martes, 29 de octubre de 2024

Bienaventuranza


Luego de haber arreglado el jardín y ordenado el patio con suma diligencia, en estos espacios antiguos de la morada materna donde siento completa beatitud, de repente, el tedio, sin prisa pero sin pausa, desmantela mi estado de ánimo con una vaga melancolía. 

Sin embargo, la tarde apacible, en pleno declive del sol que brilla como el oro bruñido, invita a darme un paseo con paso cansino y a un ritmo agradable con el fin de enseñarme su escondida hermosura.

En mi pausada andanza por la periferia de la patria chica querida, el viento  me sorprende con su furioso soplo  y en un segundo infla como a un globo mi pantalón y el albo poncho. Este frío ventarrón, arrastrándose por las chacras despojadas y de los  caminos ásperos, hace vibrar la copa descarnada de los viejos eucaliptos, las espigas pajizas de los escasos sembríos de trigo, de igual modo, a las pesadas mazorcas del maíz.

En el fugaz y hurón peregrinaje, un silencio retraído, agazapado tras las praderas sin bardas, me acosa sin cesar. Colmado de completo sosiego, cada paso, disfruto de la hermosa tarde serena. Ya en el ineludible ocaso del sol, de pronto, alzo la mirada hacia el extenso cielo en dónde flotan los policromos algodones, a veces grises, a veces ambarinos, a veces rojizos. Me da la impresión que se enfrentan en una dura batalla por ir adelante la una de la otra. 

Allende, sobre la fragosa cima cana de la cordillera blanca, las nubes cálidas que se desplazan con increíble lentitud, como el caracol dentro del húmedo y nutrido jardín, graciosas, sonriendo todas ellas, se divierten frente a mis ojos contemplativos.

Alternándose con arrebatadores rubores me  transportan en la soñadora bienaventuranza de mi mesurada pero feliz infancia que el infalible tiempo me ha privado.

El Pichuychanca.
Chiquian 2 de mayo 2021



















viernes, 18 de octubre de 2024

Intenso quebranto


Mes de julio.

En la madrugada, todavía de noche clara sin luna, debajo de titilantes e innumerables lumbres del cielo despejado, el cruel frio azota sin compasión. El tiempo me es poco amigable. 

El viento que ruge, fuerte y profundo, lacera mi cuerpo otoñal una y otra vez. Al verme en esta penosa circunstancia, de inmediato, la imaginación me lleva a pensar que este mismo viento eterno, en épocas lejanas, fustigaría, de modo semejante a los honrados y laboriosos labradores, labradoras de este pueblo adornado por su identidad, pujanza y de una cultura en común.  

Trajino por el agreste y silente camino, en compañía de sedientas y desnudas plantas silvestres causado por la helada estación de otoño. En la medida que avanzo por el sendero que me conduce rumbo al cerro empinado de Huancar, Jaracoto y de los prados de Huaca Corral, bajo el sol abrasador, apenas logro oír el canto lánguido de las avecillas, el susurro agónico del riachuelo.

Recuerdo todavía, que a la luz del alba acompañado del trino sonoro de los pichuychancas y los ruiseñores, íntegros e incondicionales labriegos, labriegas de rostro cárdeno y de recio andar, con los azadones en el hombro, soportando el despiadado frio, marchaban cuesta arriba por estos senderos, serpenteados y abruptos, rumbo al campo a fin labrar con arrojo, durante varios días, la tierra fértil. Luego, una vez ya listo el terreno y en el día adecuado, sembrar la papa, el maíz. Pasado un tiempo determinado, con la racuana en la mano curtida, lanzando respiraciones afanosas, arrancan de raíz la mala yerba que impide el crecimiento del nuevo brote. Y en el momento oportuno, con gran espíritu de camaradería familiar, ir a cosechar con el pecho henchido de júbilo.

La silenciosa tarde cae con inaudita lentitud. Luego de este nostálgico paseo por estos alejados lares, en mi señero retorno,  hago un alto de mis pasos exhaustos, con el propósito de regodear la vista con el entorno y el indecible paisaje de la tierra natal, clavado en blanda explanada, entre asombrosos cerros. Lejos, la desvelada cordillera argentada que exhibe toda presuntuosa al segundo nevado más alto del Perú, el augusto Yerupaja.

Del pico más elevado de estos enigmáticos altozanos, que preserva a mi pueblo con celo, observo los prados desolados con intenso quebranto, que hasta el tambor de mi pecho late incesante y de pena. 

Ah, tiempo... tiempo cruel, hoy, los fecundos campos se hallan entristecidos, desnudos y marchitados causado por el abandono o la migración a otros lares de parte de los propietarios, además, lastimado por el potente fuego del sol a tal punto que parece como si lo hubiera cubierto por completo con una ilimitada sábana de color amarillo al  reverdecido sembrío del maíz y el trigo de ayer.

El pichuychanca.
Chiquian, calle Tarapacá, 28 de abril del 2021



Sementera amarilla, arboles verdes, Tucu de blanco nevado, cielo azul. Asi es el tiempo estival en el terruño. Noviembre 2022

Son las 5.20 de la mañana, la luna menguante rumbo a su ocaso.



Huamgam


Hermoso Valle de Aynin

La presuntuosa Cordillera de Huayhuash, exhibiendo al segundo nevado más alto del Perú, el augusto Yerupaja.

Faldas del cerro de Huancar.
P/D. Las fotografías anteriores fueron tomadas a partir de las 5.15 de la mañana el dia 12 de noviembre 2022

Vista panorámica de Chiquian. Tomado desde el canal de Tucu. Encima de entre los cerros de Huancar y Jaracoto.

Foto captado dede tanas, de este lugar se logra apreciar el recinto del sol y la luna ubicados en la cima del cerro de Capilla Punta y la tierra natal. Mi querencia.

Sigo descendiendo por el camino de tanas. Con extremada añoranza observo los prados abandonados. Chiquian en medio de la quebrada.

Logro captar el valioso recinto de Capilla Punta. La muralla testigo mudo del arte e ingeniería de nuestros antepasados, abandonado y descuidado por las autoridades y la misma población. ¿Que hacer con este importante centro turistico y mirador por excelencia?

Me siento enamorado de mi tierra natal. Chiquian

En unas horas llegaré a tus calles pastoriles para reencontrarme con las improntas de mi infancia y adolecencia. Hasta la proxima amigos mios.

Archivo fotos 2018



viernes, 11 de octubre de 2024

Puerta, camarada de la vida



Puerta, camarada de la vida


Tú, puerta mi hermana
en la flor de la vida, 
en el claro día, bullanguera,
en la negra noche, sosegada.
Más por el paso 
del violento tiempo, 
herida, desnuda, desvalida,
todavía permaneces de pié
cual noble y centenario roble.
     
Puerta querida, 
ayer, 
los padres, 
los amigos, 
los parientes, 
los hermanos 
tanto, tanto 
de abrir y cerrar
tus generosos brazos
sin descanso ni lamento,
sólo el hacedor lo sabe
por cuantos años,
fiel siempre fuiste
a pesar del mal trato
que recibías
sin causa alguna 
de parte tuya.

Puerta querida,
el tiempo cruel,
que no perdona 
a nadie en este mundo,
a labrado tu rígida piel
a fondo.
Puerta, camarada de la vida,
estas callada, ahora, 
estas taciturna, ahora... 
Con el corazón de piedra,
sin ningún sentimiento,
sin piedad, 
te abandonamos
cual cadáver insepulto.

El Pichuychanca.
Chiquian, 26 de abril 2022

 

Portones, calle Porvenir




Portones, calle Grau








Portones, calle San Martin










Portones, calle Tacna








Portones, calle Bolognesi










Portones, calle Alfonso Ugarte











Portones, calle Saenz Peña



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Portones, calle Tarapacá





Portones, calle Leoncio Prado





Portones, calle Figueredo






Portones, calle Espinar





Portones, calle Sauces

Portones, calle Bracale