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Paisaje. Chiquiano. |
El virus
Se encontraba en la lejanía,
distante como la tierra al sol.
Carne humana arrasando,
nuevas tumbas abriendo.
Nosotros sin darle crédito.
Envió al sueño eterno,
a mil, como no era de los nuestros,
no le dimos importancia.
Envió al sueño eterno, a dos mil,
tampoco nos importó.
Cual camada de aves de rapiña,
insaciables, rastreando comida,
surcando distancia inimaginable,
sigiloso, arribó al país sin pedir visado.
Y persistía nuestro estilo de vida.
Nos fustiga con espantosa angustia
de ver sobre la cama, hundidos,
al virtuoso padre y a la honrada madre,
al amado hijo y al apreciado hermano,
y al afectuoso amigo, guerreando por la vida.
Hoy, ya no cabe en el dolorido pecho
tanta desolación, tanto tormento,
zumbando y lacerando el alma,
sin poder acompañar al sueño eterno,
del franco amigo,
del desprendido hermano.
El pichuychanca
Lima. Marzo 2021
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