domingo, 28 de septiembre de 2025

Zoya



Chiquian. Vista panorámica
Como cinta azulada, la carretera se prolonga hacia occidente. Los vehículos circulan en ambas direcciones. A la izquierda, a 85 kilómetros de Moscú, se alza un pedestal de mármol, sobre el cual se ve a una muchacha inmóvil, de mirada franca y altiva, con las manos atadas.
Es el monumento a Zoya.
Zoya Kosmodemiánskaya estudiaba en una escuela moscovita. Cuando el enemigo se acercó a Moscú, ella se sumó a un destacamento guerrillero. Cruzó la línea del frente y se adhirió a los vengadores del pueblo. Mucha gente de los alrededores de Moscú combatía entonces a los nazis. 
Zoya era muy estimada en el destacamento. Con valentía soportaba todos los sinsabores y las dificultades de tan peligrosa vida. Llevaba el apodo de “Tania”.
En el poblado de Petrischevo se acuarteló un numeroso destacamento hitleriano. Por la noche, Zoya penetró en el poblado, cortó los cables telefónicos e incendió las casas que ocupaban los nazis. Dos días después, volvió a entrar en el poblado, pero los alemanes lo detuvieron.
La interrogó el propio jefe de la división, el coronel Ruderer:
---¿Quién es usted?
---No se lo diré.
---¿Usted incendio las casas?
---Sí, yo.
---¿Con qué fin?
---Con el de exterminarlo a ustedes.
Comenzaron a golpearla, exigiéndole que delatara a sus compañeros, que dijera de dónde había venido y quien la había enviado.
“No.” “No sé” “No se lo diré.” “No”, respondía ella.
Volvieron a golpearla.
Por la noche, siguieron torturándola. Casi desnuda, en paños menores y descalza, la sacaron a la intemperie y la obligaron a caminar por la nieve.
De nuevo la interrogaron:
---¿Quién es usted?   
---¿Quién la ha enviado?
---¿de dónde ha venido?
Zoya no contestaba.
A la mañana siguiente, la llevaron a la plaza de la aldea. A viva fuerza, condujeron hasta allí a los campesinos.
Arrastraron a Zoya hasta la horca, la obligaron a subir a un cajón y le echaron la soga al cuello.
Se aproximaba el último minuto, el último instante de vida para la joven. ¿Cómo aprovecharlo? ¿Cómo ser combatiente hasta el final?
El jefe nazi se apartó para dar la orden. Levantó la mano, pero se detuvo, pues en ese momento uno de sus secuaces lo enfocó con una cámara fotográfica. El jefe se enderezó y adoptó un aire de solemnidad… para que la foto saliera mejor.
De pronto…
---¡Camaradas no teman!--- se oyó la voz de Zoya ---¡Tengan valor! ¡Luchen, zurren a los nazis, quémenlos, acósenlos!
El nazi que estaba a su lado quiso golpearla, pero ella lo rechazo con un puntapié.
---No tengo miedo de morir, camaradas- decía Zoya. –Es una dicha morir por mi pueblo.
Y volviéndose a sus verdugos, les gritó:
---¡Somos doscientos millones! ¡No podrán colgarnos a todos! ¡Venceremos!
El jege nazi se estremeció. Con un brusco gesto, dio la orden…
En la carretera de Minsk, a ochenta y cinco kilómetros de Moscú, hay un monumento a la heroína Zoya. Allí siempre llegan peregrinos a rendirle homenaje, a traerle flores. El monumento tiene por fondo el infinito azul, Las vastas extensiones de Rusia.

Extraído del libro: 
Cuentos de la historia Rusa. 
De: S Alexéiev.

El Pichuychanca.

Chiquian, 15 de marzo 2022

Zoya, ejemplo de heroísmo.




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