Chiquian, mi querencia. |
Rejuveneceré.
Sin advertir el tiempo, sin tiempo,
abrumadas y seductoras estaciones,
desfilaron inexorablemente.
Detrás de la calle angosta,
detrás del camino sinuoso
y detrás del manto verde del prado
se quedó el esplendor.
Sobre mi íntegra tez atezada,
manan surcos de lo vivido,
y los primeros cabellos canos en la azotea,
atravesando el tiempo, sin tiempo,
va previendo la nomotética acogida
de mi perentoria e inevitable edad otoñal.
El infalible tiempo, sin tiempo,
infame raptor, sigiloso,
me ha privado los años mozos.
Más, no es una queja
de un año más de mi vida.
Yo, estoy agradecido de él, que minucioso
todo lo registra y guarda.
Tengo la espabilada esperanza
del tiempo, sin tiempo,
que los jóvenes del mañana,
inquisitivos lectores,
en cada alborada hermosa,
en cada tarde hechicera,
en silencio o en voz alta
con aspiración y entereza,
leerán mis versos consagrados
a la amada patria chica.
En aquel momento,
rejuveneceré en los perseverantes moceríos
como lozanas verdes hojas del eterno maíz.
El Pichuychanca.
Chiquian, calle Tarapacá, 26 de abril 2020
Chiquian, mi querencia |
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