lunes, 13 de febrero de 2017

Madre ausente.


Madre ausente


Se halla en hondo sosiego
las ceñidas veredas del patio.
Las silentes lumbreras, sin vida.
Las policromas flores
su fertilidad perdió
y la aromática rosaleda su embrujo.
Triste y desnudo quedó el jardin florido.
 
De la cornisa se ausentó
el jubiloso pichuychanca,
ya no escucho su trino sonoro.
De la umbria cocina,
ya no escucho el retintín
del mortero de dos hoyos.
Del ínfimo cuarto de costura,
ya no escucho el constante
pedaleo de la maquina de coser.

El tiesto perdió el aroma del café,
tostado en instantes de bello atardecer.
Ya no percibo la apetitosa esencia
del manjar blanco
elaborado con tus manos laboriosas,
de cuando en cuando,
en la serena y abrigada cocina.

En un recodo de la cocina, inmóvil
se halla el pequeño molino de mesa
en donde molias el choclo maduro
para preparar con tus manos,
afanosas y ateridas,
la tentadora humita.
Las tinas, depósitos de agua
recogida de los muníficos manantiales,
quedaron vacías.

Tu corazón
dejo de latir…
Tus ojos,
tus manos,
tus piernas…
¡se quedaron inmóviles!… ¡Madre!…

El Pichuychanca.  
Chiquian 13 de febrero 2917
 
 

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