Salir de paseo matinal con la suave y rosada aurora asomándose agasapada tras las nacaradas montañas, me parece una eternidad en el momento de contemplar con la mirada hundida en el sosegado horizonte. Albor que me colma de paz y de dicha inenarrable.
Mientras el pueblo se halla soñoliento, mis pausados pasos crepitan sobre las hojas marchitadas y las menudas piedras regadas a lo largo del camino desierto y en medio del religioso silencio de las orillas, logro escuchar el canto insomne de los grillos, el apacible susurro de la arboleda que vuelve a rejuvenecer.
Avanzo cuesta arriba con mis dos siluetas, una proyectada al poniente, causada por la la luz artificial de los focos que alumbra desde la villa dorada, y la otra, hacia el oriente, originado por la Luz plateada de la luna menguante que se aproxima a su postrero ocaso.
En mi itinerario madrugador, gracias a la cámara del celular, resultan estas fotos correspondientes al 23 de diciembre 2021
Vistas desde Chicchog a Caranca y de Caranca regresando a la tierra natal.
Vistas tomadas el dia domingo 19 de diciembre del 2021.
Desde algun lugar del camino que conduce al cerro de Huancar y de los mantos verdes del mismo.
El Pichuychanca
Chiquian 23 de diciembre del 2021
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