martes, 19 de mayo de 2020

Pan.

Pan de piso. Foto cortesía, Dante Aldave


Por motivos obvios, producto de la lejanía, mi querencia por la tierra natal, estaba adormecido. Pero en estos cuatro últimos años de mi larga estancia, recorriendo caminos, cerros, colinas, prados y calles inolvidables, fueron renaciendo como el Ave Fénix de sus cenizas. En mi memoria resucitan gratos recuerdos de mi infancia y uno de ellos es cuando acudía al horno para ver la elaboración de nuestro delicioso pan de piso.

Resultó este poema.

Pan.

¡Oh, pan! Pan de piso,
pan de maíz, pan de trigo, 
a partir de mi pueril infancia, 
evoco dichoso tu perfil dorado,   
cuando el presuroso hornero, 
hombre comedido,  
te apartaba del horno ardoroso. 

¡Oh! ¡Pan de piso! Como te veía 
con apetito inquietante, cuando te pillaba 
debajo de la ínfima ventana del horno. 
Tórrido, posabas en la canasta de bambú,
manado aroma a tallo de aciprés. 

¡Oh! ¡Pan de piso! Cuanto, 
cuanto te queremos, a partir 
de nuestra cándida infancia, 
con tu misma textura,
con tú misma frescura, 
con tu misma cara dorada 
untado con la apetitosa 
mantequilla o el queso.
 
Cuando me encuentro 
lejos de la patria chica amada, 
¡Ay! ¡Cuánto te recuerdo
pan de piso! 
En la mesa de mi hogar,
en la mesa del pobre, 
sobre un decoroso mantel, 
sobre un tapete sencillo, 
como brillaba tu cobertura 
manado tanta fragancia. 

¡Hoy!, en este momento, como 
quisiera estar en la casa materna,
mi entrañable querencia, 
para comer un trocito de pan de piso! 
 
El Pichuychanca. 
Lima, Salamanca, 4 de enero 2020 





    El Pichuychanca

     

No hay comentarios.:

Publicar un comentario