martes, 27 de agosto de 2019

Mi utopía, vuestra utopía: Una Casa de la Cultura

Atardecer
Las autoridades elegidas en todos los estamentos públicos del Estado, especialmente los alcaldes, como conductores de una gestión publica y opinión local, tienen la responsabilidad y la obligación de velar y servir por el bienestar de su comunidad tanto en lo espiritual como materialmente.

Chiquian, pueblo mágico, hace mucho tiempo detentaba una edificación, única y digna de una situación envidiable, su hermoso y augusto teatro con una lustrosa e inclinada platea, con reconfortantes sillas plegables, en los costados una especie de un acogedor balcón corrido, en la parte posterior la bullanguera galería y el cómodo proscenio, en donde los solistas, conjuntos de musica y actores actuaban con suma holgura, y en cada acto final era cubierto por los amplios y elegantes telones.

La candileja estaba ubicado en el corazón del pueblo, es decir en el zócalo. Multitud de personas; los varones ataviados de ponchos, abrigos, bufanda y sombrero y, las gallardas  damas con vestido de noche, cubiertos de chal, pañalones y llicllas acudían a ver y escuchar las mejores veladas poéticas y teatro puestas en escena por los alumnos declamadores y actores de la Normal y el Colegio Coronel Bolognesi. Además, se trasmitían películas de estreno y se presentaban solistas, conjuntos y danzas, de este modo, se preservaban nuestros ancestrales valores culturales.

Luego de asistir y regocijarse de estos magnos eventos, los ávidos espectadores de maizada edad salían con inmenso placer espiritual.

El primer periodo de esta vida humana, en mi niñez, tuve la fortuna de conocer y disfrutar de este bienestar espiritual y material que quedaron grabados, a través del tiempo, en mi memoria.

En mi memoria otoñal, emerge una anécdota infantil, pero con una duda, no recuerdo con exactitud si fue en la emisión de la película “los doce mandamientos” o, cuando el conocido locutor radial, el señor Pizarro Cerrón, qué, desde la estación de radio el Sol, difundía con sumo acierto, de cuatro a seis de la mañana, canciones del acervo popular como mulisas, santiagos, huaynos y pasacalles, llegaba a Chiquian con una nutrida caravana de artistas y orquestas del folclore peruano y entre ellos figuraban las renombradas interpretes como La  Pastorita Huaracina, Princesita de Yungay, Flor Pucarina etc. ¡Qué tiempos aquellos! 

En uno de estos dos protagónicos eventos, mi madre con mi tía Lidia apresuradas me llevaban, de la mano, al teatro, donde la señora Ana Márquez, con ansiedad, ya nos estaba esperando en una ordenada hilera de gentío para ingresar al magnifico recinto. De este lugar pude observar otra multitud de personas aglomeradas en la boletería tratando de adquirir su boleto en medio de un atronador murmullo. De pronto se abrió la puerta principal, era tal la expectativa que la muchedumbre irrumpió en un caos emocional, preocupados por ocupar un lugar cómodo y próximo al escenario, en ese ínterin, entre los empujones y el alboroto, la señora Ana sentía frio en uno de sus pies, al fijarse atentamente en ellas, se dio con la sorpresa que había extraviado el zapato negro de charol, sin embargo, no sé lo que hizo la señora Ana en ese momento, el hecho es que, sin perturbarse, se quedó prendada y disfrutando durante toda la función de gala de aquella fría noche invernal.
  
Este hermoso y nostálgico teatro fue destruido parcialmente por el aciago terremoto del año 1970  desde aquel entonces, trágico para la cultura, Chiquian carece de un lugar o edificio donde se pudiera representar atrayente y estupendas obras dramáticas o, ejecutar encomiables espectáculos.

Desde hace 15 años La Casa de la Cultura de la Provincia de Bolognesi-Chiquian, fundado, sin fines de lucro, el 21 de octubre del año 2003, viene siendo ninguneado y postergado por las diferentes gestiones de la alcaldía, cediendo algunos locales no adecuados para desarrollar cómodamente sus actividades como tal. 
 
En ese sentido, como socio itinerante de la Casa de la Cultura, que me acoge afable y comedidamente, opino y recomiendo que se realice las pertinentes gestiones legales, por parte de nuestros buenos amigos abogados de la tierra natal, ante las autoridades correspondientes, para que autoricen el pase del local del IMPE, abandonado por muchos años, a nombre de la Casa de la Cultura de la Provincia de Bolognesi-Chiquian, tan deseada para toda la comunidad.

Mi utopía, vuestra utopía, de poseer nuestra Casa de la Cultura, se concrete en una realidad con un local propio. Colocar la primera piedra y con el tiempo edificar un moderno teatro, como antaño, con todas las comodidades posibles.

Tomo el nombre del presidente de la Casa de la Cultura de la Provincia de Bolognesi Chiquian y de todos los socios, para apelar a ti generoso paisano de corazón magnánimo y filántropo, que se encuentran desparramados por todo el territorio nacional y el planeta, de colaborar con este hermoso sueño que es una necesidad urgente para nuestra querida tierra natal, Chiquian, nuestra querencia.

El Pichuychanca

Chiquian, 27 de agosto 2019

viernes, 16 de agosto de 2019

Mi taciturna travesía.


 
Asomándose la luna detrás de la Cordillera de Huayhuash. son las 6.40 PM 
 

Mi taciturna travesía


El sol, a la vera del ocaso, 
su postrera luz amarilla
a la quimérica cima del Yerupaja,
de solemne manto blanco, 
lo adorna con vivos colores. 

Surcando el vasto garzo cielo
en atardecer sereno y cálido 
las aves en raudo vuelo 
Tornan al abandonado nido.
 
La negra noche arribando, 
dichoso mana el hurón lucero.
Al apacible pueblo, engarzado
en medio de ondeados collados,
entre agitadas cascadas, 
gozoso le guiña con los cinco ojos.

El mar de luminosas perlas doradas 
destella en el llamativo oscuro cielo 
tímidas, de vez en vez se esconden 
detrás de los algodones albos. 

Es  clara y cálida la noche 
en la patria chica amada.
La luna brilla en la honrada calle
Alumbrando mi taciturna travesía.  
    
 El Pichuychanca.
Chiquian, Plaza Mayor, marzo 2019 


viernes, 9 de agosto de 2019

Chicha de jora

La Sra. Mery, despachando la chicha

Chicha de jora.



Matinal, 
marcho por camino inclinado
en cuya orilla el ardoroso sol, 
día tras día, mancilla la frondosa floresta
que en la pasada estación lluviosa 
con hermosura florecía.

¡Oh! Prodigioso maíz sin tiempo, 
fascinado, me alegro de verte
en las faldas del campo verde 
en hermosas mazorcas, meciéndote
en la mano blanda del liberal viento. 

Prodigioso maíz sin tiempo, 
grano policromo y llamativo,
el frescor de la aurora,
el agudo estío en el día, 
el frio, la lluvia, la humedad,
padeciendo. Inconmovible, 
te yergues con espíritu solemne, 
predestinado en prolífica tierra 
de Mesoamérica y América del Sur.

Prodigioso maíz sin tiempo, 
el hombre de Mesoamérica,
El hombre de América del Sur, 
sabio y virtuoso, te adoptó 
con perseverancia inagotable, 
para ser sustento básico 
de los incas  Aztecas y Mayas.

Prodigioso maíz, 
a través del tiempo sin tiempo, 
sin distingo ni cuestionamiento,
disfrutamos de tu singular exquisitez  
en la forma del crocante maíz tostado, 
de la deliciosa humita, 
del humeante choclo, 
de la preciada chicha de jora.

Atravesando calles calladas
escucho el canto guerrero del gallo,
más allá, el abejorro,  zumbando 
se cruza en mi andanza.
Llego a la generosa tienda,
ubicado en el barrio de Oro Puquio 
de la patria chica amada, Chiquian,
para mitigar la sed violenta 
con la no igualada bebida ancestral,
la chicha de jora, 
elaborado con dignidad
por la familia Garro Fernández.

El Pichuychanca
Chiquian, Oro Puquio, 9 de Agosto 2019