Luna presumida
El atardecer, en el ocaso del sol, bajo el garzo cielo que comienza a adornarse de nacientes y titilantes pepitas, de la lerda aparición de la coqueta y luminosa luna, el lunar blanco de la noche, se torna fascinante. Sus largos dedos plateados, acaricia las cimas canas de la cordillera y alumbra los esmaltados mantos verdes de los prados y el luengo valle de Aynin cuyo rio hablador, surcando sus hondas orillas, al verlo de lejos, parece una fulgurante cinta serpenteada.
La luna fisgona ilumina el camino, humillado por el infalible tiempo, por donde tornan los campesinos a sus abrigadas y austeras casas luego de haber labrado, con ahínco, las tierras fecundas.
La estrella de la noche alumbra las pastoriles calles, por donde van, furtivos, los flamantes enamorados derrotero a los arcanos contornos del aplacado pueblo.
El Pichuychanca.
Chiquian, desde las periferias, 2017
Aquí algunas fotos.
El Pichuychanca
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