jueves, 13 de junio de 2019

Gol histórico, atajada inolvidable. AIB


Un grupo de jóvenes entusiastas, dedicados al transporte y al comercio, atraídos por el futbol, deciden fundar el Club Atlético Tarapacá, CAT, el 27 de Noviembre del año 1939. Día célebre para el Perú. Próximo a conmemorar el ochenta aniversario de su creación Institucional, Deportiva y Cultural, en su largo historial deportivo ha legado un sinnúmero de apasionantes lauros para la satisfacción de los directivos e ilimitados simpatizantes, como el inolvidable campeonato por el Aniversario del cincuentenario de la provincia de Bolognesi. Del mismo modo, cuando eran invitados a participar en importantes jornadas de futbol por todo el Callejón de Huaylas, volvían triunfantes  dotando de prestigio al futbol chiquiano,

Una de las últimas acreditadas historias, lo realizaría en los primeros años de 1980, cuando el CAT fue admitido, luego de muchas y arduas pugnas, con el fin de participar en el prestigioso campeonato de futbol, organizado —en su momento de apogeo de vida colectiva e institucional— por la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB), fundada en Lima, Institución que  aglomeraba a sólidos y pujantes equipos de los 23 distritos de la Provincia.    

A partir de la quincena de octubre, en plena festividad religiosa, a mediados de diciembre del año 1979, se congregan, con puntualidad, los delegados de los 23 distritos de la (AIB) en la casona colonial ubicado en la tradicional intersección del jirón Huancavelica y de la Unión, en el Centro Histórico de Lima. Las reuniones por lo general son los días viernes por la noche. Los delegados,  ingresan por el portón que da al Jr. Huancavelica y suben por la ancha escalera de mármol con barandas de madera que  brillan por su esmerado cuidado. Llegan al encerado balcón y giran a la derecha. En el sombrío atardecer limeño, el viento apacible arrastra aromas de construcción antigua y de telas recién cortadas.  Caminan en fila india unos 10 metros y se topan con el taller de  don Alejandro Alvarado Gamarra, que se dedica a la sastrería. El amplio local es compartido con su hermano Gregorio Gamarra, éste, de corazón magnánimo, cedía el espacio para las acaloradas sesiones, culminando en regañadientes  y pacíficos acuerdos.


El Ingeniero Iván Robles Moreno, de mediana estatura, de tez prieta y de andar pausado, hombre institucionalista, preocupado y a la vez apasionado de inscribir a la institución deportiva por el que se había inclinado desde muy joven, como arquero del CAT, con perfil bajo, en el frio otoñal de los días viernes por la noche, concurría con frecuencia a estos encuentros y asambleas para hermanar a la paisanos de la Provincia de Bolognesi a través del deporte, de modo especial, con el futbol. Desde el año anterior ya había intentado inscribir a su entrañable Institución, sin alcanzar su propósito.

El ingreso del CAT para participar en este nuevo certamen, estaba dividido. Unos apoyaban incondicionalmente, otros se oponían de manera absoluta, argumentando que por cada distrito debe participar sólo un equipo. Chiquian, estaba  representado por el Sport Cahuide, rival histórico del Tarapacá, interviniendo desde la fundación del AIB. Luego de numerosos alegatos, los delegados de cada distrito se sometieron a dar su voto sobre su admisión.

Al mismo tiempo, la Institución del Centro Unión Hijos de la Provincia de Bolognesi (CUHPB) entraba en una etapa de reorganización, pronto a organizar su campeonato. Uno de los integrantes de esta Institución es el Club Chiquian (CCH. El CUHPB, por breve tiempo, hasta cuando las actividades deportivas, sobre todo el futbol, intervinieran oficialmente en el campeonato,  cada domingo, realizaba actividades deportivas no oficiales con una asistencia masiva de Bolognesinos y, el equipo de futbol del CCh estaba representado por la nueva generación de jóvenes futbolistas, ardientes de triunfos, la mayoría de ellos eran jugadores de CAT. Estas actividades de confraternidad Bolognesina, se realizaba en el Estadio Alejandro Villanueva del Rímac. Villacampa  

El CAT, atreves de la determinación y fogosidad del Ingeniero Iván Robles Moreno, para la dicha de sus simpatizantes, por fin, fue admitido en la (AIB) por un margen de aprobación del 55% de votos de los delegados de los Distritos de la Provincia de Bolognesi. Cuando los directivos del Club Chiquian, adherido al CUHPB, inscribieron al equipo con el nombre de Club Chiquian y los ávidos futbolistas del Tarapacá, equipo de vasta tradición y de sus sueños, al enterarse de que el CAT había sido afiliado en la AIB, decidieron, con nostalgia y haciendo tripas corazón, marcharse al club de sus simpatías. Donde realizarían gloriosas tardes de futbol en el Estadio de la Unidad Vecinal del Rímac, ubicado exactamente a la espalda del Cine Madrid.  

De inmediato y con premura, el Ingeniero Iván Robles, junto con los socios y simpatizantes del CAT, convocaron a una asamblea extraordinaria para formar el comité electoral y elegir, de manera formal, a la flamante directiva. A falta de quórum, fueron elegidos como Presidente el Señor Peli Balarezo y como Vicepresidenta la Señora Blanca Carrera. Elegida como Secretaria, Zoila Calderón Vicuña y  como Tesorera, Carmen Robles Moreno.

Una de las enormes inquietudes del club, era lo económico. Con urgencia, citaron a los socios a una sesión para formar una comisión, el motivo, recaudar fondos para la inscripción a la (AIB), siendo elegidos, bajo juramento y responsabilidad, los jóvenes entusiastas Willy Robles y Erich Vílchez. Se hallaban contra el tiempo.

Realizando voluntades decididas y desinteresadas, por cariño al club, el CAT, a veces dejando de ir a estudiar y  algunas de sus responsabilidades personales, van en busca de los principales socios y simpatizantes que residían en los distintos distritos de Lima. La cuota recaudada hasta


entonces, a unos días del cierre de las respectivas inscripciones, a duras penas rozaba el 60%. Desalentados, cierta tarde fría y nublada a pocos días de culminar el  mes de noviembre, en una de las calles estrechas del Centro Histórico de Lima, Erich y Willy, pactan en encontrarse, en el transcurso de dos días, en el local de las reuniones del  AIB, el taller de Don Alejandro Alvarado Gamarra. Llegan a la hora del día señalado. Desesperados por no haber llegado a la meta, les parecía imposible realizar la inscripción del Club. Entre Charla y charla de los jóvenes comisionados, sobresaltados, no tenían idea a quien acudir. Don Alejandro que estaba a unos metros, arrellanado de cara a la máquina y pedaleando, logró escuchar aquella abatida plática, intervino con discreción y en tono pausado, les reveló:

—Jóvenes, hay un amigo mío que va al estadio acompañado de varios paisanos y les ha visto jugar desde hace varias semanas en el CUHPB, se ha quedado prendado y admirado de lo bien que juegan y se ha hecho un seguidor más de ustedes —hizo una pausa, Willy y Erich sorprendidos, entornaron los ojos y prestaron oídos con mucha atención. Por otra parte, don Alejandro, continuó hablando en el sentido de que les podía ayudar de un modo u otro —yo lo conozco, es mi tocayo y es de Cajatambo. Se llama Alejandro Rojas. Aquí, en este local, también se reúnen los delegados de la Provincia de Aija y los Distritos de la Asociación Cajatambina, por esta razón es que lo conozco desde hace muchos años atrás. Mi amigo tiene una tienda en las Galerías Ayacucho que está ubicado en el Mercado Central. Estoy seguro que si recurren donde él, estará llano de colaborar con la admisión del CAT. —Después de haber revelado el nombre del hombre que había simpatizado, desde que los vio jugar por primera vez, a aquellos excelentes futbolistas, les dio la dirección de la tienda y les despidió deseándoles ventura en la misión encomendada.

Caminando por las calles angostas de atractivos balcones coloniales y concurridos por el gentío, llegaron a la tienda anunciando sus nombres y por quien habían sido enviados. El Señor Alejandro Rojas, de inmediato y con afecto les atendió. Estaban sentados a cada lado del escritorio. Erich tomó la palabra, sincerándose, le contó todo lo acontecido acerca de la admisión y el costo de la inscripción a la (AIB.) Hablo con voz trémula: —Es por eso que acudimos a Ud. sabiendo de su generosidad y la alta voluntad de colaborar para la afiliación de nuestro club que vence en unos días. —Mirando a los ojos agitados de los jóvenes, les peguntó con tono amigable, —¿Cuánto les falta para la inscripción? —Respondieron al unísono, poco más o menos en coro: —¡Nos falta el 40 %! —al notarlos sobresaltados, sin rodeos, el Sr. Rojas, comentó: —Calma, calma ¿y cuánto es en dinero? —Erich que llevaba la cuenta de los aportantes le mostró la cantidad asignada que faltaba. Al ver el monto restante, abrió uno de los cajones del escritorio, asió el dinero, lo conto y en el momento de su entrega, expresó: —Seré uno de los primeros en llegar al estadio para verlos jugar, tan


bien que lo hacen ustedes. Hasta pronto y éxitos por la misión encomendada. —Colmados de alborozo, se despidieron con cordialidad, agradeciendo su desprendimiento y filantropía.

De regreso, andan de nuevo por las calles, invadido por agitados comerciantes apostados en las aceras, la muchedumbre se apiña para realizar sus respectivas compras. En ese barullo de gente, Erich y Willy cruzan sus miradas con la sonrisa a flor de piel, uno le decía al otro: —“Por fin, nuestro esfuerzo valió la pena, hemos cumplido con nuestro objetivo”. 

***

Aquella generación de brillantes y jóvenes deportistas dedicados al futbol amateur que fuimos influenciados desde la infancia, sea la forma y las circunstancias que fuera, a identificarnos con el club de nuestra querencia, con profunda tristeza y haciendo tripas corazón, renunciaron el protagónico campeonato del (CUHPB), para tomar parte en el sobresaliente campeonato de la (AIB). Reforzados con Arnaldo Balarezo y el que suscribe este relato, procediendo (por la migración obligada) de la entrañable tierra natal, Chiquian 

La plantilla del CAT, estaba formado por estupendos jugadores, todos destacando en sus respectivos puestos. Equipo compacto y parejo en todas sus líneas. El arco era defendido por nuestro guardameta Federico Valerio Pardo (Poco), de buena ubicación bajo los tres maderos, atento en las salidas y cortadas precisas, contagiaba su serenidad a los demás compañeros, cuando se ausentaba, era reemplazado por el sacrificado Erich Vílchez que se desempeñaba como marcador derecho, temeroso, evitaba el juego fuerte, pero se daba maña para salir airoso, dominando el balón, efectuaba acertadas proyecciones. De central derecho, Ulises Zúñiga, (Uli) ligero y aguerrido en su juego, rápido en los cruces, de buena anticipación, dominador del balón y un excelente complemento en la defensa con Edgar Carrillo (Eca) pausado, sereno y, técnico poniendo la cuota de autoridad en la defensa y de marcador Izquierdo, Enrique Ocrospoma, atento y de salida elegante con el balón, realizando pases precisos a los demás compañeros. Compartía este puesto con Fernando Vásquez, (Nando) eterno suplente de Enrique, vistoso en su juego, que rehuía del juego fuerte.

En el medio campo estaba conformado por Agustín Zúñiga, (Acucho) pequeño de estatura, gigante en el campo, magnifico y preciso lanzador del balón, al compañero mejor ubicado en el campo. Arnaldo Balarezo, incansable y eficaz marcando con acertada anticipación al jugador contrario. Willy Robles, de juego alegre y pícaro. Rubén Palacios (Cañita), sobrio en su juego y de buen panorama, alternaba el equipo cada vez que llegaba de Huaraz, donde jugaba en el campeonato Huaracino. Complementando este medio campo homogéneo en sus líneas, también lo integraba el más joven del equipo, Hugo Vílchez, volante mixto, auxiliaba en la marca junto con los defensores y asistía con pases excelentes a los imponderables delanteros que estaba configurado por José Núñez (Comuno) que alegraba a los hinchas, con


sus goles oportunos y en el momento más apremiante. Nando Alarcón, de juego limpio y sereno, siempre se presentaba en los partidos decisivos del campeonato del AIB. Participaba en la liga de Miraflores jugando, valga la redundancia, por  el Club Aurora de Miraflores, Jorge Núñez (Toto) jugador de extrañas y cortas gambetas que dejaba desconcertado al jugador contrario y por último Perching Vílchez, jugador de gambetas inventadas y trancos largos de potentes disparos con ambas piernas, excelente ejecutor de tiros libres y de esquina. A esta lista de jugadores, sumaba con su puntualidad y responsabilidad, el utilero-jugador Rogelio Ibarra Ñato. Al año siguiente, se uniría como un jugador de emergencia, Luis Barba (Caperuso). Hemos descrito, sin apasionamiento, lo más cercano de las singulares características de juego de cada jugador, como integrantes de la plantilla del CAT.  

Los directivos y los simpatizantes, acuciosos y soliviantados, aguardan el día del estreno del Club Atlético Tarapacá. La expectativa creada dentro del AIB, fue tan grande que colmó el estadio de apasionados espectadores, residentes en Lima, de todos los distritos de la Provincia de Bolognesi. Pero no siempre el equipo que va ser campeón, gana en la apertura del campeonato y esto es lo que sucedió. El CAT perdió frente al campeón de la temporada anterior, con el Distrito de Corpanqui cuyo marcador fue uno-cero. Luego de  esta sufrida derrota en el debut, nos sirvió para enmendar los errores y mejorar las virtudes de juego, por lo tanto, con humildad, enfrentar a los siguientes aguerridos equipos de futbol que encarnaban a los 23 Distritos de la Provincia de Bolognesi. El CAT, derrotando en reñidos encuentros a los  favoritos de siempre, de hacerse con el campeonato, como los equipos de los distritos de Cajacay, Ocros Oncoy, Sport Cahuide, en su primera y airosa participación del campeonato de la (AIB), salió triunfante y campeón en la temporada del 80  por una estrecha diferencia de puntos. Y para el prestigio del futbol Chiquiano, en el Campeonato del (CUHPB) al mismo tiempo el CCH se proclamaba campeón de aquel certamen.  

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En los siguientes tres torneos, las anécdotas, las bromas, las ocurrencias y las pláticas amenas afloran por la sensibilidad emocional de uno de los directivos, jugadores y simpatizantes, pero también manifiestan ciertas habilidades artísticas como el caso de Rogelio, fiel utilero-jugador. Cuando nos programaban, en los partidos iniciales, a primera horas de la mañana, Rogelio, puntual, nos esperaba en la puerta del camarín para entregar a cada jugador el atuendo deportivo que mandaba lavar después de cada encuentro. Reunidos, no todos llegaban a la hora, implorábamos a Rogelio para que nos brinde hermosas melodías a través de su arte y habilidad que él solo lo sabía hacer, ¡Qué bien y que belleza de ejecutarlo! ¡Silbar magistralmente! Los jugadores abrazados, formando una media luna, frente a Rogelio, él, de pie, librando las piernas, adosando sus achinados ojos, y juntando los labios


enjutos luego de haberse relamido con la lengua, con magia, abordaba a regocijarnos el alma con su prodigioso silbido. Su tema preferido, era la cadenciosa música de, lo bueno, lo malo y lo feo. Luego de escuchar otras melodías perfectas, salíamos reconfortados al campo de futbol.

En cierta ocasión, nos programaron para jugar a las diez de la mañana. Algunos jugadores no llegaban a la hora indicada por diversos motivos. Luis Barba (Caperuso), era uno de los primeros en llegar al estadio, él, sabía que tenía la oportunidad de jugar por la ausencia de uno, dos jugadores. No es nuestra intención desmerecer a los equipos de los distritos que  ocupaban los últimos lugares de la tabla, sin embargo, con frecuencia nos generaban mucha zozobra en partidos singularmente disputados, incluso nos iban ganando a escasos minutos para finalizar el encuentro. En uno de esos partidos mañaneros, dramáticos, próximo a terminar el partido, por las constantes arremetidas al arco contrario se produce un tiro de esquina a favor nuestro. Ocho, nueve jugadores esperan atentos en el área con ansias de encajar el gol que no llegaba. Perching ejecuta el tiro de esquina con milimétrica precisión. En el momento que la pelota descendía, Eca, salta con habilidad y da un eficaz cabezazo con destino al arco, los jugadores y los hinchas creíamos que era el gol del triunfo, pero lamentablemente chocó en el travesaño. Caperuso, desanimado y por falta de experiencia, giró el cuerpo creyendo que la pelota seria rechazado por el jugador contrario. En ese intervalo de segundos, el balón, como si lo buscara a Caperuso,  regresa surcando los aires para irse a topar en la parte posterior de su cabeza, la pelota hace un extraño recorrido derrotero al arco, a pesar de la excelente reacción del arquero, con una lentitud inaudita se introduce en el arco. Mientras el autor del gol palpa su cabeza, los compañeros le rodean para abrazarlo, felicitarlo, sin saber la razón de aquel festejo. De este modo, se celebraban los campeonatos 81 y 82 entre inverosímiles episodios dentro del campo. El CAT, en una de estas temporadas, quedó en el segundo puesto. 

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En la última temporada del 83 el CAT volvería a ser protagonista del atractivo y competitivo torneo de futbol organizado por la entusiasta (AIB). Domingo tras domingo en el estadio de la Unidad Vecinal del Rímac, (espalda del cine Madrid) era colmado por los aficionados amantes del futbol amateur. Llegan para animar con euforia a los once bravos deportistas, que defendían los colores de su equipo y por ende representando con fervor a la tierra natal, su afecto. Todo ello acompañados por una competente banda de músicos.           

Al CAT, durante el desarrollo del emocionante campeonato, se complementaron con optima disposición, armonía y confraternidad, por el cariño al futbol chiquiano, 3 jugadores del Club Sport Cahuide, los hermanos, Cesar Rosales  (Panta) que jugaba de delantero  y Lauro


Rosales en el medio campo, junto a ellos, Antonio Garro, reemplazando el puesto de marcador derecho a Erich Vílchez Romero quien sin ser un experto bajo los tres maderos, por una necesidad era el portero, y lo hacía tan bien que defendía con agilidad su portería  de apretadas situaciones de gol que ya eran cantadas por el equipo contrario.

Los equipos protagonistas que figuraban y apuntaban a coronarse como campeón de aquel campeonato glorioso, eran los distritos de Ocros, Oncoy, Chilcas, Club Cajacay y entre ellos, ávido de historia, el CAT, Cada encuentro, era una final. De tarde en tarde, los fines de semana, domingos, alentados por los asiduos y ardorosos simpatizantes que concurrían al estadio, atesoraba su propia historia. Hasta el último minuto, cuando íbamos perdiendo, estimulados por la vibrante y contagiosa barra tarapaqueña, además de bulliciosas, reaccionábamos  y, reciprocando de aquel jolgorio e incondicional apoyo de los convencidos hinchas, los jugadores exponiendo su cuota de amor propio y la destreza con el balón, con pundonor, para los más incrédulos de los presentes espectadores, de modo asombroso, remontábamos marcadores adversos. Entre angustiosos empates y triunfos, al concluir el emotivo y reñido torneo de futbol organizado por la (AIB), llegamos a compartir el primer lugar con el Club Cajacay, equipo homogéneo donde albergaba a excelentes jugadores del futbol profesional. Dos semanas después, se disputaría la definición del título del futbol Bolognesino, cuyo encuentro fue suspendido por una descomunal bronca, por lo tanto, fue reprogramado un nuevo partido que se llevaría a cabo el día 8 de diciembre de 1983.

Luego de la desesperante prorroga, llegó con extremada expectativa, el anhelado día del encuentro histórico entre los dos equipos más renombrados y emblemáticos de la Provincia de Bolognesi, el Club Cajacay y el Club Atlético Tarapacá. Los Bolognesinos,  fanáticos por el futbol amateur, que cada tarde habían seguido, animando y respaldando a sus respectivos Distritos, ahora, de nuevo, abarrotaban el estadio del Rímac, desde las primeras horas de la tarde, para ver y disfrutar, esta vez, el ansiado partido por el título del futbol Bolognesino 

La barra del CAT, poco a poco se agrupa en la tribuna de occidente. La multitud tarapaqueña con semblantes singulares exteriorizan, sin poder ocultarlo, gestos de ánimo y de angustia, por este trascendental encuentro de futbol. Ora aquí, ora allá, caminan con la mano rozando el mentón,  compran cigarros a los minoristas que andan cerca de la muchedumbre, vendiendo, además, galletas, chocolates y chicles puestos en la pequeña canasta de carrizo. Otros, osados, dan aliento a los jugadores. El resto con el corazón frio, sereno, confían en un buen resultado. Por otra parte, se percibe una expectativa fenomenal de parte de los aficionados. Antes del protagónico encuentro, una de las mejores bandas de la Provincia, ejecuta a los 4 vientos temas del momento que al oyente, al hincha, al simpatizante, le pone los pelos de punta, el corazón se les colma de placer y emoción.


Antes del encuentro, por unos instantes nos invadió la tensión y percibimos un sepulcral silencio. La zozobra era aún más, por los rumores que si venía o no, uno de los jugadores que era imprescindible su presencia, el arquero. Preocupados por su ausencia, nuestros pensamientos se hundieron al vacío. Estando en esta situación apremiante, de sopetón, se asomó a la puerta con el menudo cuerpo, los hombros encogidos y la cara risueña. Al verlo parado en la entrada del camarín se diluyeron nuestras divagaciones y gritamos a una sola voz:

—¡Pipa, por fin llegas!

Previo al decisivo encuentro por el máximo galardón, los jugadores y una multitud de simpatizantes, uno al lado de otro,  nos abrazamos con fuerza y solidaridad, exhortando con potentes hurras y más hurras por el CAT, equipo del cual depositábamos nuestra profunda querencia. Luego al costado del campo, en tensos e interminables minutos, realizamos los ejercicios de calentamiento. Salieron al campo los siguientes conspicuos jugadores: En el arco, José Santiago (Pipa). En la defensa; de marcador derecho, Antonio Garro, de centrales, Ulises Zúñiga (Uli) junto con Edgar Carrillo (Eca) y de marcador izquierdo Enrique Ocrospoma. En el medio campo estaba alineado por Agustín Zúñiga (Acucho) Hugo Vílchez y Lauro Rosales. En la parte ofensiva, se hallaba integrado  por Cesar Rosales (Panta), Perching Vílchez y José Núñez (Comuno).                                            

Al inicio del partido, aun nerviosos, arremetíamos al arco contrario ubicado en el lado norte, custodiado por uno de los mejores porteros del campeonato. Del mismo modo, con  juego rápido y de contragolpe se abalanzaban a nuestro arco resguardado por Pipa. Cuando los jugadores del Club Cajacay se dieron cuenta que nuestro portero, de estatura baja, cuerpo descarnado, según ellos, no guardaba las cualidades de un arquetipo de arquero, con cierto desdén, queriendo rebajar nuestro ánimo, decían: —¡Su arquero es chato! ¡Ya vienen los goles!... pero se equivocaron, nuestro arquero pequeño y descarnado, sería uno de los héroes de aquella tarde memorable del futbol Bolognesino.

El estadio es una batahola. Ambas barras estimulan con enorme ímpetu a los respectivos equipos de su simpatía. La afluencia masiva al estadio, de parte de los aficionados de los demás distritos de la Provincia de Bolognesi, también, avivan, apoyan se acoplan a uno y otro equipo, vitorean junto con los exaltados hinchas. Todos ellos, acompañados por una potente banda que ejecutaba emotivas melodías, alegrando la tarde fría y nublada, a la vez expectante y frenética a la espera de la apertura del marcador por uno de los dos mejores equipos de este certamen. En el transcurso del encuentro, 2 de los 22 jugadores; que  defienden, con dignidad y orgullo, a su equipo, estaban destinados a inclinar la historia de este emocionante encuentro.


Fueron pasando los angustiosos primeros minutos de juego elaborando vistosas jugadas por ambas escuadras llegan con peligro de gol al arco contrario. Los arqueros, alertos, protegen su portería. La defensa, marca con eficacia a los jugadores oponentes. Los volantes auxilian tanto a los defensores como a los delanteros que procuran por todos los medios encajar el primer gol para el jolgorio de los hinchas y los espectadores. En este escenario, a los treinta minutos, Perching realiza una de sus hábiles e inventadas gambetas a unos metros delante de la línea central del lado izquierdo del campo. A verse superado el jugador contrario, comete una falta antideportiva mereciéndose la tarjeta amarilla. Perching, de inmediato, coge la pelota. La expectativa se hace aún mayor de parte de los presentes, los simpatizantes e hinchas del CAT, hay silencio absoluto de los seguidores cajacainos, intranquilos aguardan lo que ha de suceder con aquel tiro libre. La distancia entre el punto de la falta cometida y el arco, a ojo del arquero y del ejecutante, es de 35 metros. Una nerviosa muralla de jugadores cajacainos, se interpone y la pelota esta quieta, esperando...esperando. El árbitro, aspirando con fuerza, tañe el pito, Perching corre-corre-corre…y…con el empeine y el dedo gordo del pie derecho golpea fuerte al balón, este, veloz, pasa rozando por la pantorrilla del jugador que está al lado izquierdo de la barrera y surcando por el aire hace una curva parabólica, los espectadores miran con ojos asombrados su trayectoria, raudo reacciona el arquero estirándose con agilidad, pero la pelota ingresa entre sus dedos y la parte baja del poste izquierdo del arco. Los hinchas, los simpatizantes celebran el extraordinario gol de antología, digno de una final esperado con ansiedad, invaden el campo abrazan a los jugadores y al autor del gol y como todo vibrante campeonato provinciano, se escucha las palpitantes melodías de la banda, emocionando a los espectadores que otean atentos y tensos la definición del campeonato. En las tribunas murmullos…murmullos y comentarios de la apertura del marcador.

Minutos después, en el centro del campo, un jugador contrario perpetró una falta artera contra el autor del gol, Perching, que se desplomó contra el gramado, sufriendo la luxación del codo, El jugador es auxiliado por el noble amigo Absalón Chávez Neira (Apchu) quien lo trasladó, de manera urgente, al Hospital dos de Mayo. Hacemos un esfuerzo supremo para rememorar quien fue el jugador que lo reemplazó, más la memoria, no nos ayuda. En los ulteriores minutos, superamos con singular tensión, la continua arremetida de parte de los delanteros cajacainos a nuestro arco, defendido con heroicidad por Pipa. Culminaba el primer tiempo con el marcador: CAT 1, Club Cajacay 0.

El camarín tarapaqueño, de momento, era una fiesta. Los simpatizantes, acercándose con rostros rozagantes, abrazan y reaniman a cada uno de los jugadores que se hallan agotados por el trajín del partido y un tanto serenos por el marcador favorable al CAT. Se oían murmullos…Desde un recodo del camarín y detrás de los demás partidarios


del equipo, acalorado, alguien escandalizó a mandíbula batiente: —¡Muchachos ya estamos acariciando la copa, si siguen jugando con serenidad y fuerza, seremos campeones! —Jugadores y simpatizantes conversan con ardor de  cómo se afrontaría el reñido encuentro durante el segundo tiempo y una vez más, retumban hurras y más hurras en el bullicioso camerino para afrontar con denuedo la reanudación del partido, disputando el ambicionado título. 

Presto, ya nos encontramos en el campo frente a nuestro audaz adversario, el Club Cajacay. Deseando, seguros, de emparejar y remontar el marcador. Llegan con frecuencia hasta el borde del área con posibilidades de convertir el gol ansiado. Pero, la defensa, dotada de intrepidez y bravura se impone con la garra y el pundonor de Antonio Carro, los cruces rápidos y oportunos de Uli. La serenidad, la pausa de Eca y, la anticipación pertinente de Enrique. De los tiros libres y  los disparos de larga distancia de los delanteros cajacainos, Pipa, logra embolsar la pelota entre sus escuálidos brazos o estirándose temerariamente como un gato montés, consigue desviarlo. La seguridad bajo los tres maderos, asombra, incluso a los jugadores contrarios,  y contagia a los demás compañeros. Los volantes, juegan con sincronización, amparando a los defensores y asistiendo a los delanteros. Lauro Rosales en el medio, delante de los defensores, sobrio en su juego. Por el lado izquierdo Hugo Vílchez colaborando con Lauro y cediendo pases acertados a los delanteros y Acucho por el lado derecho marcando y realizando lances largos a los delanteros como Cesar Rosales con su juego de corte técnico y a Comuno con su velocidad y oportunismo llegando a la portería contraria con ansias de anotar  un gol más y aumentar el marcador del encuentro.

En el transcurso del emocionante partido, los exacerbados aficionados y simpatizantes, atentos desde las tribunas, avizoran como franquea la iniciativa de uno y otro equipo tan notorio, distinguido y digno de una final que no tiene nada que envidiar a los torneros de la Copa Perú. Uno de los antagonistas palidece de pronto, se ablanda, entre tanto, el otro, como el ave fénix que surge de sus cenizas, con una fuerza misteriosa vivificante, se yergue, centellea, se hace grandioso y faustuoso en su insospechada nobleza. Llega los últimos tres, dos angustiosos y épicos minutos para concluir el partido y uno de los defensores del CAT rechaza la pelota desviando por un costado del arco provocando el tiro de esquina a favor del Club Cayacay. Para los jugadores en el campo y los simpatizantes apostados en las tribunas, es un instante crítico, tenso, largo y en extremo extenuante. Los defensores y los volantes que hasta ese momento jugaban con aplicación, también se suman los delanteros para defender la momentánea victoria. El tiro de esquina es ejecutado por el jugador contrario, la pelota surca los aires del campo, llegando al área grande. Eca, Enrique, Lauro saltan para intentar despejar el peligro, hasta el pequeño Acucho con ese impulso aguerrido de su doble salto que impedía al jugador contrario, también ve frustrado su intento. Corre un jugador Cajacaino, uno de las Zorrillas, por detrás de todos ellos y midiendo la velocidad de la pelota se impulsa para saltar con habilidad y ejecuta un preciso cabezazo. La pelota


ahora toma un giro  directo y rasante al arco junto al madero izquierdo…Desde las tribunas los seguidores cajacainos al igual que los jugadores ya celebran y cantan el gol ansiado…pero…nuestro arquero chato y descarnado, realiza una inverosímil reacción, que no se lo esperaban los simpatizantes, los hinchas, los aficionados, nosotros sus compañeros y los jugadores adversarios. Sacando la postrera fuerza de extenuación, de pronto, se asoma entre los cuerpos de los fatigados jugadores, desdoblándose como un felino. Con las yemas de sus dedos flacuchos y la uñas, de milagro, logra contener el gol de la igualdad. La pelota queda en las inmediaciones y Uli que está cerca, atento a la jugada, con la fuerza de sus entrañas, a lo que venga, también logra rechazar la pelota por la tribuna de occidente donde se encuentra nuestra angustiada barra colmada de simpatizantes que reclaman el pitazo final, más el árbitro deja continuar el pugnado encuentro. La ansiada gloria llega después de escuchar el postrero y enérgico pitido  del silbato, ejecutado por el hombre vestido de negro, el árbitro. De inmediato las banderolas flamean entre las manos de los emocionados hinchas al compás de la banda, doblando la estrofa tarapaqueña…Los jugadores se abrazan con mucha emoción y fuerza, de igual manera con los simpatizantes. Mientras celebrábamos el soñado título,  Perching, acompañado por Apchu,  postrado en la cama del hospital, luego de haber sido intervenido de su lesión, aun estando convaleciente, esperaba ansioso la noticia del resultado del partido. Con el fantástico, hermoso e histórico gol de Perching y la soberbia e inolvidable atajada de Pipa, el Club Atlético Tarapacá (CAT) se coronaria campeón del futbol Bolognesino por segunda vez en el póstumo memorable certamen organizado por la Asociación de Instituciones Bolognesinas (AIB).

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El CAT, durante el transcurso del enconado campeonato y antes de la definición del título, todo lo tenía a su favor; contaba con el mejor equipo, tenía el arquero menos batido y al máximo goleador, poseyendo estos magnos distintivos, con hondo dolor, perdió el campeonato frente al Sport Jaimes que se coronó campeón en el recordado y emocionante certamen del año 1968. Figurando en este equipo los recordados e insignes jugadores: Iván Robles, Callupe. Luis Saldivar, Federico Valerio, Juvilio Alvarado Ocaña, Montes, Jumpa…

Como toda Institución deportiva, el CAT, en los siguientes campeonatos, por alguna circunstancia que yo desconozco, tuvo un receso durante 5, 6 años. En este lapso, aparecieron de manera fugaz los equipos de los Heraldos Negros, Los Intocables, Estrella Roja y el retorno del Club Alianza Chiquian, coronándose campeón el año1973 que luego terciaria en la primera fase de la Copa Perú.


La prestigiosa Institución del CAT no podía estar privado de los importantes campeonatos del futbol Chiquiano, languideciendo por más años. Entonces, emergiendo como una antorcha luminosa, El CAT retornaría triunfalmente el año 1974 gracias a los denodados directivos, socios y simpatizantes. Cuya lista de jugadores figuraban: Rodolfo Fernández Agüero, Erich Vílchez, Manuel Álvarez, Figueroa, Fidel Alva, Filemón Velásquez, Dante Aldave, Francisco Padilla (Pogoncho), José Saldivar, Gilberto Angulo, Abel Gamarra, Andrés Vásquez y posteriormente se acoplaría el eximio jugador Víctor Portilla y la habilidad de Cesar Ramírez. A partir de la segunda mitad de la década de los años 70, logramos obtener varios títulos rememorando uno de ellos en el relato “El debut. Memorias de futbol”                          

Los triunfos continuaron con la última generación de destacados futbolistas tarapaqueños, con quienes, luego de cinco años de ausencia, tuve la fortuna de alternar y defender, de modo indecible, a la querida Institución de nuestras pasiones, que participó en el postrero y emocionante campeonato que se realizó el año 1984, en la tradicional fiesta de Santa Rosa de Lima patrona de Chiquian. Para satisfacción de los entusiastas y generosos hinchas una vez más, se coronó campeón con los siguientes jugadores; Willy y José Santiago Márquez, Cesar Espejo, Ivo, Nivardo Jara (Nipa), Manuel Alva, Chivo, Rubén Palacios (Cañita), Ernesto Rivera, Hugo Vílchez, José Aranda (Comuno), Jesús Jaimes (Chino Vivar), Rogelio Portilla (Chino) y otros que la menoría me traiciona.

En reminiscencia al Club Atlético Tarapacá, mi inefable querencia, 

El Pichuychanca.

Chiquian, 13 de junio 2019        


2 comentarios:

  1. FELICITACIONES EL GLORIOSO EQUIPO DE FÚTBOL "CLUB ATLÉTICO TARAPACA, DIGNO REPRESENTANTE DE LA HERMOSA, GENEROSA CIUDAD DE CHIQUIAN, SALUDAR A NUESTRO QUERIDO AMIGO HUGO VILCHEZ POR ESTA BONITAS SEMBLANZAS, QUE SIGAN LOS ÉXITOS DE ESTE FAMOSO CLUB ORGULLO DE LA PROVINCIA E BOLOGNESI.

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  2. Gracias por tu apreciación. Las semblanzas son parte de nuestros pasos tanto infantil como adolescentes que con singular nostalgia lo recordamos y damos a conocer por medio de las narraciones, poemas y cuentos. Saludos

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