Atardecer y noche de luna en Chiquian.
Sin prisa, después de un hermoso atardecer, dotado de encanto, se acrecienta la placida noche. Poco a poco, se asoman las luminarias luciérnagas, trémulas y francas, tachonando el cielo oscuro.
Son tan numerosas que no alumbran como la luna, siendo una sola, y farol de la noche, las idílicas calles ni los caminos hollados, con sus aquietadas luces plateadas, que surge detrás del manto blanco de la deslumbrante Cordillera de Huayhuash.
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