Luego de muchos lustros ausente de mi patria chica, Chiquian, vivo momentos memorables. A partir de los meses de enero, febrero y marzo, testigo de este tiempo invernal, muy variado, después de la lluvia, incesante y torrencial, con más frecuencia en este tercer mes del año, amanece nublado y con ligeras lloviznas con redondas y brillantes gotitas frías y amorfas cual cristal luminoso bajando de negras nubes. Aguaceros y garuas se desploman sobre las calles pavimentadas y de los que aún se encuentran afirmadas de donde, de inmediato, surge el aroma a tierra mojada junto al blanquecino vaho. Las lluvias riega a las plantas agrestes reverdeciendo a los primorosos prados, baña a los escasos sembríos de papa, alfalfa, maíz y el trigo de espigas doradas, cada vez más lozanos y alegres, subiendo derrotero al cielo.
En seguida, en el garzo cielo, con escasos y prietos algodones inmóviles, aflora el sol con su infinita luz amarilla alumbrando más allá del mediodía. Y en el néctar del atardecer, de nuevo, las densas brumas cubren las calles pastoriles y a los esmaltados cerros como el telón del teatro al escenario.
Horas después, en el horizonte, se asoma la cara sonriente de la luna llena y con su luz argentada embellece las angostas calles de noche serena y en las casas, las madres con los hijos en su regazo, les cantan canciones de cuna.
La bonita cascada, ataviándose de velo blanco cual novia embelesada, arrastrando abundante agua, cristalina y rumorosa, forja al fugitivo riachuelo que corre y corre por debajo de verdes plantas silvestres y entre piedras amorfas, como si tuviera urgencia de unirse al rio Aynin y éste, a su vez, va a toda prisa, surcando valles, quebradas y montañas para ir a hundirse en él mar, donde ha de morir.
El Pichuychanca
Chiquian, 25 de marzo 2022
Y la cámara del celular, sin pausa, ni descanso, les ofrece estos videos y algunas fotos más.
Noche de luna serena. Desde el patio de mi casa materna.
Zócalo, cubierto de fria rancha
Calle, el Comercio. (Chaupi calle)
A mi prima Roxana y a este servidor, se nos ocurrió dar un paseo por Capilla Punta yendo por los senderos inclinados de Jaracoto. En plena cima, nos sorprendió una torrencial lluvia. Llegamos a Chiquian empapados por completo como si hubieramos jugado carnaval con el fuerte aguacero. Foto cortesía, Roxana Carrillo
Roxana, subiendo piedra sobre piedra, llegó a la cima de la roca. Cerro de Jaracoto
Y llegando en la cúspide del ancestral cerro de Capilla Punta, nos sorprendió las frias y albas brumas acompañado de una torrencial lluvia. Estar en contacto con la naturaleza es una bonita experiencia y lo disfruté cómo en mi infancia que el tiempo cruel me ha robado.
Zócalo, Chiquian. Silenciosa tarde.
Lluvia, fuente de vida, para los seres vivientes de este planeta, en especial para mi terruño.
En el silente de la tarde y de la negra noche, escucho el alegre rumor de la generosa lluvia, mi espíritu se colma de ventura. Zócalo, Chiquian
Y noche oscura, y lluvia ligera, y poncho marrón con 3 líneas verticales de color negro blanco y marrón, y paraguas, en el zócalo de mi entrañable terruño.
Andando y andando por las periferias, en esta mi entrada edad otoñal y con el corazón rejuvenecido, de ver estos lindos panoramas, cada vez más, con más cariño, me enamoro y amo a mi terruño.
El maizal de espigas doradas,
Chacra, sembrado de trigo.
Periferas de Chiquian, tardes de sol
Andando por las periferias del terruño. Ambrosia crepuscular.
Marzo, tarde soleada. Jr. 2 e Mayo.
Me sorprendió este bello atardecer, andando por la campestre calle Porvenir. Chiquian.
Final de la silenciosa calle para tomar el camino solariego hacia al norte.
Rumoroso riachuelo, derrotero al río Aynin.
El Pichuychanca
Chiquian, 20 de marzo 2022
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Hoy 23 de marzo, muy temprano, cuando la luna menguante se hallaba en el cenit del vasto cielo azul, cubierto de escasas nubes, negras y desgreñadas, alumbrando el sinuoso camino con su fresca luz plateada y el alba aún no rompia la oscura noche, acompañé a los amigos, Dante y Juan, a truchar en el rio Aynin. Llegando al lugar indicado, yo, tomé otro rumbo y resultaron estas fotos.
La luna generosa guiándonos con su luz plateada el camino fangoso, causado por las continuas lluvias
En el Horizonte, el lucero hurón
Amanecer, cautiva a mis sentidos
Las plateadas ondas del rio Aynin, iluminadas por la luz de la luna y el alba, corren y corren por las verdeantes riberas.
Amanecer. Desde la florida, la Cordillera de Huayhuash
La luna menguante, en el espacio sin mácula de nubes.
Paisaje. Obraje
Desde las orillas del río Aynin. A un km de la Iglesia colonial de Obraje.
De regreso por los caminnos hollados
Puente campestre. Facilitando el paso de los caminantes
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