viernes, 18 de junio de 2021

Rosas



Pasé Muchos lustros ausente de mi casa de donde salí a los 16 años. Recuerdo el patio, el jardín, compartido por mi madre y mi tía, relucían como un pequeño edén. Era un manto multicolor de rosas y flores, de embriagantes aromas. El corazón de cada una de ellas era un pozo infinito de querencia por estas bellas floras.

Mi corazón estaba como un puño, al momento de abrir el desamparado zaguán. Un absoluto silencio corrió del  angostillo a la vivienda. Era un holocausto ver el vergel cubierto, por completo, de malas yerbas. En un santiamén, imaginé que habían desaparecido las preciadas rosas. Se asomó la lóbrega noche y el cielo oscuro se adornó de titilantes luciérnagas.

Recordando las faenas de las jardineras, Luz y Lidia, me eché a arrancar las arraigadas yerbas. Para mi dicha, iban surgiendo el  maltrecho tallo de las rosas. De inmediato, los podé, los regué. Todas las mañanas esperaba con mucha paciencia ver un botón…

A su debido tiempo,  de cerca las dos decenas de plantones, manaron policromos pimpollos adornando, cómo ayer, el jardín de mi casa. En el alba, que precede al nuevo día, amanecen relucidos rocíos encima de los divinos pétalos, veo en ellos, las lágrimas alegres de mi madre y mi tía.       

El pichuychanca

Chiquian, calle Tarapacá,  16 de mayo 2021 












El Pichuychanca

Chiquian 2020

Foto archivo.

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