Alborada en Chiquian |
Tú, eres mi ventura
Allende, en el vasto horizonte,
por encima del albo Yerupaja,
una estremecida estrella,
centellando en el cielo garzo,
a la zaga de la agónica nube,
huraña y endrina se esconde.
El celestial atardecer de otoño,
se va despidiendo del cálido día.
Andando por la calle campestre
el lunar plateado de la oscura esfera,
lanzaba mi silueta de galán enamorado.
De pie, frente de su casa,
debajo del árbol de copa tupida,
lejano,
escucho el postrero canto del ruiseñor,
posado en la umbría rama.
Con rivalidad,
veo como el bruñido rayo de la luna coqueta,
ingresa por la lumbrera entreabierta
a la alcoba de mi hechicera amada.
Intuyo,
como el fulgor plateado de la luna,
se funde en el enfundado aposento
de mi persuasiva amada. Sosegada ella,
con el rostro apacible y lozano,
con el cuerpo perfilado y grácil.
Mas, cuanto deseo ser, ¡ahora!,
un haz fulgurante rayito,
para iluminar su tersa jovial imagen,
en la callada penumbra de su alcoba,
acompañado de la argentada luna,
confesar, susurrando con ternura,
mi amor sin reserva:
Tú, eres mi ventura,
tu voz hace estremecer
mi cautivado corazón.
Tú, eres la inmaculada
mujer, con tu refulgencia
reservada, hechizas mi ser.
El Pichuychanca.
Chiquian, Calle… agosto 2019
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