viernes, 28 de junio de 2019

Derribó por la tarde el guardabosque

Chiquian

Derribó por la tarde el guardabosque


Derribó por la tarde el guardabosque
 un roble corpulento, gigantesco,
  y luego en la ladera, con el hacha,
   sus ramas cercenó muy presto.
    Seguro que al llegar la primavera,
     cuando el monte se despierte de su sueño,
      de menos echará algún caminante
       el árbol que crecía al ras del suelo.
        Al oquedal su muerte no le aflige:
         ¿qué importa un árbol más o un árbol menos?
          Pero a mí me entristece y me sorprende
           ver al rey de los bosques en el suelo,
            privado de su copa exuberante,
             convertido en un triste madero.

              Medea Kajidze
               Poetisa de la Unión Soviética    

jueves, 20 de junio de 2019

Riachuelo

Aurora en el Valle de Aynin

Riachuelo


En mi caminar recoleto
al rayar el hechicero día,
voy por el cóncavo lindero,
voy por el bucólico camino
    del predilecto terruño campero.

De súbito, confluyo
con el sordo run run
del jubiloso riachuelo
que arrastra agua clara.              
   
¡Oh! Riachuelo.
no intuyo adónde vas,
no intuyo de donde vienes. 
 
¿Arribas de cerros  enaltecidos,
donde germinan los humedales? 
    o ¿de generosas montañas albinas?  

¡Oh! riachuelo saleroso,
sin darte por enterado
de mi repentina presencia,
alegre corres,
y corres piedra sobre piedra,
y entre nobles orillas, llevando
agua aún no contaminada.


Atravesarás extensos valles,
atravesarás extensos campos,
atraveserás perpetuos barrancos.
Y dotarás de cálida primavera
y dotarás de ventura al pueblo
de gente altruista y laboriosa. 


¡Oh! Magnánimo riachuelo
rodeado de frondoso arbusto,
el negro corcel, de gallardo paso,
el señorial toro, de asta torneada,
y los demás mamíferos de cuatro patas,
sedientos, se aproximan a la orilla, 
para abrevar tu milagrosa agua cristalina.


¡0h! munífico riachuelo,
al borde de tu dulce cauce
el cautivador ruiseñor,
el cantor pichuychanca, 
surcando sobre la extensa arboleda,
agotados, de ignoto lugar llegan.

Prestos y por breve tiempo, 
trinan con majestuosidad
que hasta el eco,
escondido en la quebrada,
sonoro responde.
Se posan en lacónicos hoyuelos
y avistan inquietos, ora aquí ora allá,
y ávidos, hunden su rugoso pico
en tu clara agua calmada,
aplacando su sed apremiante.

    

¡Oh! Generoso riachuelo,
los escasos agricultores
de tez requemada,
de manos surcadas
luego de haber regado
con esperanza y dedicación, 
los fecundos campos sembrados
de papa, maíz y trigo, con tu próvida
agua, de pronto, aspirando a tierra húmeda,
serán cosechados con el corazón colmado de júbilo     
        
     El Pichuychanca
      Chiquian mayo 2019 

jueves, 13 de junio de 2019

Gol histórico, inolvidable atajada. AIB

Un grupo de jóvenes entusiastas,  dedicados al transporte y al comercio, atraídos por el futbol, deciden fundar el Club Atlético Tarapacá, CAT, en el célebre día 27 de Noviembre del año 1939. Próximo a conmemorar el ochenta aniversario de su creación Institucional, Deportiva y Cultural, en su largo historial deportivo ha legado un sinnúmero de apasionantes lauros para la satisfacción de los directivos e ilimitados simpatizantes, como el inolvidable campeonato por el aniversario del Cincuentenario de la Provincia de Bolognesi. Del mismo modo, cuando eran invitados a participar en importantes jornadas de futbol por todo el Callejón de Huaylas, volvían triunfantes dotando de prestigio al futbol chiquiano, 

Una de las últimas acreditadas historias, lo realizaría en los primeros años de 1980, cuando el CAT fue admitido, luego de muchas y arduas pugnas, para participar en el prestigioso campeonato de futbol organizado (en los momentos de apogeo de vida colectiva e institucional) por la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB) –fundada en Lima- aglomerando a sólidos y pujantes equipos de los veintitrés distritos de la Provincia Bolognesi.    

A partir de la quincena octubre, en plena festividad religiosa limeña, a mediados de diciembre del año 1979, se congregaban, con puntualidad, los delegados de los 23 distritos de la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB) en la casona colonial ubicado en las tradicionales intersecciones del jirón Huancavelica y de la Unión, en el Centro Histórico de Lima. A las reuniones de los días viernes por la noche, ingresaban por el portón que da al Jr. Huancavelica y subían por la ancha escalera de mármol con barandas de madera brillando por su esmerado cuidado, llegando al quejumbroso y encerado balcón, giraban a la derecha. En el sombrío crepúsculo limeño, el viento apacible barría aromas de construcción antigua y a telas recién cortadas, don Alejandro Alvarado Gamarra,  se dedicaba a la sastrería. Caminando unos 10 metros, arribaban al vasto local que era compartido con su hermano Gregorio Gamarra, éste, de corazón magnánimo, cedía un espacio para las acaloradas sesiones, culminando en regañadientes y pacíficos acuerdos. 

El Ingeniero Iván Robles Moreno, de mediana estatura, de tez prieta y de andar pausado, hombre institucionalista, preocupado y a la vez apasionado de inscribir a la institución deportiva por el que se había inclinado desde muy joven, como arquero del CAT, con perfil bajo, en el frio otoñal de los días viernes, por la noche, concurría con frecuencia a estos encuentros y asambleas para hermanar a la muchedumbre de la Provincia de Bolognesi a través del deporte, de modo especial, con el futbol. Desde el año anterior ya había intentado inscribir a su entrañable Institución, sin alcanzar su propósito.


El ingreso del CAT para  participar en este nuevo certamen, estaba dividido. Unos apoyaban, y otros se oponían, de modo absoluto, argumentando que por cada Distrito participaría sólo  un equipo. Chiquian, estaba representado, por el Sport Cahuide, rival histórico del Tarapacá, interviniendo en este torneo muchos años atrás. Después de numerosos alegatos, los representantes de cada distrito se sometieron a dar su voto sobre su admisión. 

Al mismo tiempo, la Institución del Centro Unión Hijos de la Provincia de Bolognesi (CUHPB) entraba en una etapa de reorganización, pronto a organizar su campeonato y como uno de los integrantes de esta entidad, el Club Chiquian (CCH), no estaba ajeno. El CUHPB, por breve tiempo, hasta cuando las actividades deportivas, sobre todo el futbol, intervinieran oficialmente en el campeonato,  cada domingo, realizaba actividades deportivas no oficiales con una asistencia masiva de Bolognesinos y, el equipo de futbol del CCh estaba representado por una nueva generación de excelentes y jóvenes futbolistas, ardientes de triunfos, la mayoría de ellos eran jugadores de CAT. Estas actividades de confraternidad Bolognesina, se realizaban en el Estadio Alejandro Villanueva del Rímac. Villacampa  

El CAT, atreves de la determinación y fogosidad del Ingeniero Iván Robles Moreno, para la dicha de sus simpatizantes, por fin, fue admitido en la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB) por un margen de aprobación del 55% de votos de los representantes de los Distritos de la Provincia de Bolognesi. Cuando los directivos del Club Chiquian, adherido al CUHPB, habían inscrito al equipo con el nombre de Club Chiquian y los ávidos futbolistas del Tarapacá, equipo de vasta tradición y de sus sueños, al enterarse de que el CAT había sido afiliado en la AIB, decidieron, con nostalgia y haciendo tripas corazón, marcharse al club de sus simpatías.. Donde realizarían gloriosas tardes de futbol en el Estadio de la Unidad Vecinal del Rímac, ubicado exactamente a la espalda del Cine Madrid.   

De inmediato y con premura, el Ingeniero Iván Robles Moreno, junto con los socios y simpatizantes del CAT, convocaron a una asamblea extraordinaria para formar un comité electoral y elegir, de manera formal, a sus representantes. A falta de quórum, fueron elegidos como Presidente el Señor Peli Balarezo y como Vicepresidenta la Señora Blanca Carrera. Elegida como Secretaria, Zoila Calderón Vicuña y  como Tesorera, Carmen Robles Moreno.

Una de las enormes inquietudes del club, era lo económico. Con urgencia, citaron a los socios a una sesión para formar una comisión, el motivo, recaudar fondos para la inscripción a la Asociación de Instituciones Bolegnesinas (AIB), siendo elegidos, bajo juramento y responsabilidad, a los jóvenes entusiastas Willy Robles y Erich Vílchez. Se hallaban contra el tiempo. 

Realizando voluntades decididas y desinteresadas, por cariño a su club el CAT, a veces dejando de ir a estudiar y  algunas de sus responsabilidades personales, iban en busca de los principales socios y simpatizantes que residían en los distintos Distritos de Lima. La cuota recaudada hasta entonces, a unos días del cierre de las respectivas inscripciones, a duras penas rozaba el sesenta por ciento. Desalentados, cierta tarde fría y nublada de uno de los últimos días del  mes de noviembre, en una de las calles estrechas del Centro Histórico de Lima, Erich y Willy convinieron en encontrarse, en el transcurso de dos días, en el lugar de las reuniones del  AIB, el taller de Don Alejandro Alvarado Gamarra. Llegando a la hora del día señalado, ansiosos por no haber llegado a la meta, desesperados, les parecía imposible realizar la inscripción del Club. Entre Charla y charla de los jóvenes comisionados, sobresaltados, no tenían idea a quien acudir. Don Alejandro que estaba a unos metros, arrellanado de cara a la máquina y pedaleando, logró escuchar aquella abatida plática, intervino con discreción, con voz pausada, les reveló: 

---Jóvenes, hay un amigo mío que va al estadio acompañando a varios paisanos y les ha visto jugar desde hace varias semanas en el CUHPB, se ha quedado prendado y admirado de lo bien que juegan y se ha hecho un seguidor más de ustedes ---hizo una pausa, Willy y Erich sorprendidos, entornaron los ojos y escuchaban con mucha atención, continuó ---yo lo conozco, es mi tocayo y es de Cajatambo. Se llama Alejandro Rojas. Aquí, en este local, también se reúnen los delegados de la Provincia de Aija y los Distritos de la Asociación Cajatambina, por esta razón es que lo conozco desde hace muchos años atrás. Mi amigo tiene una tienda en las Galerías Ayacucho que está ubicado en el Mercado Central. Estoy seguro que si recurren donde él, estará llano de colaborar con la admisión del CAT ---Después de haber revelado el nombre del hombre que había simpatizado, desde que los vio jugar por primera vez, a aquellos excelentes futbolistas, les dio la dirección de su tienda y les despidió deseándoles ventura en la misión encomendada.

Caminado por las calles angostas, de atractivos balcones coloniales y concurridos por el gentío,  llegaron a la tienda anunciando sus nombres y por quien habían sido enviados. El Señor Alejandro Rojas, de inmediato y con afecto les atendió. Estaban sentados a cada lado del escritorio. Erich tomó la palabra, sincerándose, le contó todo lo acontecido acerca de la admisión y el costo de la inscripción a la Asociación de Instituciones bolognesinas (AIB). Habló con voz trémula: ---Es por eso que acudimos a Ud. sabiendo de su generosidad y la alta voluntad de colaborar para la afiliación de nuestro club que vence en unos días. ---Mirando a los ojos agitados de los jóvenes, les peguntó con voz amigable, ---¿Cuánto les falta para la inscripción? ---respondieron al unísono, poco más o menos en coro: ---¡Nos falta el cuarenta por ciento! ---al notarlos sobresaltados, sin rodeos, el Sr. Rojas les dijo: ----Calma, calma ¿y cuánto es en dinero? ---Erich que llevaba la cuenta de los aportantes le mostró la cantidad asignada que faltaba. Al ver el monto restante, abrió uno de los cajones del escritorio, asió el dinero, lo conto y en el momento de su entrega, expresó: ---Seré uno de los primeros en llegar al estadio para verlos jugar, tan bien que lo hacen ustedes. Hasta pronto y éxitos por la misión encomendada- Colmados de alborozo, se despidieron con cordialidad, agradeciendo su desprendimiento y filantropía. 

De regreso, caminando de nuevo por las calles invadido por  comerciantes bullangueros apostados en las aceras y la muchedumbre que se acercaban para realizar sus respectivas compras, maquinalmente, en medio de ese gentío, Erich y Willy cruzando sus miradas con la sonrisa a flor de piel, uno le decía al otro: ---"Por fin, nuestro esfuerzo valió la pena, hemos cumplido con nuestro objetivo".  

***

Aquella generación de brillantes y jóvenes deportistas dedicados al futbol amateur, que habían sido influenciados desde su infancia, sea la forma y las circunstancias que fuera, por la identificación al club de sus querencias, con profunda tristeza y haciendo tripas corazón, renunciaban el protagónico campeonato del Centro Unión Hijos de la Provincia de Bolognesi (CUHPB), para tomar parte en el sobresaliente y disputado campeonato de la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB). Reforzados con algunos mozuelos jugadores más que procedían (por la migración obligada) de la entrañable tierra natal, Chiquian  

La plantilla del CAT, estaba formado por estupendos jugadores, todos destacando en sus respectivos puestos. Equipo compacto y parejo en todas sus líneas. El arco era defendido por nuestro guardameta Federico Valerio Pardo (Poco), de buena ubicación bajo los tres maderos, atento en las salidas y cortadas precisas, contagiaba su serenidad a los demás compañeros, cuando se ausentaba, era reemplazado por el sacrificado Erich Vílchez que se desempeñaba como marcador derecho, temeroso, evitaba el juego fuerte, se daba maña para salir airoso, dominando el balón, efectuaba acertadas proyecciones. De central derecho, Ulises Zúñiga, (Uli) ligero y aguerrido en su juego, rápido en los cruces, de buena anticipación, dominador del balón y un excelente complemento en la defensa con Edgar Carrillo (Eca) pausado, sereno y, técnico poniendo la cuota de autoridad en la defensa y de marcador Izquierdo, Enrique Ocrospoma, atento y de salida elegante con el balón, realizando pases precisos a los demás compañeros. Compartía este puesto con Fernando Vásquez, (Nando) eterno suplente de Enrique, vistoso en su juego, que rehuía del juego fuerte. 

En el medio campo estaba conformado por Agustín Zúñiga, (Acucho) pequeño de estatura, gigante en el campo, magnifico y preciso lanzador del balón, al compañero mejor ubicado en el campo. Arnaldo Balarezo, incansable y eficaz marcando con acertada anticipación al jugador contrario. Willy Robles, de juego alegre y pícaro. Rubén Palacios (Cañita), sobrio en su juego y de buen panorama, alternaba el equipo cada vez que llegaba de Huaraz, donde jugaba en el campeonato Huaracino. Complementando este medio campo homogéneo en sus líneas, también lo integraba el más joven del equipo, Hugo Vílchez, volante mixto, auxiliaba en la marca junto con los defensores y asistía con pases excelentes a los imponderables delanteros que estaba configurado por José Núñez (Comuno) que alegraba a los hinchas, con sus goles oportunos y en el momento más apremiante. Nando Alarcón, de juego limpio y sereno, siempre se presentaba en los partidos decisivos del campeonato del AIB. Participaba en la liga de Miraflores jugando, valga la redundancia, por  el Club Aurora de Miraflores, Jorge Núñez (Toto) jugador de extrañas y cortas gambetas que dejaba desconcertado al jugador contrario y por último Perching Vílchez, jugador de gambetas inventadas y trancos largos de potentes disparos con ambas piernas, y un excelente ejecutor de tiros libres y de esquina. A esta lista de jugadores, sumaba con su puntualidad y responsabilidad, el utilero-jugador Rogelio Ibarra Ñato. Al año siguiente, se uniría como un jugador de emergencia, Luis Barba (Caperuso). Hemos descrito, sin apasionamiento, lo más cercano de las singulares características de juego de cada jugador, como integrantes de la plantilla del CAT.   

Los directivos y los simpatizantes, acuciosos y soliviantados, aguardaban el día del estreno del Club Atlético Tarapacá. La expectativa creada dentro del AIB, fue tan grande que colmó el estadio de apasionados espectadores, residentes en Lima, de todos los Distritos de la Provincia de Bolognesi. Pero no siempre el equipo que va ser campeón, gana en la apertura del campeonato y esto es lo que sucedió, el CAT perdió frente al campeón de la temporada anterior, con el Distrito de Corpanqui cuyo marcador fue uno-cero. Luego de  esta sufrida derrota en nuestro debut, nos sirvió para enmendar los errores y mejorar las virtudes de juego, por lo tanto, con humildad, enfrentar a los siguientes aguerridos equipos de futbol que encarnaban a los 23 Distritos de la Provincia de Bolognesi. El CAT, derrotando en reñidos encuentros a los  favoritos de siempre, de hacerse con el campeonato, como los equipos de los distritos de Cajacay, Ocros Oncoy, Sport Cahuide, en su primera airosa participación del campeonato de la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB), salió triunfante y campeón en la temporada del 80  por una estrecha diferencia de puntos. Y para el prestigio del futbol Chiquiano, en el Campeonato del Centro Unión Hijos de la Provincia de Bolognesi (CUHPB) al mismo tiempo CCH se proclamaba campeón de aquel certamen.    

***

A lo largo de los siguientes tres torneos, no faltaban las anécdotas acontecidas, las bromas, o las pláticas amenas entre los directivos, jugadores y simpatizantes que manifestaban ciertas habilidades artísticas como el caso de Rogelio, fiel utilero-jugador. Cuando nos programaban, los primeros partidos, en las primeras horas de la mañana, Rogelio, con exactitud, ya nos esperaba en la puerta del camarín, con el atuendo deportivo, que mandaba lavar después de cada encuentro, listo para hacer entrega a cada jugador. Reuniéndonos, no todos llegaban a la hora, implorábamos a Rogelio para que nos brinde hermosas melodías a través de su arte y habilidad que él solo lo sabía hacer, ¡Qué bien y que belleza de ejecutarlo! ¡Silbar magistralmente! Los jugadores abrazados, formando una media luna, frente a Rogelio, él, de pie, librando las piernas, adosando sus achinados ojos, y juntando los labios enjutos luego de haberse relamido con la lengua, con magia, abordaba a regocijarnos el alma con su prodigioso silbido. Su tema preferido, era la cadenciosa música de, lo bueno, lo malo y lo feo. Luego de escuchar otras melodías perfectas, salíamos reconfortados al campo de futbol.

Cierta vez, nos programaron para jugar a las diez de la mañana. Algunos jugadores no llegaban a la hora indicada por diversos motivos. Luis Barba (Caperuso), era uno de los primeros en llegar al estadio y  sabía que tenía la oportunidad de jugar por la ausencia de uno, dos jugadores. Sin desmerecer, no es nuestra intención, los equipos de los distritos que se hallaban en los últimos lugares de la tabla, con frecuencia  nos generaban mucha zozobra con partidos singularmente disputados, incluso nos iban ganando a escasos minutos para finalizar el encuentro. En uno de esos partidos mañaneros, dramáticos, próximo a terminar el partido, por las constantes llegadas al arco contrario se produce un tiro de esquina a favor nuestro. Perching es el encargado de ejecutarlo. Ocho, nueve jugadores esperaban atentos en el área con ansias de encajar el gol que no llegaba. La pelota, enviado con milimétrica precisión por Perching, en el momento que descendía, Eca, salta con habilidad y da un certero cabezazo con destino al arco, la pelota rebota del travesaño. Por falta de experiencia, en segundos, para suerte del equipo y de Caperuzo, regañándose a sí mismo, dándose media vuelta, camina con pasos cansinos creyendo que la pelota seria rechazado por un jugador contrario. En ese ínterin el balón regresa surcando por el aire topándose justo con la parte posterior de su cabeza retornando de nuevo y con fantasía, esta vez, trayecto al arco introduciéndose con lentitud, a pesar de la pronta reacción del arquero. Mientras giraba su cuerpo, frotándose la cabeza para saber lo que había sucedido, los amigos ya estaban sobre él, felicitando y abrazándole con  euforia, mas no concebía la razón de esas alegres atenciones y abrazos. Luego de celebrar el gol y el  momentáneo júbilo del equipo, le dirían que fue el autor del gol agónico, para el triunfo del Tarapacá. Así, de este modo, se celebraban los campeonatos 81 y 82 entre inverosímiles episodios dentro del campo. El CAT, en una de estas temporadas, quedó en el segundo puesto.  

***

En la última temporada del 83 el CAT volvería a ser protagonista del persistente, atractivo y competitivo torneo de futbol organizado por la entusiasta Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB). Domingo tras domingo en el estadio de la Unidad Vecinal del Rímac, (espalda del cine Madrid) era colmado por los aficionados Bolognesinos, amantes del futbol amateur. Llegaban para animar con euforia y agitados a los once bravos deportistas, que defendían los colores de su equipo y por ende representando con fervor a la tierra natal, su afecto. Todo ello acompañados por una competente banda de músicos.            

Al CAT, durante el desarrollo del emocionante campeonato, se complementaron con optima disposición, armonía y confraternidad, por el cariño al futbol chiquiano, los jugadores del Club Sport Cahuide, los hermanos, Cesar Rosales  (Panta) que jugaba de delantero  y Lauro Rosales en el medio campo, junto a ellos, Antonio Garro, reemplazando el puesto de marcador derecho a Erich Vílchez Romero quien sin ser un experto entre los tres maderos, por una necesidad, era el portero que defendía con regularidad de arduas situaciones de gol que ya eran cantadas por el equipo contrario.

Los equipos protagonistas que figuraban y apuntaban a coronarse como campeón de aquel campeonato glorioso, eran los distritos de Ocros, Oncoy, Chilcas, Club Cajacay y entre ellos, ávido de historia, el CAT, Cada encuentro, era una final. De tarde en tarde, los fines de semana, domingos, alentados por los asiduos y ardorosos simpatizantes que concurrían al estadio, atesoraba su propia historia. Hasta el último minuto, cuando íbamos perdiendo, estimulados por la vibrante y contagiosa barra tarapaqueña, además de bulliciosas, reaccionábamos  y, reciprocando de aquel jolgorio e incondicional apoyo de los convencidos hinchas, los jugadores exponiendo su cuota de amor propio y la destreza con el balón, con pundonor, para los más incrédulos de los presentes espectadores, de modo asombroso, remontábamos marcadores adversos. Entre angustiosos empates y triunfos, al concluir el emotivo y reñido torneo de futbol organizado por la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB), llegamos a compartir el primer lugar con el Club Cajacay, equipo homogéneo donde albergaba a excelentes jugadores del futbol profesional. Dos semanas después, se disputaría la definición del título del futbol Bolognesino, cuyo encuentro fue suspendido por una descomunal bronca, por lo tanto, fue reprogramado un nuevo partido que se llevaría a cabo el día 8 de diciembre de 1983. 

Luego de la desesperante prorroga, llegó con extremada expectativa, el anhelado día del encuentro histórico entre los dos equipos más renombrados y emblemáticos de la Provincia de Bolognesi, el Club Cajacay y el Club Atlético Tarapacá. Los Bolognesinos,  fanáticos por el futbol amateur, que cada tarde habían seguido, animando y respaldando a sus respectivos Distritos, ahora, de nuevo, abarrotaban el estadio del Rímac, desde las primeras horas de la tarde, para ver y disfrutar, esta vez, el ansiado partido por el título del futbol Bolognesino  

La barra del CAT, poco a poco se iba aglomerando en la tribuna de occidente del estadio. Aquella multitud de barristas tarapaqueños con semblantes singulares, exteriorizaban, sin poder ocultarlo, gestos de ánimo y  angustia, por este trascendental encuentro de futbol. Ora aquí, ora allá,  caminaban acicalándose el mentón,  comprando cigarrillos al mocito, mocita que andaban cerca de la muchedumbre vendiendo, además, galletas, chocolates y chicles en una canasta redonda de carrizo. Otros, osados, daban aliento a los jugadores, el resto con el corazón frio, sereno, confiaban en un buen resultado. Por otra parte, la fenomenal expectativa esperado por los aficionados, antes del protagónico encuentro, era amenizada por una de las mejores bandas de la Provincia de Bolognesi que tocaba temas como, Huanchaco pecho colorado, que al oyente, al hincha, al simpatizante, le ponía los pelos de punta y el corazón henchido de placer y emoción. 

En el camerino reinaba la tensión propia del encuentro por el título del futbol Bolognesino. La zozobra era aún más, por los rumores que si venía o no, uno de los jugadores que era imprescindible su presencia, el arquero. Cuando de sopetón, se asomó por la puerta,  con el menudo cuerpo enjuto, los hombros encogidos y cara risueña, gritamos a una sola voz: 

---¡Pipa, por fin llegas! 

Previo al decisivo encuentro por el máximo galardón, en el camerino, todos los jugadores y una multitud de simpatizantes, formando un ruedo, nos abrazamos con fuerza y solidaridad, exhortándonos con potentes hurras y más hurras por el CAT, equipo del cual depositábamos nuestra profunda querencia. Luego al costado del campo, agrupados y por unos tensos largos e interminables minutos, realizamos los ejercicios de calentamiento. Salieron al campo los siguientes conspicuos jugadores: En el arco, José Santiago (Pipa). En la defensa; de marcador derecho, Antonio Garro, de centrales, Ulises Zúñiga (Uli) junto con Edgar Carrillo (Eca) y de marcador izquierdo Enrique Ocrospoma. En el medio campo estaba alineado por Agustín Zúñiga (Acucho) Hugo Vílchez y Lauro Rosales. En la parte ofensiva, se hallaba integrado  por Cesar Rosales (Panta), Perching Vílchez y José Núñez (Comuno).                                             

Al inicio del partido, aun nerviosos, arremetíamos al arco contrario ubicado en el lado norte, custodiado por uno de los mejores porteros del campeonato. Del mismo modo, con  juego rápido y de contragolpe se abalanzaban a nuestro arco resguardado por Pipa. Cuando los jugadores del Club Cajacay se dieron cuenta que nuestro portero, de estatura baja, cuerpo descarnado, según ellos, no guardaba las cualidades de un arquetipo de arquero, con cierto desdén, queriendo rebajar nuestros ánimos, decían: -¡Su arquero es chato! ¡Ya vienen los goles!... pero se equivocaron, nuestro arquero pequeño y descarnado, sería uno de los héroes de aquella tarde memorable del futbol Bolognesino.

El estadio es una batahola. Ambas barras estimulan con enorme ímpetu a los respectivos equipos de su simpatía. La afluencia masiva al estadio, de parte de los aficionados de los demás Distritos de la Provincia de Bolognesi, también, avivan, apoyaban acoplándose a uno y otro equipo, vitoreaban junto con los exaltados hinchas. Todos ellos, acompañados por una potente y brillante banda que ejecutaba emotivas melodías, alegrando la tarde fría y nublada, a la vez expectante y frenética a la espera de la apertura del marcador por uno de los dos mejores equipos de este certamen.

En el transcurso del encuentro, Dos de los veintidós jugadores; engalanados con los colores que simboliza e identificaba a su respectivo equipo defendiendo con dignidad y orgullo, estaban destinados a inclinar la historia de este emocionante encuentro. Fueron pasando los angustiosos primeros minutos de juego elaborando vistosas jugadas por ambos equipos, llegando con peligro de gol al arco contrario. Los arqueros, alertos defendían su portería. La defensa, marcando con eficacia a los jugadores oponentes. Los volantes auxiliando tanto a los defensores como a los delanteros que procuraban por todos los medios encajar el primer gol para el jolgorio de los hinchas y los espectadores. En este escenario, a los treinta minutos, Perching realiza una de sus hábiles gambetas inventadas a unos metros delante de la línea central del lado izquierdo del campo. A verse superado el jugador contrario, comete una falta antideportiva mereciéndose la tarjeta amarilla. Perching de inmediato coge la pelota. La expectativa se hace aún mayor de parte de los presentes, los simpatizantes e hinchas del CAT, hay silencio absoluto de los seguidores cajacainos, intranquilos aguardan lo que ha de suceder con aquel tiro libre. La distancia entre el punto de la falta cometida y el arco, a ojo del arquero y del ejecutante, es de treintaicinco metros. Una nerviosa muralla de jugadores cajacainos, se interpone y la pelota esta quieta, esperando...esperando. El árbitro, aspirando con fuerza, tañe el pito, Perching corre-corre-corre…y…con el empeine y el dedo gordo de su pie derecho golpea fuerte al balón, este, veloz, pasa rozando por la pantorrilla del jugador que está al lado izquierdo de la barrera y surcando por el aire hace una curva parabólica, los espectadores miran con ojos asombrados su trayectoria, raudo reacciona el arquero estirándose con agilidad, pero la pelota ingresa entre sus dedos y la parte baja del poste izquierdo del arco. Los hinchas, los simpatizantes celebran el extraordinario gol de antología, digno de una final esperado con ansiedad, invaden el campo abrazan a los jugadores y al autor del gol y como todo vibrante campeonato provinciano, se escucha las palpitantes melodías de la banda, emocionando a los espectadores que otean atentos y tensos la definición del campeonato. En la tribunas murmullos…murmullos y comentarios de la apertura del marcador. 

Minutos después, en el círculo central del campo, un jugador contrario perpetró una falta artera contra el autor del gol, Perching, que se desplomó contra el gramado, sufriendo la luxación del codo, siendo auxiliado con rapidez por el noble amigo Absalón Chávez Neira (Apchu) quien lo trasladó, de manera urgente, al Hospital dos de Mayo. Hacemos un esfuerzo supremo para rememorar quien fue el jugador que reemplazo a Perching, más la memoria, no nos ayuda. En los ulteriores minutos, superamos con singular tensión, las continuas arremetidas de los delanteros cajacainos a nuestro arco, defendido con heroicidad por Pipa. Culminaba el primer tiempo con el marcador: CAT uno, Club Cajacay cero.

El camarín tarapaqueño, de momento, era una fiesta. Los simpatizantes, acercándose con rostros rozagantes, abrazaban y reanimaban a cada uno de los jugadores que se hallaban agotados por el trajín del partido y un tanto serenos por el marcador favorable al CAT. Se oían murmullos…Desde un recodo del camarín y detrás de los demás partidarios del equipo, acalorado, alguien escandalizó a mandíbula batiente: ---¡Muchachos ya estamos acariciando la copa, si siguen jugando con serenidad y fuerza, somos campeones! ---Jugadores y simpatizantes hablaban con ardor de  cómo se afrontaría el reñido encuentro durante el segundo tiempo y una vez más, retumbaban hurras y más hurras en el bullicioso camerino para afrontar con denuedo la reanudación del partido, disputando el ambicionado título.  

Ya nos encontrábamos al frente, presto, en el campo con nuestro audaz adversario, el Club Cajacay. Deseando, seguros, de emparejar y remontar el marcador. Llegan con frecuencia hasta el borde del área con posibilidades de convertir el gol ansiado. Pero, la defensa, dotada de intrepidez y bravura se impone con la garra y el pundonor de Antonio Carro, los cruces rápidos y oportunos de Uli. La serenidad, la pausa de Eca y, la anticipación pertinente de Enrique. De los tiros libres y  los disparos de larga distancia de los delanteros cajacainos, Pipa, logra embolsar la pelota entre sus escuálidos brazos o estirándose temerariamente como un gato montés, consigue desviarlo. La seguridad bajo los tres maderos, asombra, incluso a los jugadores contrarios,  y contagia a los demás compañeros. Los volantes, juegan con sincronización, amparando a los defensores y asistiendo a los delanteros. Lauro Rosales en el medio, delante de los defensores, sobrio en su juego. Por el lado izquierdo Hugo Vílchez colaborando con Lauro y cediendo pases acertados a los delanteros y Acucho por el lado derecho marcando y realizando lances largos a los delanteros como Cesar Rosales con su juego de corte técnico y a Comuno con su velocidad y oportunismo llegando a la portería contraria con ansias de anotar  un gol más y aumentar el marcador del encuentro.

En el transcurso del emocionante partido, los exacerbados aficionados y simpatizantes, atentos desde las tribunas, avizoran como franquea la iniciativa de uno y otro equipo tan notorio, distinguido y digno de una final que no tiene nada que envidiar a los torneros de la Copa Perú. Uno de los antagonistas palidece de pronto, se ablanda, entre tanto, el otro, como el ave fénix que surge de sus cenizas, con una fuerza misteriosa vivificante, se yergue, centellea, se hace grandioso y faustuoso en su insospechada nobleza. Llega los últimos tres, dos épicos minutos para concluir el partido y uno de los defensores del CAT rechaza la pelota desviando por un costado del arco provocando el tiro de esquina a favor del Club Cayacay. Para los jugadores en el campo y los simpatizantes apostados en las tribunas, es un instante crítico, tenso, largo y en extremo extenuante. Los defensores y los volantes que hasta ese momento jugaban con aplicación, también se sumaron los delanteros para defender la momentánea victoria. El tiro de esquina es ejecutado por el jugador contrario, la pelota surca los aires del campo, llegando al área grande. Eca, Enrique, Lauro saltan para intentar despejar el peligro, hasta el pequeño Acucho con ese impulso aguerrido de su doble salto impide al jugador contrario pero también ve frustrado su intento. Corre un jugador Cajacaino, uno de los Zorrillas,  por detrás de todos ellos y midiendo la velocidad de la pelota se impulsa para saltar con habilidad y ejecuta un eficaz cabezazo, la pelota ahora toma un giro  directo y rasante al arco junto al madero izquierdo…Desde las tribunas los seguidores cajacainos al igual que los jugadores ya celebraba y cantaban el gol ansiado…pero…nuestro arquero chato y descarnado, realiza una inverosímil reacción, que no se lo esperaban los simpatizantes, los hinchas, los aficionados, nosotros sus compañeros y los jugadores adversarios. Sacando la postrera fuerza de extenuación, de pronto, se asoma entre los cuerpos de los fatigados jugadores, desdoblándose como un felino. Con las yemas de sus dedos flacuchos y la uñas, de milagro, logra contener el gol de la igualdad. La pelota queda en las inmediaciones y Uli que está cerca, atento a la jugada, con la fuerza de sus entrañas, a lo que venga, también logra rechazar la pelota por la tribuna de occidente donde se encuentra nuestra angustiada barra colmada de simpatizantes que reclaman el pitazo final, más el árbitro deja continuar el pugnado encuentro. La ansiada gloria llegaba después de escuchar el postrero y enérgico pitido  del silbato, ejecutado por el hombre vestido de negro, el árbitro. De inmediato las banderolas flamean entre las manos de los emocionados hinchas al compás de la banda, doblando la estrofa tarapaqueña…Los jugadores se abrazan con mucha emoción y fuerza, de igual manera con los simpatizantes. Mientras celebrábamos el soñado título,  Perching, acompañado por Apchu,  postrado en la cama del hospital, luego de haber sido intervenido de su lesión, aun estando convaleciente, esperaba ansioso la noticia del resultado del partido. Con el fantástico, hermoso e histórico gol de Perching y la soberbia e inolvidable atajada de Pipa, el Club Atlético Tarapacá (CAT) se coronaria campeón del futbol Bolognesino por segunda vez en el póstumo memorable certamen organizado por la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB).

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El CAT, antes de la definición del campeonato, luego de haber obtenido, en el transcurso de los enconados partidos, todo a su favor;  como, el mejor equipo, el arquero menos batido y al máximo goleador, poseyendo estos magnos distintivos, con dolor, perdería el título frente al Sport Jaimes que se coronó campeón en el recordado y emocionante certamen del año 1968. Figurando en este equipo los recordados e insignes jugadores: Iván Robles, Callupe. Luis Saldivar, Federico Valerio, Juvilio Alvarado Ocaña, Montes, Jumpa…Como toda Institución deportiva, el CAT, por alguna circunstancia, en los siguientes campeonatos, tuvo un receso durante cinco, seis años. En este lapso, aparecerían fugazmente los equipos de los Heraldos Negros, Los Intocables, Estrella Roja y el retorno del Club Alianza Chiquian, coronándose campeón el año mil novecientos setenta y tres que luego terciaria en la primera fase de la Copa Perú.

El prestigiosa Institución del CAT no podía estar privado de los importantes campeonatos del futbol Chiquiano, languideciendo por más años. Entonces, emergiendo como una antorcha luminosa, El CAT retornaría triunfalmente el año mil novecientos setentaicuatro gracias a los denodados directivos, socios y simpatizantes. Cuya lista de jugadores figuraban: Rodolfo Fernández Agüero, Erich Vílchez, Manuel Álvarez, Figueroa, Fidel Alva, Filemón Velásquez, Dante Aldave, Francisco Padilla (Pogoncho), José Saldivar, Gilberto Angulo, Abel Gamarra, Andrés Vásquez y posteriormente se acoplaría el eximio jugador Víctor Portilla y la habilidad de Cesar Ramírez. A partir de la segunda década de los años setenta, logramos obtener varios títulos rememorando uno de ellos en mi relato “El debut. Memorias de futbol”                           

Los triunfos continuarían con la última sucesión de destacados futbolistas tarapaqueños, con quienes, luego de cinco años de ausencia, alternamos de modo indecible, defendiendo al identificado equipo de nuestras pasiones, el club Atlético Tarapacá (CAT).  En uno de los últimos emocionantes y disentidos torneos del campeonato de la fiesta patronal, de la añorada tierra natal, Santa Rosa de Lima de Chiquian, el año 1984, para la satisfacción de los entusiasmados y generosos hinchas y dotar de nuevos y más  lauros a la Institución, una vez más, se coronó campeón con los siguientes celebérrimos jugadores; Willy y José Santiago Márquez, Cesar Espejo, Ivo, Nivardo Jara (Nipa), Manuel Alva, Chivo, Rubén Palacios (Cañita), Ernesto Rivera, Hugo Vílchez, José Aranda (Comuno), Jesús Jaimes (Chino Vivar), Rogelio Portilla (Chino) y otros que la menoría me traiciona. 

En reminiscencia al Club Atlético Tarapacá, mi inefable querencia,  

El Pichuychanca.         

Chiquian 13 de  junio 2019