viernes, 5 de abril de 2019

La nonagenaria María

Nonagenaria Maria

La nonagenaria María 


En plena cálida tarde
por apagada calle callada, auxiliada del añejo cayado, con luceros pesarosos enterrado en suelo entumecido, trémula, camina por ignoto derrotero. De mi compasiva mirada
paso a paso se aleja. En plena luz de la alborada, por el amplio y velado camino, detrás de la bruma albina, frente a mi vista otoñal, lento, se asoma una tenue silueta humana. En la espalda encorvada, leña lleva. Fijando sus pasos, agotada y martirizada, se arrellana en el pasto seco. Para mi asombro, es la nonagenaria María Debajo del ajado sombrero de paño, los largos y sedosos cabellos de plata, estimulado por el viento, ligero y huraño, indolentes, se mecen en su cerviz pretérita. Vive sola, los hijos no la solicitan. Yo le tiendo mi mano robusta, ella, con la otra mano rugosa en su viejo bastón se ampara. Con el pesado hatillo de leña, se yergue en quejoso suplicio. Trajina con lentitud, alejándose de mi dolida mirada. La nonagenaria María, hace poco, era mujer doncella, el tiempo infalible no perdona, para ella, los años viajaron. Nuestra existencia, jamás provee plazo. Mi existencia, viaja con celeridad. Mi existencia, corre pronto, tan pronto como el viento, que voy tras sus pasos, para entonces, sus marchitados ojos… ¡Se habrá apagado! El Pichuychanca Chiquian Camino a Huarampatay 18 de junio 2018. 

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