jueves, 28 de junio de 2018

Tierras fecundas


Huaca Corral

Tierras fecundas

Osados aldeanos, de corazón franco, rostro atezado, por sinuoso camino marchan jubilosos al campo labrado. De la próvida entraña del fecundo campo, punzados por el estío primaveral, denodados, cosechan el trigo, el maíz y la papa. Desde antiguo preciado alimento. Celebran alegres festividades con tinyas, quenas y zampoñas, con bailes y danzas cadenciosas, con voces sonoras coreando coplas. Es una ofrenda a la Madre-Tierra que provee lluvia, ríos y lagunas. Cierto día, una turba de gente extraña, vestidos de verde uniforme, con rostro rabioso, con armas de fuego en mano, con impía violencia, los despojan de su fecunda tierra ancestral. Uno de los uniformados, de negros y grandes luceros, que destella bajo la luz del sol, de negras cejas pobladas, contra su voluntad, está frente al anciano y honrado padre. Por el anchuroso campo, por la cumbre de los cerros, la oscura puesta del sol, inaudito, postrera luz derrama. Ruge la estepa, un sombrío nubarrón se enarbola. Malignas profecías se aproxima. Volando debajo de la nube negra, anuncian los cuervos tarde de drama. Elevando entre las manos curtidas, un puñado de húmeda tierra, el padre clama con voz vibrante: ¡Ay hijo mío! en esta tierra bendita y fecunda, viste la luz por vez primera, creciste junto a tu madre, te crié con alegría y sacrificio. Por tus frescas venas corren mi sangre, ¿Quién te ordenó ponerte en contra de tus hermanos aldeanos, de tus antepasados? ¡Ay hijo mío! Una voz, ronca y amenazante, surge de uno de los uniformados, y advierte: ¡Es una orden del gobierno democrático!, ¡A ti y a todos, desterrarte de estas tierras! Los aldeanos están resueltos a preservar con su vida la solariega tierra fecunda. El gobierno burgués y corrupto, la despectiva oligarquía, llama a los aldeanos con descrédito, gente de segunda categoría, por custodiar su tierra prolífica con su digna y honrada vida. Autoridades del gobierno, holgados y con desdén apoltronados en su oficina, observan con expectativa, de cómo policías y aldeanos, hijos del pueblo, se matan. Madres y esposas; temerarias, hijas, hermanas y sobrinas, valerosas, resistiendo la angustia y el dolor, en compacta marcha, armadas de azadones, al feroz usurpador se enfrentan. Se oyen voces apocadas de policías asalariados, irritados de los bravíos aldeanos. La tarde está de duelo, el viento gime, brama el río torrentoso... Cual Ave Fénix, de sus cenizas, se yerguen los indómitos aldeanos, para seguir labrando su ancestral… ¡¡Tierra fecunda!! El Pichuychanca. Chiquian, Chinchu Puquio 30 de marzo 2018

viernes, 15 de junio de 2018

Yo, escucho tu silencio


Rosa del jardín de mi casa. Chiquian

Yo, escucho tu silencio

Amo la tierra porque tú vives en ella,
amo el aire porque él roza tu  rostro,
amo cada hierbecilla en que se posan tus ojos,
amo cada huella tuya en la arena húmeda
y amo el silencio nocturno,
porque entonces yo escucho tu  silencio,
y a la vez vuelvo en busca de la muerte.
Estoy casi seguro de ello.

Konstantín Paustovky.
Escritor de  la Unión Soviética

El Pichuychanca.
Chiquian, 18 de junio 2018