martes, 12 de agosto de 2025

Fiesta patronal Santa Rosa de Lima II

 


El tiempo ya se sabe, a veces vuela como un pájaro, y otras se arrastra como un caracol. Como todos los años, de manera inevitable, llega el día 28 de agosto, el inicio de la fiesta patronal Santa Rosa de Lima, Patrona de Chiquian, declarado como Patrimonio cultural Inmaterial de la Nación, el 18 de agosto 2018. 

Desde el alba que precede al nuevo día hasta el ocaso del sol, todavía continua el ajetreo de los funcionarios y familiares con el fin de que todo quede listo y la fiesta sea todo un éxito para  la satisfacción de los visitantes y el público en general. 

Recepción de bandas de músicos, orquestas típicas

A partir de las seis y media de la tarde hasta cerca de las ocho de la noche, con el corazón henchido de emoción, el funcionario, acompañado de familiares,  amigos y de paciente espera,  acoge con beneplácito a la banda o a la orquesta, dependiendo del lugar de donde proceden como la entrada por Chivis, Cochapata, Quihuillan. Mientras el funcionario les da la bienvenida en medio de algarabías, saludos y abrazos, el cohetero lanza un sin número de avellanas, el camachico, presuroso, comienza a repartir el chinguirito por la llegada de los afamados músicos.          

En seguida, el funcionario, acompañado de la banda o la orquesta que a su paso ejecuta ritmos de marcha militar, se dirige rumbo a la Iglesia con el propósito de solicitar la licencia o permiso para dar inicio a esta fiesta multitudinaria. Ya en el atrio de la Iglesia, se le rinde homenaje a la Santa Patrona con melodías sacras con el fin de elevar el espíritu de devoción  del funcionario, familiares, amigos y los presentes con lo divino.             

Terminado este acto de recepción y de pedir licencia a Santa Rosa de Lima, Patrona de Chiquian, el funcionario se dirige directo a su casa, siempre acompañado de la banda o la orquesta que ejecuta marchas militares. Luego de un breve y reparador descanso, en el domicilio del funcionario, recién, la banda empieza a interpretar alegres huaynos que anima al público asistente a danzar con entusiasmo.          

La visita

Tan pronto de haber terminado de bailar alegres y pegajosos huaynos en la casa del funcionario, cerca de la diez de la noche, se inicia la visita al domicilio de los funcionarios, durante toda la noche y parte de la madrugada, de acuerdo a la jerarquía y en orden: Capitán, Estandarte, cuatro Mayordomos, cuatro Mayoralas y seis Comisarios, que es mutua, obligatoria y previa “multa” si no llegan a la hora puntual. La visita  es con el propósito de saludar y comunicar que están presentes para la procesión del Niño Apay, que explicaremos más adelante. Mayoralas y Comisarios, no salen de su casa pero si reciben las visitas con amabilidad de los demás funcionarios.  


El Rumiñahui
, militar de alto rango y hombre de confianza del Inca, siempre lleva una lanza, revestida con una cinta bicolor, —rojo y blanco, colores del emblema del país— .con la punta dorada como símbolo de mando. Las pallas, en sus cantos, le llaman “Sinchi Runa” El Rumiñahui, ataviado del poncho típico chiquiano, bufanda blanca, el sombrero de paja de ala corta y adornado con plumas coloridas en la parte delantera,  sale de su casa en compañía de cuatro pallas, familiares, amigos seguido de la orquesta que ejecuta marchas militares, para dirigirse rumbo a la casa del Inca, hacerle partícipe, y sacarlo con el fin de ir juntos a la casa del Capitán.

El Inca, que representa a Atahualpa, ultimo monarca del imperio del Tahuantinsuyo, capturado y ejecutado por los españoles por orden de Francisco Pizarro, el día de la salva —28 de agosto— se viste idéntico al Rumiñahui. Con el poncho, la bufanda y el sombrero adornado con una pluma roja en la parte delantera y la cinta bicolor. Sus manos están cubiertas con guantes de lana y todo el tiempo lleva una pequeña hacha ceremonial en la mano derecha, como símbolo de mando, con el que amenaza constantemente al capitán en el baile, simulando “cortarle el cuello” Las pallas en sus cantos le denominan “Rey Monarca”

Para reconocer a las pallas tanto del Inca como del Rumiñahui, se visten con el pañalón negro y azul.     

Cuando las pallas se desplazan, acompañando al Rumiñahui y al Inca, cantan la siguiente estrofa:

Camina pues Rey Monarca

por esta calle derecha

hay que andar muchas leguas

desde Quito hasta el Cuzco


Sinchi Runa Rumiñahui

Vamos, vamos caminando

Vamos, vamos caminando

Por esta calle derecha.



El Capitán,
funcionario de mayor responsabilidad e importancia, representa al invasor español, Francisco Pizarro, las pallas en sus canticos le llaman “Gran Pizarro” Su séquito está conformado por el abanderado, que representa a un general español, siempre va a la cabeza y jamás se separa de la bandera, y cinco acompañantes, que representan a los oficiales españoles de confianza que permanentemente lo acompañan. 

En el día de la salva, el Capitán, abanderado y acompañantes, se visten con el poncho chiquiano, bufanda blanca, el sombrero de ala corta y adornado con una cinta bicolor.

Primera ceremonia, religiosa y costumbrista           

Al llegar a la casa del Capitán se realiza la primera ceremonia religiosa y costumbrista en honor a la Santa Patrona. Ya en plena fiesta, luego de los previos ensayos, las pallas demuestran su fina voz a la altura del violín, con el saludo al dueño de casa —en este caso el del Capitán— con la siguiente estrofa:

Caylam Sinchi caylam ccori

Gran Pizarro yurishgalam

Caylam Sinchi caylam ccori

Gran Pizarro yurishgalam

Luego de haber realizado el respectivo saludo se forma el séquito del Rumiñahui, detrás de este las pallas se colocan en la primera fila, la segunda fila se ubica las pallas del Inca y este detrás de la comparsa, con el fin de iniciar la escena costumbrista. Los canticos de las pallas se alternan con las melodías de la orquesta. Mientras la orquesta toca, El Rumiñahui venera al Dios del Sol con una serie de cadenciosas genuflexiones que este replica de igual manera. Una vez finalizado este acto, el Rumiñahui, doblando la rodilla, invita al Inca a tomar asiento en su “silla de oro fino”


En seguida, la orquesta cambia de ritmo a uno más alegre y ligero, momento oportuno para que el Rumiñahui de inicio la coreografía, y el baile con garbo y prosa, meneando su lanza, seguido de ocho pallas con el objetivo de formar el ruedo. En el Transcurso del baile las pallas agilizan el canto con los siguientes versos:

Sinchi, Runa Rumiñahui

vamos, vamos a alegrarnos

vamos, vamos a alegrarnos

En esta pampa de alegría (bis)

Luego de bailar el Rumiñahui, con actitud guerrera,  con gracia y fina coquetería, de parte de las pallas, estas cantan los siguientes versos:

Sinchi, Runa Rumiñahui

anda saca al Rey Monarca,

ven acá pues, Rey Monarca,

en esta pampa de alegría

ven acá pues, Rey Monarca,

para ver tu hermosura.


Levántate pues Rey Monarca

con placer y alegría

que tus pallas te esperan,

vienen desde Cajamarca (bis)

A continuación la orquesta ejecuta la melodía costumbrista, y el Rumiñahui, que precede el baile con gallardía, cuando llega al lugar donde está ubicado el Inca, con una reverencia, le invita a ingresar al ruedo. El inca, con la pequeña hacha, ingresa bailando con galanura a “esta pampa de alegría” donde espera al Capitán



Sigue el rito…  después de esta breve ceremonia,  las pallas entonan la siguiente estrofa:

Sinchi, Runa Rumiñahui

anda saca a gran Pizarro,

ven acá pues, Gran Pizarro,

en esta pampa de alegría

ven acá pues, Gran Pizarro,

para  ver tu hermosura.

Concluido este canto, a renglón seguido, la orquesta toca de nuevo la fluida melodía que incentiva a bailar con sentimiento de alegría al Rumiñahui, a las pallas y al Inca. Cuando el Rumiñahui llega a la altura donde está ubicado el Capitán, con una reverencia, le invita a ingresar al ruedo, este con el sombrero en lo alto, danzando con gracia ingresa en medio de una ovación por parte del público entusiasmado.

Dentro de la “pampa de alegría” —el ruedo— se lleva a cabo el encuentro del Inca y el Capitán, ambos, danzan al ritmo de las melodías de la orquesta, avanzan y retroceden con pasos cadenciosos. Aquí se produce la parodia del enfrentamiento entre el Monarca Atahualpa y el invasor español Francisco Pizarro. El Inca provisto de la pequeña hacha, trata de cortar el “cuello del Capitán” que en todo momento se expone… pero lo “retira a tiempo”

Luego de este encuentro, entre el Inca y el Capitán, otra vez la fina voz de las pallas canta la siguiente copla:

Sinchi, Runa Rumiñahui

anda saca acompañantes,

ven acá pues, acompañantes,

en esta pampa de alegría

ven acá pues, acompañantes,

para  ver tu hermosura.

El Rumiñahui, funcionario que baila una y otra vez, sin interrupción, pronto llega donde están los cinco acompañantes y con una venia les invita a pasar al ruedo, estos en línea, con el sombrero en lo alto, bailando con cadencia ingresan a la “pampa de alegría” —el ruedo— donde ya se encuentra el Capitán y el Inca, el público presente los ovaciona de nuevo. Los acompañantes que flanquean al Capitán en todo momento, uno se ubica a la derecha y el otro a la izquierda, los tres restantes se colocan en la segunda fila.      

En esta ceremonia ancestral, las pallas cantan estos últimos versos:

Sinchi, Runa Rumiñahui

anda saca abanderado,

ven acá pues, abanderado,

en esta pampa de alegría

ven acá pues, abanderado,

para  ver tu hermosura.


En seguida, el Rumiñahui baila saleroso al ritmo de la orquesta. Luego de dos o tres rondas, como en todas las anteriores, cuando llega junto al abanderado, con una venia, también le invita a unirse a la comparsa, éste con la bandera en la mano que nunca jamás se desprende de él, ingresa al ruedo con el sombrero en lo alto bailando con gala y gracia. El público presente lo ovaciona con euforia. 

La comparsa está completa. Los actores bailan con soltura, las pallas con cierto candor y coquetería. El Inca frente al Capitán, flanqueado por sus acompañantes, sigue con la simulación de “cortarle el cuello” con la diminuta hacha, Por otro lado, el Rumiñahui y el abanderado protagonizan un duelo singular, todo esto mediante la danza que el público entusiasmado celebra con silbidos y aplausos.    

Ahora bien, conforme ingresaron también deben de salir del ruedo, en orden. Después de haber bailado dos, tres rondas, las pallas entonan el siguiente cantico:

Sinchi, Runa Rumiñahui

dale asiento al Rey Monarca,

siéntate pues, Rey Monarca,

en esta silla de oro fino.(bis)


La orquesta ejecuta la acompasada melodía, y el Rumiñahui vuelve a danzar con galanura dos, tres rondas y en su debido momento, previa reverencia, invita al Inca a tomar asiento en su “silla de oro fino”, quien sale danzando con suma elegancia. Sentado el Inca, las pallas cantan la siguiente estrofa:

Sinchi, Runa Rumiñahui

Anda sienta al Gran Pizarro,

siéntate pues, Gran Pizarro,

en esta silla de oro fino.

La orquesta repite la melodía y el Rumiñahui como es habitual en él, baila con gracia y en su debido momento, con una venia, invita al capitán a tomar asiento y este sale del ruedo con el sombrero en alto, bailando con garbo. 

Esta escena se repite en orden tanto para los acompañantes como el para abanderado con las siguientes estrofas:    

Sinchi, Runa Rumiñahui

anda sienta acompañantes,

siéntate pues, acompañantes,

en esta silla de oro fino.


Sinchi, Runa Rumiñahui

anda sienta abanderado,

siéntate pues, abanderado,

en esta silla de oro fino.

Apenas sale el abanderado del ruedo, de inmediato, la banda del Capitán, el dueño de casa, interpreta un alegre huayno. En medio del barullo surgen los abrazos de “los españoles y los indios” que se materializa en un baile general entre los funcionarios, familiares, amigos y el público presente.

Si una palla saca a bailar a un caballero y con salero le coloca su pañoleta por encima del hombro, es una vieja costumbre que el preferido que le acompaña a bailar coloque y ate con diplomacia un billete o una moneda, en el extremo de la prenda, este acto es como señal de agradecimiento,     

Culminado esta antigua ceremonia ancestral, el séquito del inca y del Rumiñahui se despide del funcionario, dueños de casa. En esta despedida las pallas cantan la siguiente estrofa:

Sinchi, Runa Rumiñahui

licenciata manaycamuy

licenciata manaycamuy

gongorishpa tigrarishpa


De la casa del capitán, la comparsa del inca y del Rumiñahui que precede la visita, se dirigen a la puerta de la iglesia donde presentan su saludo y de nuevo bailan la ceremonia costumbrista. Luego del saludo a la iglesia, durante la noche y parte de la madrugada, visitan la casa de los funcionarios de acuerdo a la jerarquía y en orden: La Estandarte, cuatro Mayordomos, cuatro Mayoralas, seis Comisarios. Los funcionarios están obligados a visitar a los otros bajo la pena de “multa”    

La comparsa del Rumiñahui, seguido de las pallas y el Inca, siempre va adelante y es el primero en visitar la casa de los funcionarios, en seguida se presenta el capitán con toda su comitiva, con el propósito de ejecutar la ceremonia ancestral. 

Los funcionarios, acompañados del camachico, cohetero, familiares, amigos y el público en general que participa en esta fiesta patronal, y la banda u orquesta que toca marchas militares, cuando se desplazan por las calles doblando esquinas y se cruzan con los otros, se origina un desconcierto, un tole tole, y en medio del barullo, confundidos, los participantes desorientados no saben a quién seguir o a donde ir.

La Precesión del Niño Apay 

Después de visitar, con marchas militares que ejecutaba la banda o la orquesta, la casa de uno y otro funcionario y comunicar que todos estaban presentes, presurosos, acuden a la casa del Inca, antes de las cuatro de la mañana, con el propósito de sacar y acompañar al Niño Apay en procesión, quizás el único, en el mundo católico, que se realiza en la madrugada .  .             

Es parte de la costumbre que la Estandarte retire al Niño Apay de su altar, De la casa del Inca se inicia la procesión rumbo a la iglesia. A la salida de la precesión, las pallas entonan la sentida estrofa:

Vamos a la Iglesia Santa

a cantarle su alabanza

a Jesús Sacramentado

esposo de bendita Rosa

Mientras la procesión recorre en la madrugada, por calles taciturnas, doblando una y otra esquina, acompañado de feligreses, la banda que ejecuta melodías sacras, de avellanas, se lleva a cabo en medio de un profundo fervor religioso que conmueve el corazón de los devotos. 


En el transcurso de la procesión el Niño Apay es cargado en los brazos de la Estandarte, seguido por los cuatro Mayordomos, cuatro Mayoralas, seis Comisarios, Capitán, Acompañantes y el Abanderado. Los familiares, amigos y los que desean participar, cargan al Niño Apay en su regazo, con profunda fe y por breve tiempo, y en su turno. Entre tanto las pallas van entonando la siguiente estrofa:

Camina pues Niño Jesús

por esta calle derecha,

derramando flores y perlas,

recogiendo maravillas.

Cuando están cerca de la Iglesia, el Niño Apay es cargado en el regazo de las comparsas del Inca y del Rumiñahui. Es el momento en el que la orquesta ejecuta sentidas melodías con el fin de seguir acompañando la procesión hasta la Iglesia, Instante que las pallas cantan con voz vibrante, y sentimiento encontrado de consuelo y gozo, la siguiente estrofa:

Camina pues Rey Monarca

entra al templo a adorar

rindiendo homenaje al Niño

nos bendiga sin cesar.


Entremos al santo templo

con la mayor devoción

a rendir a la patrona

Rosa de Santa Maria.


Cuando el Niño Apay hace su entrada triunfal a la Iglesia, de manera simultánea, los funcionarios y la feligresía, en su conjunto, se sientan en largas bancas con el fin de ver el conmovedor ritual, esto es, cuando el depositario coloca al Niño Apay en la mano izquierda de Santa Rosa. Mientras las pallas cantan la siguiente estrofa:

Recibe pues Madre mía

a tu soberano esposo

recibe, oh Virgen Rosa

en tus manos de azucena.


Oh gloriosa Santa Rosa

ya traemos al Niño Jesús

ruega por nosotros Rosa

a tu soberano esposo.


En este ambiente cargado de religiosidad espiritual, es el momento que a los fieles se les rompe el corazón de emoción que hasta lágrimas de dolor y gozo fluyen como cascadas por sus mejillas.

Homilía cinco de la mañana

Luego de la madrugadora procesión del Niño Apay, único en la cristiandad, en medio de un sepulcral silencio, el párroco inicia la homilía a las cinco de la mañana. Hay devotos, que por alguna circunstancia no participaron en la fiesta de la salva, sin embargo, se levantan temprano con el fin de asistir a la procesión y escuchar la Santa Misa. Como también están presentes los que se amanecieron bailando, disfrutando de algunas copas de chinguirito, en la casa de los diferentes funcionarios. El cuerpo material sufre estragos como consecuencia de pasar la noche en vela. La somnolencia y el cansancio hacen efecto en los feligreses.

Cuando el cura está explicando La Liturgia de la palabra, ocurren casos anecdóticos e inimaginables como a mí, que me sucedió lo siguiente: 

Hasta ahora no sé cómo se me ocurrió, para qué y porqué, ir a sentarme precisamente en la segunda fila y al extremo de la banca, junto a la columna de la iglesia. Pasar la noche en vela hacia efecto la somnolencia y el cansancio a mi cuerpo otoñal. De pronto mi ser físico oscilaba como una balanza. Una y otra vez la pesadez de los parpados cubría mis exhaustos ojos, cuando… de repente,  ¡zasss! me desplomé al piso, sin consecuencias que lamentar, gracias a Santa Rosa. ¡Oh! exclamaron los fieles que me rodeaban, cubriéndose la boca con su mano, otros, curiosos estiraban el cuello para saber lo que ocurría. En seguida, el cura, que en ese instante explicaba la Liturgia de la palabra, giró la cabeza y exclamó con sorda  voz: ¡Oh! pecador, la Santa Patrona te está castigando por bebedor. ¡Me está calumniando!, “pensaba yo, en mi fuero interno” porque  sencillamente no había libado ni una sola copa de licor durante la Salva.                       


Culminado la Santa Misa, el séquito del Inca, Rumiñahui y del Capitán, a las seis de la mañana, ante el público presente, con galanura bailan en el atrio de la Iglesia. Luego de esta presentación, los funcionarios, familiares y amigos, se dirigen a su casa con el fin de ofrecer el pecan caldo —caldo de mondongo— al público en general, claro está, acompañado del chinguirito u otro licor. La banda o la orquesta tocan melodías alegres, huaynos, que incita a la multitud de gente a bailar.

Víspera (29 de agosto) día de la Estandarte              

Este cargo de alta responsabilidad religiosa, siempre, siempre lo asume una dama. Su día es el 29 de agosto —la víspera—.La Estandarte escoltada de cinco damas, vestidas con ropa elegante y del mismo color, en las precesiones, todo el tiempo lleva el Estandarte en la forma de cruz en el que se halla atado un pendón de paño negro adornado con letras doradas y la imagen de la Santa Patrona. En la parte superior y en ambos lados del estandarte lleva cintas blancas, negras  o de colores suaves. Las damas que la acompañan, en primera fila, la agarran en todos los desplazamientos.

Los expertos cocineros, cocineras, durante la salva, en medio de amenas pláticas de diversos temas, sobre todo de la fiesta, y de bromas, elaboran el colado —dulce de frijol—. De cuando en cuando las amistades se acercan con el propósito de colaborar en mover, con enormes cucharones de palo, el dulce, depositado en los peroles ubicados sobre el ardiente y fogoso fogón,

La Estandarte envia a sus ghellis el colado junto con el pan de punta, ruracuy y el mollete, y empieza  a repartir a los que lo solicitan y al público en general, a las ocho de la mañana. Al momento de entregar estos alimentos, compromete a las personas a asistir a la misa y acompañar la procesión, que empezará a las nueve de la noche.                          

A las tres de la tarde, acompañada de los familiares, amigos, camachico, cohetero, seguido de la banda que ejecuta marchas militares, la Estandarte se dirige a la Iglesia con el objetivo de adornar, lo más apropiado, el Anda y a Santa Rosa. Lleva con suma fe, cirios, toldos, maceteros, inciensos y otros adornos, con el fin de engalanar a la Santa Patrona.

Autoridades, funcionarios y público en general, presurosos, concurren a la Iglesia, antes de las ocho de la noche, con el fin de oír el sermón. Finalizado la Santa Misa, en seguida, se inicia la procesión de la patrona, Santa Rosa, que recorrerá las principales calles de Chiquian, calle 2 de Mayo, Leoncio Prado, calle el Comercio y bordeará la Plaza Mayor con el propósito de ingresar a la Iglesia, 


Las bandas, en su turno y con lo mejor de su repertorio, ejecutando melodías sacras, acompañan la procesión junto con la masa de fieles. Durante todo el recorrido, la Estandarte, escoltada por sus acompañantes, precede la procesión, le sigue el  Abanderado, Capitán, y los Acompañantes. También el Inca, Rumiñahui y las pallas Los fieles, en ambas veredas, los costados, con luminosos y decorados cirios, las portadoras del sahumerio acompañan durante todo el tiempo que dure la marcha.

Acabado la procesión, tocando la banda el son de una waylishada —pasacalle— la Estandarte manda a quemar el castillo de fuegos artificiales, ubicado en la Plaza Mayor, que el público entusiasmado y con energía inagotable, sin temor, bailan a rededor y bajo las coloridas luces del castillo de ocho diez cuerpos. Luego de esta celebración, la estandarte, acompañada de los familiares, amigos y el público presente,  se dirige a su casa donde servirá un plato de comida, previo sorbo de un vaso de chinguirito, dando la bienvenida.                    


P.D.- Para que la fiesta sea un éxito, se debe destacar el papel fundamental del Camachico y la Maestra de pallas. 

El minucioso Camachico, de casa, de cantina y de calle lo sabe todo, El Camachico de calle él es el que comanda la fiesta, lleva al funcionario, como al toro, agarrado por medio de la argolla, ubicado en la nariz, con el fin de visitar la casa de los otros a la hora exacta. Siempre coordina con el funcionario. Lleva una alforja en el hombro que contiene el licor que el funcionario ofrece  y recibe y por otro lado lleva las avellanas que entrega al cohetero cada vez que le pide,

La maestra a veces pasa desapercibida, sin embargo es la que instruye, la cadencia, la modulación, las estrofas de las diferentes escenas de la fiesta. Durante toda la fiesta  siempre está al lado de las pallas.  

Continuará...

El Pichuychanca

Chiquian, 11 de agosto 2025              





































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