viernes, 5 de julio de 2024

Cascada, intacta, fresca y cantarina


La seductora cascada de Usgor, ubicado en la esotérica quebrada del mismo nombre, desde tiempos remotos es el distintivo más preciado por el sencillo, locuaz y noble poblador de la tierra natal, Chiquian. 

Relato.

De hace mucho tiempo atrás, como de costumbre, de generación en generación, familias, amigos, amigas, muchachos embelesados, a fin de conocer la cascada, atraviesan la espaciosa vía de donde se puede apreciar el impresionante paisaje del valle de Aynin. Esta vez, una de las parentelas de entusiastas y generosos padres, en feliz paseo, llevan a los mimados hijos de temprana edad, rumbo a la rumorosa y atractiva cascada con el propósito de  regodearse, juntos y a sus anchas, con la arrulladora y serpenteada caída del agua, oír su música y su canto telúrico.
 
En el trayecto, de trecho en trecho, padres e hijos, detienen su paciente andar. Los amorosos progenitores abrazan y alzan a los inquietos descendientes con fin de que aprendan, desde su vigoroso y caluroso regazo, a contemplar, valorar y apreciar el hermoso valle de Aynin, 

Por la noche, en serena luna llena, en el apacible comedor de una de las casas, alumbrado por la inmóvil y mortecina luz del cirio, de manera similar y por coincidencia, en la sala de otra casa, iluminado por la luz lánguida de los focos amarillos, energía que provenía de la planta eléctrica de umpay, después de la merienda, en la hora de la sobremesa, los afectuosos padres cuentan a los retoños con tal arrobamiento, como sus predecesores le narraron en tiempos idos, qué, si los niños que van solos a este cautivador lugar, sin la compañía de los tutores, de las orillas de la llamativa cascada, incrustada en la insondable quebrada, bañada por balsámicas plantas silvestres, de repente, surgen los rubicundos y risueños hichiculgos que los atraen con fuerza misteriosa, hechicera y se los llevan a lugares ignotos. 

Cuando los hijos que oían el cuento con estupor y la piel hecho como el de la gallina, de golpe, a la madre se le ocurre mandar con tono de mando:

—Omar, ve a traer la ropa que está tendido en el patio. —para  mala fortuna del hijo, el lugar indicado se hallaba helado y de una sombría  penumbra. Entonces, de inmediato, el cuerpo infantil se le estremecía de espanto creyendo que algún espectro le aguardaba desde un  lóbrego recodo del portal.

Años después. Omar y los  amigos, los niños de ayer, hoy entrando a la temprana pubertad, presumidos, sin informar de su andanza secreta a los padres, narradores de cuentos, temerarios, bullangueros, pero también con el pequeño cuerpo escarapelado, arriban a la entrada de aquella recóndita cascada. 

El pelotón de niños curiosos, andan, pasito a pasito, por la angosta y fangosa senda. Temerosos y con los mechones erizados, caminan en sentido contrario del rumoroso riachuelo que discurre fatigado y apesadumbrado por su inclinado cauce.

Alertas y cautelosos, observan las altas paredes de rocas negras y violáceas de la honda quebrada. De las colinas adyacentes, advierten las plantas pedestres y la arboleda que florecen con un vivo verdor. Arbustos que suben y suben directo al cielo sin descansar y en cuyo fondo, delante del eterno muro, reverbera la estruendosa cascada bajo los tibios rayos del sol. 

Avizoran con cierta inquietud, hasta donde les alcance la lozana vista, los cuatro puntos cardinales. Ansiosos, giran su minúscula cabeza cual soliviantado pichuychanca. Sin ver ni hallar a los susodichos pelirrojos hichiculgos, hurtador de niños, se sienten seguros de su curiosidad, de su aventura, En seguida,  victoriosos, cual cervatillo juguetón deciden darse un remojón en sus aguas heladas.

Para Omar, la existencia infantil y la pubertad quedó atrás y llegó la flor de la vida, la ansiada adolescencia y la juventud. El embelesado mozuelo con el rebosante y palpitante pecho, junto a la sonrosada moza, Libia, la niña de sus ojos, furtivos, se dirigen derrotero a la cautivadora cascada con el fin de confesarle su lozano sentimiento de devoción por ella.

Ahí, entre las altas y verdosas colinas,  escuchando el trino de los pájaros cantores. Entre frondosa yerba pedestre. Entre hojas balsámicas, y el rumor del viento fisgón. Ambos, atraídos como un imán por la cascada cantarina, sonrojados, sin mediar palabra alguna, tan solo cautivados por el sentimiento de Cupido, con las manos lozanas, entrelazadas y agitadas, perciben, por vez primera, las salpicaduras de su agua hechicera.

Ah, tiempo... tiempo impío, junto con el más allá has tocado la puerta a nuestros ancestros. A los amigos contemporáneos y a mí nos has robado, sin clemencia, nuestra feliz infancia, nuestra inquieta pubertad y nuestra divina juventud que creíamos que era eterna. Sin embargo, la cascada, nuestra gallarda cascada, el emblema de mi dorada patria chica, permanece intacta,  fresca, cantarina, esperando con avidez a las nuevas generaciones para relatar la misma leyenda, o tal vez, contar nuevas e indelebles historias.

El Pichuychanca.

Chiquian 27 de Abril 2021




Acompaño a este video estas fotos.









El Pichuychanca

Archivo fotos y video 2018

Chiquian 27 de Abril 2021

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario