El pincullo, instrumento de viento, se ha utilizado durante siglos en nuestras festividades. Con su sinfonía, aguda y conmovedora, que al oírlo, parece como si estuviera danzando en la brisa de los verdes cerros de mi pueblo, Chiquian. Su sonido pletórico tiene la capacidad de trasladarnos a tiempos y lares lejanos, con el fin de conectarnos con nuestra identidad y nuestras raíces
Por otro lado, la tinya, instrumento de percusión, que, cuando se toca con la baqueta en mano, surge un ritmo contagioso e intenso. Su sonido atronador y cimbreante, es la palpitación del animado corazón de la Madre Tierra, de nuestra música y nuestra danza, imposible de resistir su llamado para festejar y bailar. .
De estos dos instrumentos ancestrales aflora un retumbo sonoro y cadencioso que es a la vez inseparable y expresivo, como el hermoso panorama del pueblo de chiquian que nos hace sentir orgullosos de nuestra herencia cultural. El concierto o la melodía que producen, a través de su sonido telúrico, es un llamado a la festividad, a la introspección y al vínculo con la naturaleza y la colectividad del pueblo.
En los aniversarios, ceremonias y festividades, a través de un músico, el pincullo y la tinya se acoplan con el propósito de generar un entorno de júbilo y entusiasmo. Los sonidos, agudos y vibrantes, se entretejen y se reconocen, surgiendo una charla melódica que es el lenguaje ancestral y que perdura a través del tiempo, hasta la actualidad.
La estampa del pincullo y la tinya, en el canto del pueblo andino, es una comunicación de la valiosa herencia cultural de nuestros ancestros y la trascendencia de salvaguardar las tradiciones. Estos instrumentos no solo engendran sonidos musicales sino que también cuentan relatos, leyendas, historias, y trasfieren la sabiduría y la espiritualidad de la patria chica querida.
Sus sonidos sonoros trasmiten el latido del corazón de la cultura del pueblo originario del Perú, una cultura que viene revalorizando la tierra y la tradición. El pincullo y la tinya son más que instrumentos musicales, son emblemas de la identidad y la residencia de un pueblo que ha custodiado viva su sabiduría, su conocimiento y cultura a lo largo de los siglos.
Ayer, en el cielo de la patria chica querida, Antonio Padua doblaba el pincullo y la tinya con una resonancia solariega, despertando la existencia misma de su cultura andina. Siempre presente en la faena colectiva de limpia acequias, la celebración de techa casas y la fiesta patronal San Francisco de Asís, el primer patrón de Chiquian, que, con sus hábiles dedos y la mano, hacia repicar maravillosamente estos dos instrumentos que la muchedumbre no se resistía a bailar el famoso ¡Rayan!
Hoy, todavía tenemos en vida al único músico y gestor cultural del pincullo y la tinya, el Sr. Ramiro Curi Hilario, natural de Machcos, que se hace llamar con el sugestivo nombre de; Tiende la cama,
El pichuychanca
Chiquian, 2 de octubre 2025.
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