lunes, 26 de agosto de 2024

Húmeda senda

 


Húmeda senda


Lloviznando amaneció.
En las solariegas calles 
como en el desierto
habita la soledad, el silencio.
También,
en el espléndido campo abierto
adonde el pueblerino labriego,
marchando a paso pausado
por reverdecida, húmeda senda, 
gozoso, 
va con la preciada azada
a roturar la feraz tierra.
Y lloviznando atardeció.

El Pichuychanca
Chiquian, 26 de octubre 2023.














sábado, 17 de agosto de 2024

Caminantes


Con los amigos caminantes, Jorge, Dante y Juan, atrapados y muertos de frio por la brisa de la madrugada, las 5.00 a.m., a paso de caracol,  andamos bajo la luz cancina de la luna de asta plateada, en la quietud, el silencio y en la penumbra de la calle con el objetivo de llegar al inicio del tortuoso camino que nos conducirá rumbo a las  empinadas cumbres de los agrestes cerros de Huamash, Cóndor Cocha, Huancar, el canal de Tucu y a las faldas de Jaracoto. 

En el trayecto, los profusos arbustos, frondosos y escurridizos, jóvenes hierbas balsámicas, reverdecidas gracias a la reciente temporada de lluvias y garuas dadivosas, bordean  el angosto y anegado sendero, que de trecho en trecho, nos obstruía el paso fervoroso de la emocionante aventura. Dante, marchaba delante de los 3 como un experto guía y armado del filudo sable cedido momentos antes por Jorge, caminante prevenido en este tipo de andanzas. Dante, con el machete sostenido en la férrea mano, con brío alza la herramienta con el fin de golpear una y otra vez sobre las resistentes ramas del erguido tallo de las plantas silvestres, logrando separar los copiosos y frescos ramajes.

Todavía es temprano y el tiempo se desplaza conforme a nuestro lento andar. Sopla la brisa. Instantes después de la incipiente caminata por el empinado y serpenteado sendero, el sol remolón empieza a elevarse. A medida que avanza la estrella diurna entre nubes diseminadas proyectaba una extensa sombra de plantas silvestres y altos árboles, que cubría una parte de la chacra. Animados nos fuimos a refugiar al pie del grueso tallo de un denso árbol de la rebosante y vigorosa arboleda  con el propósito de comer el primer alimento del día.

Al andar por estos abruptos caminos y hermosos parajes, desconocidos para mí, percibo el suave susurro de los jovenzuelos y viejos árboles, y desde su copa casi inmóvil, el gorjeo alegre y constante de las avecillas. En el cálido confín, de entre nubes pardas  surge el perfil de los cerros reverdecidos. En nuestro derrotero, cuesta arriba, de pronto, del pico del cerro y de entre pequeñas quebradas, bañados de aromáticos matojos de todo tipo, a cierta distancia, se nota una cinta blanca, es el riachuelo que viene con un sordo runrún saltando piedra sobre piedra multiforme y de todo tamaño, llevando como a una pluma a los livianos helechos que encuentra en su serpenteado y precipitado recorrido con el fin de mojar las sementeras y al final dirigirse rumbo al rio de Aynin.


Cual oso perezoso, a cada paso pausado por estos alejados parajes al divisar al rededor nuestro, hechizados, disfrutábamos con sumo placer, de percibir así como también de contemplar los espléndidos y relevantes panoramas: Quebradas profundas, impenetrables barrancos.  Campos cubiertos de florecillas silvestres. De los variados arbustos, anegados por el luminoso roció, manan suaves y delicados perfumes. 

El profundo silencio y la quietud de estos lares, en el fugaz descanso del murmullo de la arboleda y el trino de los pájaros, se goza de sublime ventura. Más allá, en el límite de la superficie terrenal con el vasto cielo, se logra observar el blanco nevado de Tucu Chira, y a pesar de estar cubierto parcialmente por nubes albas cual suave algodón, se exhibe la majestuosidad de la Cordillera de Huayhuash y en el llano, mi querida patria celestial, Chiquian. Dos horas más tarde llegamos a la cima de Huancar que en común acuerdo nos propusimos a descansar, realizar el pago al apu y comer la segunda comida preparado por Dante. 

De este escampado y silencioso lugar, para los ojos contemplativos, ávidos de ternura de conocer estos lugares mágicos, es todo un espectáculo. Al reanudar nuestra andanza por la desaparecida ciudad de piedra, rumbo al canal de Tucu, de pronto en la lejanía, venia, en sentido contrario, una silueta humana.  Ya frente a nosotros detuvo su paso presuroso. El hombre, reconocido por Dante, tenía el apelativo de Chin Chin, ataviado de ojotas, pantalón de bayeta, una camisa afranelada y el sombrero que cubría su rostro tostado por los rayos del sol, con voz grave, preguntó: —¿Que hacen por aquí?— "hemos venido a conocer estos parajes" —Que bueno... ¿desean conocer una chulpa? está cerca de aquí.  —"Claro, por eso mismo es el paseo con el propósito de conocer vestigios de los antepasados. —vamos —"vamos" —respondimos al unísono y curiosos.

En fila india, detrás de Chin chin, que andaba airoso como un experto guía, caminamos una cierta distancia por el sendero pedregoso. Arribamos a la chulpa ubicado a 2 metros y al costado del camino principal. Como infantes curiosos, lo exploramos de manera  superficial. Arrancamos de cuajo las plantas rudas que lo bordeaban. La Chulpa era una fosa oscura y profunda elaborada a base de piedra. No se pudo ver los costados que parecían también ser muy largos. 

La tarde empieza a declinar. Casi al final de nuestro largo y venturoso peregrinaje de 13 horas de pronto se convirtió en un néctar espiritual cuando nos sorprendió que la soñolienta linterna de la tierra se hundía en el horizonte, y los pájaros en presuroso vuelo retornaban a sus abrigados nidos para volver a cobijarse junto a sus pichones, de manera simultánea, poco a poco, se asomaba el seductor atardecer colmando de colores cálidos el espacio del añorado terruño.

Mañana, desearía volver a percibir el viento aullador, volver a ver en el horizonte la colorida alborada, el plenilunio y el cálido atardecer para alegrar el espíritu de mi andanza otoñal como el día de hoy.

El Pichuychanca.
Chiquian, Huamash, Cóndor. Cocha, Huancar, canal de Tucu y las faldas de Jaracoto. 26 de mayo 2022






Desde la cumbre del cerro de Huamash, contemplando la aurora


Contemplando al terruño desde Condor Cocha.



Andando y andando por los empinados y agrestes senderos.







Vistas desde la cumbre de Huancar










Obligado descanso, Dante alistando el deseado refrigerio


Vistas panorámicas desde el canal de Tucu.



Vistas fotográficas desde las faldas del cerro de Jaracoto.





Crepúsculos.



El Pichuychanca.

Chiquian, Huamash, Condor. Cocha, Huancar, canal de Tucu y las faldas de Jaracoto. 26 de mayo 2022