Desde que tuve uso de razón lo veía, de cualquier punto de la tierra natal, Chiquian, lejano, inalcanzable y enigmático. El cerro de forma triangular, se ubica en el distrito de Huasta, al otro lado del atractivo valle de Aynin por donde fluye el serpenteado rio del mismo nombre. En la falda todavía permanece la cicatriz terrosa causada por el desprendimiento de tierra y piedras, producido por el repentino e infeliz terremoto del año 1970. Pasaron un sinnúmero de años para recién conocerlo.
La directiva, presidido por el profesor, Aynor García y los miembros de La casa de la cultura de la provincia de Bolognesi-Chiquian, invitan e incentivan a la ciudadanía en general a integrarse a esta magna entidad, sin fines de lucro, para participar, durante el año, a eventos culturales y sociales. Practicar las danzas típicas de la región. Rescatar el temple de la guitarra chiquiana y forjar nuevos valores en la ejecución del arpa que representan los usos y tradiciones del entrañable pueblo.
La Institución, ha recibido la donación de libros, de manos del propio autor, en la forma de cuentos, crónicas, narraciones, novelas e historia. Personas generosas amantes de la lectura y la cultura, también han hecho llegar importantes compendios y obras con el propósito de estar a disposición del público.
La Casa de la Cultura, estimula a la población a propalar y explorar lugares jamás visitados. La provincia de Bolognesi es única y privilegiada por atesorar imponentes nevados. Hondonadas de donde surgen atrayentes cascadas. Pueblos que aún conservan su iglesia colonial. Cerros enigmáticos en cuya cresta guarda restos arqueológicos, legados por nuestros predecesores, Comarcas con atractivos y prodigiosos panoramas. Lagunas que almacenan el agua de distintos colores. Es decir, esta institución concientiza y promueve, con entusiasmo, todo lo que concierne al turismo de su jurisdicción.
Como flamante integrante de esta Institución, para mi fortuna, se planificó una excursión que se llevaría a cabo la primera semana de junio. El destino designado fue el enigmático e inalcanzable cerro de Yauca Punta. Mi sueño se cumplía luego de dilatados años. La salida, programada para la 6 de la mañana, tardó por breves minutos. La razón es que tuvimos que esperar casi media hora porque uno de los caminantes de La casa de la cultura, que fue el primero en llegar, se confundió de vehículo y lugar. Cuando el carro se disponía a arrancar, de pronto uno de nuestros viajeros lo vio caminando por la calle transversal, con pasos lerdos y cortos, con semblante taciturno pensaría: —“ya se fueron, me han dejado”— El mismo que lo reconoció, de inmediato le silbó para llamar su atención, luego le llamó por su nombre diminutivo: —Anchi-i-i —Al oír, la mirada que lo tenía enterrado en el piso asfaltado, veloz lo levantó y sonriendo caminó media cuadra. Al arribar al carro fue recibido en medio de la algarabía y bromas por no haber llegado a la hora señalada, a lo que contestó: —Mis nahuis (ojos) ya no distinguen bien, pues. —hizo reír a todos los presentes dentro del abrigado carro. El nombre de Anchi es Andrés Allauca Vicuña, natural de Matara, es un hombre bilingüe, habla el quechua con fluidez, bajito, de cara redonda y rugosa, de ojos negros aún vivaces, es jocoso y hablador. Cuando va al campo escudriña todo tipo de plantas medicinales. Es curandero y posee 86 años de edad. A sus años es un incansable andarín y en los momentos de ocio, es un empedernido bebedor.
Al cerro ignoto, partimos henchidos de expectativa. A través de la ventana, en silencio, observo con singular atención el valle, las pocas sementeras sembrados de maíz, trigo. En cada curva de la asfaltada carretera de pronto se muestra la admirable cordillera de Huayhuash y tras de ella, se asoma la luz del sol que proyecta lánguidas sombras de la escasa arboleda, la copa, monótono se mece con lentitud de donde los pájaros alzan raudo vuelo.
Ya estamos en el pueblo andino de Huasta. Al andar por la calle, ceñida y empedrada, las paredes de las casas, colma nuestra curiosidad, están pintado de blanco, adornado con hermosos murales de los usos y costumbres del lugar. Las puertas, las ventanas y los balcones sobresale el color celeste. Es un pueblo bicolor que hace juego con el impalpable espacio celeste y la arisca nube blanca. En la plaza; ataviado de una pileta ornamental, de pretéritos árboles frondosos, de floridas y coloridas plantas, cuidadas con afán, se encuentra, desde los tiempos de la colonia, la hermosa iglesia cuyo vistoso retablo está en la entrada y a la vista del visitante. En esta villa, en uno de los cerros que lo rodea, en recónditas cuevas, se han encontrado momias de la época incaica en perfecto estado de conservación, dos de ellos, se exhiben actualmente en el Museo de Historia de Huaraz.
De la Plaza, marchamos por una de estas expresivas calles hasta el final, alcanzando el inicio del relimpiado e inalterable sendero que nos conduciría al cerro de Yauca Punta. Al inicio, el camino, bordeado de eucaliptos, es empinado y ancho por un corto trecho. A medida que camino, disimulado, me acoplaba al centro del grupo, pensando en mi fuero interno que en cualquier momento empezaba la senda angosta, no solo eso, sino también, el profundo precipicio que se logra ver desde Chiquian.
Debo confesar, sufro de acrofobia, fobia a la altura. Con esta idea, en medio de los paseantes me sentía algo seguro. En todo el recorrido, entre amenas pláticas sobre el paseo y deteniendo los pasos cansinos con el propósito de tomar algunas fotos, jamás me acerque a la orilla. En todo momento estuve junto a la falda del cerro. De este lugar alcanzaba ver, por primera vez y asombrado, el atractivo y diferente panorama de Chiquian. Bordeamos el barranco y franqueamos la quebrada por un tembloroso puente que se encuentra encima, pero apartado, de la cascada de Tuntur, que se logra visualizar desde Chiquian. El camino se torna asequible, es llano. Al frente de nosotros, el pico del Cerro de Yauca Punta, aun esta distante. De su falda aun verdosa, surgen a lo lejos las confusas murallas de piedra.
Un grupo se adelantó. Del llano, se les ve que trepan el cerro por el pétreo camino inclinado surcado de chamizas y vizcaínas. Entre los rezagados se encuentra mi tío Romeo y el señor Andrés. Me quedé junto a ellos, previniendo cualquier percance que podía presentarse. Andrés cargado con sus 86 años caminaba como un joven de 25, Romeo con sus 73 años, no se quedaba atrás. Los tres juntos llegamos a la ceja del cerro donde nos esperaban. De este paraje, al margen izquierdo, nervioso, por segundos puede apreciar el barranco de cerca de medio kilómetro o quizás más de escalofriante profundidad. A partir de aquí, en adelante el camino, cuesta arriba, se encuentra junto al abismo. Yo andaba distante, trémulo.
Al avanzar por el inclinado camino, aparecen mudas reliquias de las murallas de piedra labrada y rectangular, situado, para mi admiración, contiguo al barranco. Con Ever y Zuly, hijo y madre, nos separamos del resto del grupo siguiendo el camino por el margen derecho. Ahora, desde lo alto de este lugar, observo pasmado, que, en plena falda empinada, todavía se hallan diseminados numerosos edificios de antiguas murallas de diferente tamaño, pidiendo auxilio de las plantas silvestres que lo acechan sin piedad, Una vez más, sin temor, confirmo la indolencia humana, sobre todo de las pérfidas autoridades insensatas o por maligna ignorancia, de no salvaguardar el patrimonio que en herencia lo hemos adquirido de nuestros remotos y audaces habitantes de estos extraordinarios lares.
Derrotero a la cresta del cerro, encontramos dos hermosas portadas. De uno de ellos se puede observar, mientras el cielo se encuentra despejado, libre de nubes pardas, el adusto nevado de Tucu ¡Maravilloso paisaje! Cuando ensimismado volví a ver el nevado, desde la portada emblemática construido de manera fantástica por los ingeniosos ingenieros, arquitectos y eficientes manos callosas de nuestros antiguos pobladores, me quedé hondamente extasiado. ¡Como lo disfruté! Señores autoridades que esperan para restaurar estos monumentos históricos para promover el turismo en nuestra Región de Bolognesi. ¡Háganlo, pero ya!
Colmados de entusiasmo, continuamos fisgoneando aquellos insospechados lares hasta situarnos en la misma cumbre del impresionante cerro de Yauca Punta, inalcanzable. ¡Mi sueño se hizo realidad! Por un instante, con los ojos nublados de emoción, conmovido, por primera vez percibía, desde este alejado y adusto apu, por fin explorado y conquistado, el hermoso panorama de la tierra natal, Chiquian, incrustado entre enormes y celosos cerros: Los tejados aun rojos, las cascadas, el estadio de Jircan, la iglesia, los colegios, coliseos y las típicas calles angostas, el canal de Tucu, mi pueblo en miniatura. El viento es apacible. El sol con sus punzantes rayos nos acecha, pero no nos impide vislumbrar con admiración, desde esta maravillosa cúspide de 3, 700 msnm, los cerros de pináculos heterogéneos, vertientes y prados fértiles de Huaca Corral, impresionantes hondonadas y barrancos hasta más allá del pueblo de Pacllón situado en una de las reclinadas faldas de aquellos cerros. Abajo, por el atractivo y estrecho valle de descomunales despeñaderos, atraviesa el ondeante río con agua torrentosa por los bordes de las chacras de Obraje, la Florida. Coris, Timpoc y Quisipata, hasta desaparecer de mi vista. El paisaje es inenarrable. También se observa por el lado derecho el monumental nevado del Yerupaja que es el emblema de nuestra provincia por ser lugar inexcusable de peregrinaje, turismo por la excelsa belleza que atesora y a la izquierda, el desamparado nevado de Tucu.
Después de una breve y empírica ceremonia de ofrenda al apu de Yauca Punta y disfrutar de un ligero fiambre, nos disponemos a regresar por la empinada vertiente. Esta vez, cuando descendíamos por los caminos bifurcados, olvidados y escabrosos, las murallas, que lo veíamos lejos, desde lo alto, ahora, estaba frente a nosotros y para nuestro asombro, ocultado por la tupida floresta, inconmovible, sobreviviendo a través del tiempo. Más allá, se logra ver Infinidad de murallas, las torrecillas reverberan por los ambarinos rayos del sol que inexorablemente decae hasta llegar a su ocaso. No pudimos acercarnos por falta de tiempo
Ha culminado nuestra visita, con la promesa de volver pronto. Falta mucho por conocer, por explorar estos lugares de esplendidos panoramas y sobre todo la historia de toda esta zona. Es un motivo más, para que los profesores de historia, conscientes de su especialidad, visiten junto con sus alumnos e inculquen el valor historio de estos importantes y representativos recintos.
De nuevo, un grupo se adelantado y otro quedó rezagado. Entonces, tomando valor, decidí ir solo por aquel barranco de camino llano y angosto. Sin acercarme a la orilla ni detenerme, con paso ligero, estremecido, llegué a la entrada del atractivo pueblo de Huasta, Venciendo mi acrofobia.
FELICITO TU INTERÉS,POR TU VALIOSA INFORMACIO SERÍA IMPORTANTE INVESTIGAR TODOS LOS MISTERIOS HABIDOS DE YAUCAPUNTA Y SOBRE TODO ENFATIZAR EN LO CULTURAL, ANTROPOLÓGICO Y SOCIAL, CUANTO INFLUYÓ YAUCAPUNTA EN EL ÚLTIMO MILENIO DE NUESTRA ERA, PONLE UNA DOSIS DE LITERATURA E HISTORIA.
Hola Marco, gracias por tu apreciación y el aporte. No soy historiador ni mucho menos antropólogo, facultades que me llaman la atención. Sin embargo como ciudadanos conscientes debemos propalar toda la gesta heroica de nuestros antepasados en cuanto a su orfebrería, arquitectura, artesanía. Y la primera responsabilidad recae sobre las autoridades. Saludos
FELICITO TU INTERÉS,POR TU VALIOSA INFORMACIO SERÍA IMPORTANTE INVESTIGAR TODOS LOS MISTERIOS HABIDOS DE YAUCAPUNTA Y SOBRE TODO ENFATIZAR EN LO CULTURAL, ANTROPOLÓGICO Y SOCIAL, CUANTO INFLUYÓ YAUCAPUNTA EN EL ÚLTIMO MILENIO DE NUESTRA ERA, PONLE UNA DOSIS DE LITERATURA E HISTORIA.
ResponderBorrarHola Marco, gracias por tu apreciación y el aporte. No soy historiador ni mucho menos antropólogo, facultades que me llaman la atención. Sin embargo como ciudadanos conscientes debemos propalar toda la gesta heroica de nuestros antepasados en cuanto a su orfebrería, arquitectura, artesanía. Y la primera responsabilidad recae sobre las autoridades. Saludos
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