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| Otrora puente cantucho. Foto cortesía Roberto Aldave Palacios. Hualin |
En algún rincón casi olvidado de la memoria colectiva, todavía debe haber recuerdos de la existencia del puente Cantucho, ubicado en la calle San Martin con la intersección de la acequia Pauca Rajgra, entonces, en la periferia de Chiquian. Este puente, construido con piedras ancestrales y madera noble, en su tiempo fue el orgullo del barrio de Oro Puquio.
Su estructura se levantaba esplendorosa sobre la acequia, que procedía toda presurosa de la cascada de Putu pasando las faldas fecundas de Racran, fluyendo con la suavidad de un susurro. El puente fue testigo mudo de la tradición y la vida de las calles del pueblo que los enlazaba con las chacras de Cochapata, Mishay, Racran, Rimichaca, San Juan Cruz y otros tantos más.
Con el paso del tiempo, que no perdona, el puente se bautizó en un punto representativo. Donde los embelesados enamorados, de manera clandestina, en este espacio apropiado para un momento de romance, se citaban con el fin de hacer votos de amor eterno, y los cándidos niños, por las orillas de la acequia y el puente, jugaban al trompo, rumrum, canga, bolero, futbol y a correr de un lado a otro, riendo y gritando a todo pulmón, En tardes tranquilas, cuando el sol empezaba a inclinarse, sus rayos oblicuos y amarillos bañaba el paisaje de un cálido resplandor sobre la acequia, los tejados, las bullangueras calles y el puente, por donde caminaban las salerosas mujeres del pueblo, de manera especial las damas de oro puquio.
Pero un buen día, o, mejor dicho, en un desdichado día, de la noche a la mañana, las autoridades, sin valorar su transcendencia histórica, ordenaron a arrasarlo y con el paso del inexorable tiempo se desvaneció en la memoria colectiva.
Ahora aquella acequia rumorosa pasa por debajo del esperpento cemento. Solo quedan recuerdos difusos de lo que una vez fue una insignia de conexión de un lado de la orilla a otro. La acequia toda taciturna sigue fluyendo, indiferente al paso del tiempo, y el viento susurra historias de un puente que una vez existió, pero que ahora solo vive en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de conocerlo y venerarlo.
El pichuychanca
Chiquian, 9 de diciembre 2025.

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