autoridades insensatas,  fue sepultado de modo artero y sin piedad con el esperpento del cemento.   

El pichuychanca.

Chiquian 2 de mayo 2021

Notas

(Chiuchis)* infantes, niños

(Hualpar)** cargar.

Hualpaban = cargaban

(Tulpusir)*** hundir en el agua

Tulpusiar = hundirla en el agua


Calle Figueredo. Otrora canal de Jupash. Cortesía, oleo del pintor Máximo Ñato Gamarrara

Actual calle Figueredo 1ra cuadra

Actual calle Figueredo. 1ra cuadra

Chiquian vista panorámica desde las faldas de Cspilla Punta


lunes, 5 de febrero de 2024

A mi hermano, Erich



 A mi hermano, Erich


Oyes, hermano mío,
los vientos de Jircan,
cerca de nuestra casa, 
ya empuja el tonante trino de los pichuychancas
  
Ves, hermano mío,
como la lluvia moja
la cumbre de los cerros 
donde florecen alzadas rojas flores.

Ves, hermano mío,
como el sombrío cielo 
se pinta de rojo
Por el exaltado, zigzagueante  relámpago.

Oyes, hermano mío,
el estruendoso trueno que revienta en el cielo.
Al rio Aynin que ha crecido su cauce
que su torrente parece plomo fundido. 

Oyes, hermano mío,
el arrullo del agua del patio de la casa
que alegra los sueños cual primera canción primaveral
que trasciende en los callados prados. 

Oye, Erich, hermano mío,
¡regresa en el ala de un pichuychanca!
—te oigo querido,
Si bien es amplísimo mi desasosiego 
bajo la tierra sin igual de Chiquian.

Sobre nosotros los años pasan lejanos.
Sobre la tumba de los combatientes,
Como los truenos en la tormenta…
De huésped mi alma envío,
Ya que no puedo sacudirme estas peñas,
Y un camarada reposa en mi brazo. Tú, mi hermano.  

El Pichuychanca.
Chiquian, Jircan, 5 de febrero 2023