sábado, 4 de junio de 2016

Aquellas olimpiadas deportivas del CCB


Iniciado el nuevo año escolar, raudo pasaron los meses. Como de costumbre, la población celebró la Semana Santa con devoción y fe. En seguida festejaron el día de la madre y de  pronto se acercaba un nuevo aniversario de la preciada Alma Mater, el Colegio Coronel Bolognesi, cuya Dirección estaba presidido por el Director Eloy Cox Mejía. 

 El Director, Eloy Cox, hombre de mediana estatura, de atavío ordenado, rostro estirado, nariz recta y alargada, de cabello negro y lacio acicalado con una raya recta a un costado de la cabeza ovalada, al inicio de su carrera profesional, como maestro, transmitía a los inquietos alumnos su conocimiento adquirido en la universidad con profundo intelecto

Disciplinado, entusiasta y dinámico para todo tipo de actividades, como buen deportista, sobre todo en la rama del básquet, programaba con debida anticipación, junto a la plana docente y administrativa, llevar a cabo el nuevo, además, distinto, histórico y sobresaliente aniversario del colegio con los juegos recreacionales denominado: "Semana de Olimpiadas deportivas"

En este flamante aniversario se fomentaría un ambiente de unión y de camaradería entre los trabajadores, los maestros, los padres de familia y los alumnos de las diversas aulas del querido colegio. 

La programación de los futuros encuentros de las diferentes disciplinas deportivas estaba bajo la responsabilidad del Profesor de Educación Física, Orlando Ñato Bríos, hombre de porte moderado, de rostro redondo en cuyos cuencos, posaban los ojos negros y serenos. El pulcro vestuario, resaltaba el polo blanco con letras estampadas de color azul (CCB). El buzo pantalón azul marino y el par de zapatillas inmaculadas marca Sin Fin o Dumlop. Las tiendas de ese entonces expendían las dos únicas marcas mencionadas. El maestro, siempre estaba en compañía del inherente  silbato negro sostenido entre las comisuras de los labios ateridos, instantes después, bamboleándose sobre el grueso torso. 

El profesor Orlando, en el turno del curso de educación física que duraba una hora, enseñaba con persistencia las reglas y técnicas de las distintas disciplinas deportivas que, en este nuevo aniversario, los discípulos exhibirán lo aprendido aportando su energía y habilidad en estos competitivos y magnos eventos deportivos. La final y premiación de esta reñida olimpiada, se llevaría a cabo un día antes de la fecha central; 7 de junio. Día en el que participaran en una gran marcha marcial todas las instituciones educativas y públicas del pueblo. Toda esta actividad culminará al degustar la exquisita pachamanca, preparado por los respectivos asesores, padres de familia y los alumnos de cada aula.  


Los estudiantes de cada salón eligen al asesor de su preferencia y junto con los padres de familia tengan la responsabilidad de guiar y apoyar en las diversas actividades de este nuevo aniversario del colegio. Se nombran las respectivas comisiones con el objeto de realizar la afanosa tarea de la tradicional pachamanca. Echar la vista que alguien se encargue de la tesorería; recolectar y guardar las cuotas donadas. El encargado para la logística de comprar todos los ingredientes necesarios. Acarrear las piedras con el fin de armar el horno y por último, encontrar, con la ayuda del asesor y un representante de los padres de familia, al experto cocinero en preparar este sabroso y típico plato. 

Para estas  olimpiadas se eligió a las y los deportistas más destacados en la disciplina de vóley, básquet, salto alto, salto largo y en las barras paralelas. Los demás compañeros de cada salón participaran con su emotiva presencia física dando aliento, hurras y ánimo, desde el largo pasadizo que bordeaba el patio central o de aquella pequeña loma ubicado  frente a las primigenias aulas, cruzando el polvoriento patio. En este lugar —la loma— la vieja campana se hallaba en vilo entre dos altos y delgados mástiles, a unos metros de las demás aulas hechos de madera. Por debajo de esta colina, se ubicaba el remoto puquial de agua pura y cristalina donde todos los alumnos acudían sedientos a fin de  saciar la sed después de divertirse en la  hora de recreo o del curso de educación física.

Los meses de mayo y junio, las deslumbrantes alboradas son en extremo friolentas, a tal punto que en las acequias, ubicadas en las orillas del disperso y polvoriento patio, sobre el agua, que provenía de los manantiales y humedales de Parientana, se generaban finas capas de escarcha. En estas condiciones del tiempo, de temperaturas heladas, mientras los pichuychancas, parados sobre los aleros, pian sin cesar y los gallos desde los corrales cercanos cantan en coro con un largo quiquiriquí, dejando desapercibido el canto de las demás aves diminutas, muy temprano un grupo de muchachos se levantan con sigilo para ir a entrenar el deporte de su preferencia, el basquetbol.  

Alumnos, inquietos deportistas, raudo, marchan al patio del colegio o al de la escuela N° 351, que tenía una infraestructura adecuada para la práctica de este competitivo deporte. Con ímpetu y entusiasmo, entrenan con prolijidad deseando ser la revelación de aquellas olimpiadas deportivas que se programó con antelación y esmero. Por otra parte, el tutor se identificaba con los deportistas del aula, contagiado, le gana la pasión de ser un protagonista más de este histórico certamen.      

Estos alumnos cursaban el tercer año “A”  todos con la candidez de 14 años, Marcelo Cerrate, Gil Gamarra, Edmundo Romero, Daniel Valderrama, Vides, Perching Vilchez y otros deportistas que no alcanzo a recordarlos. De estos colegiales barbilampiños, había uno de complexión delgada, de regular tamaño, que destacaba, a la vista de todos, en distintas disciplinas deportivas. Perching, siendo un infante, zamarro e inquieto, en cierta ocasión ganó el campeonato de tenis de mesa organizado por aquel entonces por SINAMOS. Derrotó a cuanto rival tenía al frente.


Más tarde, todavía un infante, ya jugaba el básquet junto con el director y los profesores del colegio. Al observar las condiciones innatas del joven deportista, un doctor, trujillano él, jefe de la Posta Medica, hoy Centro de Salud de Chiquian, le propuso alternar el equipo titular de básquet de su institución. Al jugar junto a su mentor, aprendió los secretos de este deporte cuando participaba en reñidos  eventos deportivos organizado por las diferentes instituciones públicas de Chiquian. Ahora, un adolecente,  naturalmente por su carácter de empedernido deportista, 3 semanas antes de la inauguración de las olimpiadas deportivas, en los ensayos, asumía la sensatez de enseñar a los compañeros, lo aprendido, los fundamentos, las técnicas y tácticas del básquet. 

El sólido compañerismo de los alumnos del tercer año “A” motivados por este evento deportivo, asediados por el fervor; en el transcurso de los días, antes del inicio del certamen oficial, confeccionaron, con esmero y paciencia, una hermosa banderola de color verde petróleo en cuyo fondo estaba dibujado la imagen portentosa del Águila con las alas extendidas, debajo del dibujo, un eslogan, elaborada con letra dorada, grande, y con arte, se leía: “Los Increíbles” Todo lo planificaron con suma minuciosidad. Esta banderola flameará entre las manos de los exaltados alumnos desde el comienzo de la olimpiada, dando aliento a los compañeros en cada encuentro disputado de este bello deporte, el basquetbol.

Las eliminatorias empezaron con las  aulas del mismo año, de tal modo que, las técnicas y tácticas aprendidas en el entrenamiento clandestino de cada fría mañana, daba el resultado esperado en los encuentros oficiales. Ganan a cuanto rival oponente, en este caso, a las 2 secciones “B” y “C”  del tercer año. Jugaron en forma sincronizada, en  orden y sobre todo con una actitud diferente que hasta ese entonces no se había visto jugar. Se desenvuelven con agudeza única dentro de aquel campo polvoriento. Llevan la pelota entre las piernas para sortear al rival. El estilo para encestar de manera precisa y elegante, salta y dan la impresión como que si por algunos segundos están suspendidos en el aire y al momento de descender lanzan el balón con la mano  derecha o la mano izquierda, desconcertando al rival. El patio colmado de expectantes alumnos regodea los ojos ante los pequeños gigantes del básquet que les maravillaban con lujosas y hábiles jugadas.

Luego de vencer a sus rivales, en disputados encuentros, comienza la final con el campeón de cada sección de cada año, reforzándose, éstos, con los mejores jugadores de las aulas que fueron eliminados. Esto sucedió con el tercer año “A” que se reforzó con los más sobresalientes  basquetbolistas de las aulas “B” y “C”  a ellos se les unió Raúl Márquez (Gringo) Andrés Vázquez (Lapsha)  Fidel Alva (Cashqui) y Gerardo Álvarez (Hueco) formando un equipo más compacto, fuerte y competitivo. Con jugadores versátiles  y adaptando sus roles. Cada uno de ellos destaca en los puestos que le correspondía dentro del campo. A partir de ahora, el equipo tiene a su principal pívot, Raúl Márquez; dos buenos pasadores de corta y larga distancia, Andrés Vásquez y Fidel Alva, y a dos extraordinarios  encestadores  y penetradores por debajo  del tablero de madera, Marcelo Cerrate y Perching Vilchez, compenetrándose con este sensacional y sorprendente equipo con Álvarez, Vides, Valderrama, Gamarra y Romero, prestos para reemplazar a uno de ellos en el momento oportuno, en cualquier instante del encuentro.  

 

El patio del colegio, los pasadizos y la pequeña colina, sirven de tribuna. La algarabía del alumnado es intensa. Las distintas banderolas flamean con vehemencia a través de las manos de los estudiantes de cada aula, encaramándose la banderola con el dibujo del águila y las letras doradas, “los Increíbles”. Dan ánimo, hurras a los aguerridos y pundonorosos jugadores que  dejan hasta el último esfuerzo con el único objetivo de clasificarse. Unos se quedaran en el camino de estas hermosas tardes de competencias deportivas. Otros  que ganan con mucho atrevimiento deportivo avanzaban en cada enzarzado encuentro, hasta llegar a la final. Es así, que los finalistas resultaron ser el tercer y quinto año

Los alumnos de las distintas secciones que fueron eliminados, se identifican con uno u otra aula. Colman todo el perímetro del patio para poder observar el emotivo final de esta memorable olimpiada deportiva. Celebran de esta manera un aniversario más del CCB. Con este apoyo incondicional y simpatía por tal o cual jugador que eran los protagonistas de aquel encuentro de básquet, esperado con impaciencia y nerviosismo por todo el alumnado, los docentes, así como también, la plana administrativa. Los asesores invitaban a los profesores a tomar sus respectivas ubicaciones de su simpatía. El corazón de unos, se inclinan por afecto con el tercer año y otros por el quinto. Detrás de las banderolas y junto a los alumnos contagiados por la emoción hacen hurras por la preferida sección. 

Los jugadores del tercer año, desde el inicio del encuentro, juegan sin complejos y en orden. Reflejan una mejor disposición dentro del campo. Los protagonistas, cada uno de ellos, desde sus puestos, demuestran su técnica y habilidad, producto del madrugador y esmerado entrenamiento. Cuando uno de los jugadores del tercer o quinto año logra encestar, profesores y alumnos vitorean y alientan por quienes sienten su preferencia. El equipo del tercer año, por su estatura, tiene como pívot a Raúl Marques. Con la impecable indumentaria deportiva, resalta, dentro de los diez jugadores, por la pierna blanca, delgada, larga y lampiña. Cuando disputaba la pelota  que rebotaba ya sea del aro o del propio tablero ganaba en la mayoría de las jugadas. Andrés y Fidel realizaban pases largos y precisos a sus aleros, perfectos lanzadores. Penetran por debajo del tablero hacen piruetas, efectúan de manera  acrobática el característico doble salto, se elevan por el espacio, logran encestar con certeza milimétrica en cada avance que realizan, Marcelo y Perching, este último, destaca por su finura, técnica y habilidad individual por la forma de llevar el balón con ambas manos y su cabeza erguida y encestar con suma elegancia y estilo propio, resultó ser el mejor deportista como encestador y jugador. 

En aquella olimpiada quedo como campeón el tercer año. Así mismo, sobre saliendo en la disciplina de las paralelas, el taburete, salto alto, Perching fue elegido como el mejor atleta de  estas inolvidables olimpiadas deportivas de aquel aniversario del CCB.

El Pichuychanca.      

Chiquian 5 de Junio 2016


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