viernes, 26 de agosto de 2022

La centenaria glorieta


Chiquian. Sentado en una de las bancas, frente de la pileta, de la placida Plaza Mayor disfrutando de la quietud del mediodía y de un reparador descanso, y percibiendo el frescor del suave viento, contemplaba las bucólicas orillas, las asfaltadas y bifurcadas aceras por dónde, de vez en cuando, circulaban personas de heterogénea edad. Apreciaba a los 4 longevos árboles que siseaban con cierta pereza. En la lejanía, consideraba a los antiguos senderos construidos por nuestros aplicados ancestros, y a los llamativos y vigilantes cerros de disímiles cumbres que adornan a la villa dorada. En estas circunstancias de total ensimismamiento, veía venir a la sorpresiva y repentina llovizna vernal que en la lejanía  parecía ser una cortina transparente. Entonces, sin  dudar en ningún instante,  presuroso, recorrí a la centenaria glorieta para cobijarme bajo su desprendido techo.

Hoy, 15 de setiembre 2021, en este nostálgico lugar, de pronto aflora mi vivencia infantil y de mi memoria resucitaban las amenas e interminables tertulias que oía de alegres y avispados jóvenes, de los adultos con rostros discretos y de personas mayores de andar pausado, unos irascibles, otros pacientes, cada uno de ellos, con voz singular y  matizada.

En tardes serenas de cada fin de semana o  en ocasiones especiales, cuando en pleno declive del sol con su luz, ambarina y oblicua, aguijoneaba las paredes y las cimas  albinas de la seductora cordillera y el manto amarillo de los arcanos cerros, hollado por el estío primaveral, los jóvenes tertulianos se reunían con puntualidad, alegrando la Plaza con sus chillonas y cambiantes voces de infante a adolescente.

Y los tertulianos adultos y mayores, unos y otros de temperamento plural, ataviados del poncho habano pendido de los hombros, descarnado o corpulento, del sombrero sobre la cabeza de  cabello cenizo y negro  y la bufanda que le abrigaba el cuello del helado frio, vestuario  típico de los pobladores de Chiquian y de toda la provincia de Bolognesi. Uno tras otro, se acercaban a la acogedora glorieta a la hora exacta como si acudieran a un centro de trabajo.

En este dulce y silente espacio, conversaban o debatían sobre temas de actualidad. Yo, a los  8, 9 años, ya apreciaba estas sesudas tertulias que a veces, se tornaban discrepantes, antagónicas. Observaba, sorprendido y apasionado, de los ademanes que se lanzaban uno y otro tertuliano; con el rostro colorado como un tomate,  levantaban el brazo con el objetivo de señalar con el dedo índice a su oponente, y las miradas conciliadoras de otros. Estas reuniones, amenas y acaloradas, se llevaban a cabo  en veladas noches de cielo claro sembrados de titilantes luceros, acompañados bajo el lunar blanco que alumbraba y ataviaba  con su luz argentada a la rumorosa pileta,  a la florida rosaleda, a la torre de la iglesia, a las mudas calles y a la misma glorieta centenaria. 

Mi remembranza infantil fluye alborotado de las  gratas y sonoras retretas de hermosas   melodías ejecutado por una filarmónica banda de música que, en cálidas tardes y aproximándose la oscura noche, embriagaba el espíritu de los asistentes. Incitando a bailar a las parejas con cadencia y garbo. Y entre mis pensamientos cavilaba "¿Por qué no recurrir o recuperar esta vieja tradición uno o dos veces por mes para alegrar, en apacibles noches, el espíritu de toda la población?"

En esta centenaria glorieta;  recuerdo haber oído a encumbrados oradores, proclamando con gestos de aliento y convencimiento célebres discursos sobre eventos políticos, sociales y culturales. A solistas y orquestas de nuestra localidad, en plena juventud, interpretando hermosas canciones, vibrantes y rítmicas composiciones. En los días festivos del calendario anual, oír a los alumnos, ataviados con pulcritud, declamando con voz estentórea hermosos poemas.

Continuando, desde tiempos remotos,  con los usos y costumbres del añorado pueblo, el 4 de setiembre de cada año, luego de haber disfrutado de la fiesta patronal durante 7  festivos días, cerca de 20 personas, con fe y lealtad, se aproximan a la octogonal glorieta, frente a la imagen de la Santa Patrona y de la ansiosa muchedumbre, ávido de buenas nuevas, a fin de estampar su firma en el registro de funcionarios y ante la autoridad competente, se comprometen de manera voluntaria y con responsabilidad de realizar la próxima fiesta patronal Santa Rosa de Lima de Chiquian, qué, a partir del año 2018, es reconocido y denominado cómo Patrimonio Cultural de la Nación, título que debe enaltecer a todo ciudadano chiquiano y bolognesino.  

Se ha logrado obtener esta distinción honorífica, gracias al arduo trabajo de investigación, de esta solariega costumbre, por la insigne Casa de la Cultura de la Provincia de Bolognesi Chiquian. A partir de la fecha de haber sido nombrado como tal, en adelante, debe ser celosamente cuidado y resguardado por toda la comunidad chiquiana y bolognesina desde el inicio hasta la culminación de la fiesta de  cada año.

El Pichuychanca
Chiquian, Plaza Mayor, 15 de setiembre 2021

De este histórico lugar de manera espontánea surgieron estas fotos.






El Pichuychanca.

Chiquian 15 de setiembre 2021

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